El Centro de Estudios Lorquianos acoge un ingente material sobre el poeta con un gran número de manuscritos y primeras ediciones
G. CAPPA GRANADA
Mientras continúa el ruido de sables por el legado de Federico García Lorca que custodia la Fundación del poeta, el Centro de Estudios Lorquianos de Fuente Vaqueros sigue con su trabajo callado y con un archivo deslumbrante. En sus estanterías no faltan los manuscritos del escritor, correspondencia de incalculable valor de toda la Generación del 27, joyas bibliográficas como primeras ediciones de Poeta en Nueva York de las editoriales Norton y Séneca, documentos históricos como el acta de defunción tras su asesinato en una cuneta -donde se dice que murió por heridas causadas por el hecho de la Guerra y que se compró en una subasta hace años-, dibujos en los que no hace falta ser un experto en arte para ver su alma en los trazos, fotografías 'tuneadas' con su personal sentido de la estética...
Una parte fundamental de este legado procede de los archivos de Anna María Dalí y de Fernando Villalón, aparte de las adquisiciones y donaciones conseguidas durante la época en la que Juan de Loxa dirigió la Casa-Museo; además, Fuente Vaqueros guarda miles de libros y documentos procedentes de los archivos personales de los grandes estudiosos de la vida del autor de Yerma, Ian Gibson, Claude Couffon, Antonina Rodrigo o Eutimio Martín, un material en muchos casos único que incluye hasta anotaciones y diarios de trabajo, además de libros en algunos casos descatalogados y que son fundamentales para cualquier investigador. Inmaculada Hernández, la archivera del Centro Estudios Lorquianos de la Diputación, está acostumbrada como nadie a manejar documentos que alcanzarían un buen número de ceros en una subasta; pero todavía, después de muchos años, le tiembla el pulso cuando tiene en la mano la única carta que se conserva de las que Lorca envió a Rafael Alberti y que el propio escritor de El Puerto de Santa María llevó a la casa personalmente junto a otros documentos. "Me da coraje estar tan cerca de ti y no verte con frecuencia, creo que nos hace falta reír juntos un rato, reír de todo, hasta de nuestros amigos. Nuestra risa es bondadosa, pero nos sirve para limpiarnos de cosas malas. No dejes de escribirme y mandarme poemas, yo te mandaré también. Adiós queridísimo Rafael, un abrazo de tu Federico. Como me gastes otra vez la bromita de tu admirador te llamaré ciezo", le escribió Lorca en una misiva encabezada con un dibujo dedicado al creador de Marinero en tierra. La archivera guarda el papel con la misma precisión que usaría para desactivar una bomba, igual que cuando desempaqueta los manuscritos de la Arquitectura del cante jondo, con 21 páginas, o la Charla sobre teatro, un texto fundamental porque recoge sus postulados teatrales.
Son papeles que tienen las huellas dactilares del poeta, como textos sueltos de El Diván del Tamarit, poemas como Sueño y hojas del manuscrito original de Mariana Pineda, de Doña Rosita la soltera... Hernández muestra uno a uno todos estos documentos y, al poco, el visitante ya se ha acostumbrado a la peculiar caligrafía de Lorca, a su firma con las iniciales que se desparraman por la página.
También hay primeras ediciones de casi todos los libros de Lorca, muchos de ellos dedicados. El archivo también cuenta con el 'libro maldito' del escritor, Impresiones y paisajes, su primera publicación que, pasado el tiempo, intentó hacer desaparecer de la faz de la tierra. Antes de esto dedicó un ejemplar a su tía Isabel que, en este caso, procede del archivo de Eduardo Carretero. "Una de las políticas de la casa es que si se monta una exposición de Buñuel se consiguen materiales del cineasta, si se monta una muestra sobre el cante jondo nos hacemos con documentos como el folleto de la conferencia que dio Falla y que se editó con motivo del concurso", señala la archivera sobre un registro "muy completo y muy particular".
Seguramente son las cartas las que más impresionan, donde el autor muestra todo el ingenio que utilizaba en las relaciones humanas y todo el cariño que regalaba a los que le rodeaban, algo que se ve nítidamente en su correspondencia con Anna María Dalí y con Eduardo Rodríguez Valdivieso, uno de sus últimos amigos en Granada. Como curiosidad, la hermana del creador de Figueras puso una única condición para donar todo este material: nunca y bajo ningún concepto podrá salir de Fuente Vaqueros, un deseo que desde entonces se ha cumplido a rajatabla.
