De Atlanta (Estados Unidos). Vicepresidenta de un grupo asesor de bancos comunitarios.
Hace cinco meses, Craig, mi novio, se arrodilló y me pidió que me casara con él. Lloré de la emoción. Al fin y al cabo, se trata de un momento importantísimo en mi vida, un momento emocionante, especial y digno de celebración.
Pero, ¿es un logro? No.
Ahora que ya tengo un anillo puesto puedo compartir públicamente mi opinión. Una opinión por la que me habrían tachado de amargada si la hubiera dicho antes de casarme. Haber pasado por el altar no me ha hecho cambiar de opinión: casarse no es ningún logro.
Chicas, antes de que me despreciéis enfadadas, escuchadme.
Mi frustración tiene su porqué: estamos en 2016 y, para algunas mujeres, que alguien le pida matrimonio es más motivo de celebración que un logro profesional o académico. Sí, las graduaciones universitarias y los ascensos se reciben con alegría por parte de amigos y familia, pero no con el mismo entusiasmo que se demuestra cuando hay una boda de por medio. O esa es mi experiencia.
Ya es hora de que la sociedad revalúe cuál es el aspecto más importante de la vida de una mujer.
Agradezco mucho el entusiasmo que ha mostrado la gente por mi futura boda. Sin embargo, a menudo me pregunto por qué un evento así es más importante que un éxito relacionado con la educación o al trabajo.
En los años 50, la mayoría de las mujeres eran amas de casa y casarse era su objetivo final. Entonces, casarse y ser la mujer de alguien era lo que definía a una mujer, así que entiendo por qué se consideraba un logro.
Pero la situación ha cambiado. Hoy en día, las mujeres hacen muchas más cosas además de buscar a un hombre con el que casarse.
Ahora son emprendedoras, abogadas, profesoras, jefas, inventoras, diseñadoras, investigadoras, escritoras, asesoras y mucho, mucho más. Van a la universidad, se gradúan, hacen un máster y un doctorado. Trabajan sin parar para obtener ascensos. Son figuras clave de nuestros gobiernos. Están cambiando el mundo con su innovación.
Aunque muchas de estas mujeres estén casadas, eso no es algo que las defina.
Me he dado cuenta de que, en general, me preguntan más por mi vida sentimental y mi boda que por mi trabajo o los logros relacionados con él. Y no es algo reciente, siempre me han preguntado más cosas como "¿cuándo os vais a casar?" o "¿qué tal te va con Craig?" en vez de "¿qué tal la carrera?" o "¿qué tal el trabajo?".
Me he dado cuenta de que, en general, me preguntan más por mi vida sentimental y mi boda que por mi trabajo o los logros relacionados con él. Y no es algo reciente, siempre me han preguntado más cosas como "¿cuándo os vais a casar?" o "¿qué tal te va con Craig?" en vez de "¿qué tal la carrera?" o "¿qué tal el trabajo?".
No puedo acusar a nadie de tener más curiosidad por mi vida sentimental que por mi trayectoria profesional porque yo he hecho lo mismo con otras mujeres. Después de todo, se nos deja claro a través de anuncios y campañas publicitarias minuciosamente elaborados que lo más importante para una mujer es conseguir casarse con alguien.
Quizá ya es hora de que la sociedad revalúe cuál es el aspecto más importante de la vida de una mujer.
No hace falta que seas inteligente o que tengas una motivación o una habilidad especial para conseguir casarte, sólo tienes que tener una pareja dispuesta a hacerlo.
Para mí, el hecho de casarse no debería tener más valor que los éxitos académicos y profesionales por los que tanto se esfuerzan las mujeres. No hace falta que seas inteligente o que tengas una motivación o una habilidad especial para conseguir casarte, sólo tienes que tener una pareja dispuesta a hacerlo. Pero entrar en X universidad, graduarse con X nota o conseguir X trabajo sí que requiere esfuerzo.
Eso no quiere decir que casarse no traiga consigo ciertos logros. Pienso que el éxito no se consigue cuando el hombre se arrodilla o cuando los dos dicen "sí quiero"; creo que viene cuando la pareja es capaz de superar los problemas económicos, las enfermedades, el hecho de tener hijos y el estrés general del día a día. Mantenerse unidos en una época en la que el 50% de los matrimonios acaban en divorcio es un logro de verdad.
Una vez más, quiero dejar claro que casarse es un acontecimiento importantísimo y que es emocionante encontrar a tu media naranja. Sin embargo, no es algo que defina a las mujeres. Por eso, te animo a que te emociones cuando tus hermanas, tus compañeras de trabajo o tus mejores amigas te digan que se van a casar, pero emociónate también (o incluso más) cuando consigan un puesto importante, se saquen un máster o abran su propio negocio.
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