En cuanto a obra gráfica original no sólo está la del poeta, también de autores contemporáneos, ya que se trata de un centro muy especializado en Lorca, pero que abarca también la historia de España del primer tercio del siglo XX y la Generación del 27. Así que se recogen obras de Gregorio Prieto, de José Caballero y algún Dalí, como una mano que fue un boceto para una de las secuencias de Un perro andaluz, que en su momento salió a subasta y fue comprada por el Patronato García Lorca.
La biblioteca reúne una colección bibliográfica de más de 10.000 volúmenes y unos cincuenta títulos de revistas de la época. La peculiaridad de este centro es que también acoge los archivos personales de otras figuras muy importantes vinculadas a la obra y al estudio de Lorca, caso de los archivos de Claude Couffon, Ian Gibson o Eutimio Martín. Parte de estos trabajos están centrados en investigar su asesinato, por lo que mientras la archivera muestra la obra y la vida del poeta, el visitante repara en una estantería con un nombre clave: Ramón Ruiz Alonso. Ese cajón guarda toda la documentación que reunió Gibson sobre el hombre que elaboró la denuncia que llevó a su detención el 16 de agosto de 1936 en la casa de Luis Rosales.
Este archivo pasó a engrosar los fondos del Patronato Cultural a finales de los años noventa. Reúne toda la documentación que ha servido de base al hispanista para su biografía sobre Federico García Lorca. A esta primera entrega, y cumpliendo con su compromiso, el hispanista ha ido sumando un valioso material, fruto de sus trabajos referentes a Salvador Dalí, Queipo de Llano, Henry Spencer Ashbee... Cada uno de estos personajes, objeto de sus estudios, han dado lugar a secciones dentro de su archivo de las que cuelgan series de correspondencia, diarios, fotografías o prensa, además de una importante colección bibliográfica que, de la misma manera que el archivo, va creciendo con el paso del tiempo. De hecho, hace apenas unos días, el irlandés pasó por Fuente Vaqueros para depositar ocho nuevos tomos de sus anotaciones personales de su investigación sobre Dalí, todo ello con la minuciosidad y el rigor que caracterizan las investigaciones del autor. Llama la atención un ejemplar de la revista Ahora (1935), donde se hace una crónica del homenaje a Margarita Xirgu y Federico García Lorca, con motivo de la representación cien de Yerma. Con un gran reportaje fotográfico, se puede ver en una de las fotografías de los asistentes a Valle-Inclán, Azaña y Borrás, entre otros. Y Federico, con un impoluto esmoquin, aparece exultante tras una maraña de folios. Aquí ya era el poeta más importante del país, pero este archivo también tiene ejemplares de la revista universitaria El Eco del Aula, donde publicó sus primeras prosas, o rarezas como un libro publicado en 1929 con textos de Guillén, Salinas y Lorca, una edición dedicada a Gibson por el propio Salinas en la que le describe como "gongorista férrido".
El hispanista francés, que llegó a España en los años cuarenta buscando datos sobre el asesinato de Federico García Lorca, donó una serie de fotografías, anotaciones y prensa que sirvieron de base para su estudio. Si se abre uno de sus bloc de notas se puede ver hasta un croquis de la Huerta de San Vicente.
Este fondo está compuesto de una parte importante de los manuscritos de su obra poética junto a una valiosa serie de correspondencia que mantuvo con muchos de los poetas de la Generación del 27, quienes les mandaban con sus cartas, poemas autógrafos o mecanuscritos, para que se publicaran en la revista Papel de Aleluyas. Aquí se conservan varias cartas y poemas de Rafael Alberti, Pedro Salinas, Luis Cernuda, algún telegrama de Lorca, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre o Francisco Ayala.
Es otra de las donaciones importantes. Margarita Smerdou Altolaguirre, presidenta de la Fundación Generación del 27 de Madrid y sobrina de Manuel Altolaguirre, entregó una colección bibliográfica sobre crítica literaria y literatura hispánica.
El archivo de Anna María Dalí procede de la donación que en 1987 hizo la hermana del pintor ampurdanés a la Casa-Museo, de los recuerdos que conservaba de Lorca, sobre todo las cartas que le mandó tras su estancia en Cadaqués. Algunas de estas misivas son fieramente humanas y con un toque de vanguardia: "Querida amiga, no sé cómo tengo cara para ponerte estos renglones. Me he portado como un sinvergüenza. Sinvergüenza, sinvergüenza, sinvergüenza. Los sinvergüenzas subirán así, hasta ponerse un sinvergüenza grande con el Citröen luminoso de la Torre Eiffel...", escribió el poeta.
Una parte fundamental de este legado procede de los archivos de Anna María Dalí y de Fernando Villalón, aparte de las adquisiciones y donaciones conseguidas durante la época en la que Juan de Loxa dirigió la Casa-Museo; además, Fuente Vaqueros guarda miles de libros y documentos procedentes de los archivos personales de los grandes estudiosos de la vida del autor de Yerma, Ian Gibson, Claude Couffon, Antonina Rodrigo o Eutimio Martín, un material en muchos casos único que incluye hasta anotaciones y diarios de trabajo, además de libros en algunos casos descatalogados y que son fundamentales para cualquier investigador. Inmaculada Hernández, la archivera del Centro Estudios Lorquianos de la Diputación, está acostumbrada como nadie a manejar documentos que alcanzarían un buen número de ceros en una subasta; pero todavía, después de muchos años, le tiembla el pulso cuando tiene en la mano la única carta que se conserva de las que Lorca envió a Rafael Alberti y que el propio escritor de El Puerto de Santa María llevó a la casa personalmente junto a otros documentos. "Me da coraje estar tan cerca de ti y no verte con frecuencia, creo que nos hace falta reír juntos un rato, reír de todo, hasta de nuestros amigos. Nuestra risa es bondadosa, pero nos sirve para limpiarnos de cosas malas. No dejes de escribirme y mandarme poemas, yo te mandaré también. Adiós queridísimo Rafael, un abrazo de tu Federico. Como me gastes otra vez la bromita de tu admirador te llamaré ciezo", le escribió Lorca en una misiva encabezada con un dibujo dedicado al creador de Marinero en tierra. La archivera guarda el papel con la misma precisión que usaría para desactivar una bomba, igual que cuando desempaqueta los manuscritos de la Arquitectura del cante jondo, con 21 páginas, o la Charla sobre teatro, un texto fundamental porque recoge sus postulados teatrales.
Son papeles que tienen las huellas dactilares del poeta, como textos sueltos de El Diván del Tamarit, poemas como Sueño y hojas del manuscrito original de Mariana Pineda, de Doña Rosita la soltera... Hernández muestra uno a uno todos estos documentos y, al poco, el visitante ya se ha acostumbrado a la peculiar caligrafía de Lorca, a su firma con las iniciales que se desparraman por la página.
También hay primeras ediciones de casi todos los libros de Lorca, muchos de ellos dedicados. El archivo también cuenta con el 'libro maldito' del escritor, Impresiones y paisajes, su primera publicación que, pasado el tiempo, intentó hacer desaparecer de la faz de la tierra. Antes de esto dedicó un ejemplar a su tía Isabel que, en este caso, procede del archivo de Eduardo Carretero. "Una de las políticas de la casa es que si se monta una exposición de Buñuel se consiguen materiales del cineasta, si se monta una muestra sobre el cante jondo nos hacemos con documentos como el folleto de la conferencia que dio Falla y que se editó con motivo del concurso", señala la archivera sobre un registro "muy completo y muy particular".
Seguramente son las cartas las que más impresionan, donde el autor muestra todo el ingenio que utilizaba en las relaciones humanas y todo el cariño que regalaba a los que le rodeaban, algo que se ve nítidamente en su correspondencia con Anna María Dalí y con Eduardo Rodríguez Valdivieso, uno de sus últimos amigos en Granada. Como curiosidad, la hermana del creador de Figueras puso una única condición para donar todo este material: nunca y bajo ningún concepto podrá salir de Fuente Vaqueros, un deseo que desde entonces se ha cumplido a rajatabla.
En cuanto a obra gráfica original no sólo está la del poeta, también de autores contemporáneos, ya que se trata de un centro muy especializado en Lorca, pero que abarca también la historia de España del primer tercio del siglo XX y la Generación del 27. Así que se recogen obras de Gregorio Prieto, de José Caballero y algún Dalí, como una mano que fue un boceto para una de las secuencias de Un perro andaluz, que en su momento salió a subasta y fue comprada por el Patronato García Lorca.
La biblioteca reúne una colección bibliográfica de más de 10.000 volúmenes y unos cincuenta títulos de revistas de la época. La peculiaridad de este centro es que también acoge los archivos personales de otras figuras muy importantes vinculadas a la obra y al estudio de Lorca, caso de los archivos de Claude Couffon, Ian Gibson o Eutimio Martín. Parte de estos trabajos están centrados en investigar su asesinato, por lo que mientras la archivera muestra la obra y la vida del poeta, el visitante repara en una estantería con un nombre clave: Ramón Ruiz Alonso. Ese cajón guarda toda la documentación que reunió Gibson sobre el hombre que elaboró la denuncia que llevó a su detención el 16 de agosto de 1936 en la casa de Luis Rosales.
Este archivo pasó a engrosar los fondos del Patronato Cultural a finales de los años noventa. Reúne toda la documentación que ha servido de base al hispanista para su biografía sobre Federico García Lorca. A esta primera entrega, y cumpliendo con su compromiso, el hispanista ha ido sumando un valioso material, fruto de sus trabajos referentes a Salvador Dalí, Queipo de Llano, Henry Spencer Ashbee... Cada uno de estos personajes, objeto de sus estudios, han dado lugar a secciones dentro de su archivo de las que cuelgan series de correspondencia, diarios, fotografías o prensa, además de una importante colección bibliográfica que, de la misma manera que el archivo, va creciendo con el paso del tiempo. De hecho, hace apenas unos días, el irlandés pasó por Fuente Vaqueros para depositar ocho nuevos tomos de sus anotaciones personales de su investigación sobre Dalí, todo ello con la minuciosidad y el rigor que caracterizan las investigaciones del autor. Llama la atención un ejemplar de la revista Ahora (1935), donde se hace una crónica del homenaje a Margarita Xirgu y Federico García Lorca, con motivo de la representación cien de Yerma. Con un gran reportaje fotográfico, se puede ver en una de las fotografías de los asistentes a Valle-Inclán, Azaña y Borrás, entre otros. Y Federico, con un impoluto esmoquin, aparece exultante tras una maraña de folios. Aquí ya era el poeta más importante del país, pero este archivo también tiene ejemplares de la revista universitaria El Eco del Aula, donde publicó sus primeras prosas, o rarezas como un libro publicado en 1929 con textos de Guillén, Salinas y Lorca, una edición dedicada a Gibson por el propio Salinas en la que le describe como "gongorista férrido".
El hispanista francés, que llegó a España en los años cuarenta buscando datos sobre el asesinato de Federico García Lorca, donó una serie de fotografías, anotaciones y prensa que sirvieron de base para su estudio. Si se abre uno de sus bloc de notas se puede ver hasta un croquis de la Huerta de San Vicente.
Este fondo está compuesto de una parte importante de los manuscritos de su obra poética junto a una valiosa serie de correspondencia que mantuvo con muchos de los poetas de la Generación del 27, quienes les mandaban con sus cartas, poemas autógrafos o mecanuscritos, para que se publicaran en la revista Papel de Aleluyas. Aquí se conservan varias cartas y poemas de Rafael Alberti, Pedro Salinas, Luis Cernuda, algún telegrama de Lorca, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre o Francisco Ayala.
Es otra de las donaciones importantes. Margarita Smerdou Altolaguirre, presidenta de la Fundación Generación del 27 de Madrid y sobrina de Manuel Altolaguirre, entregó una colección bibliográfica sobre crítica literaria y literatura hispánica.
El archivo de Anna María Dalí procede de la donación que en 1987 hizo la hermana del pintor ampurdanés a la Casa-Museo, de los recuerdos que conservaba de Lorca, sobre todo las cartas que le mandó tras su estancia en Cadaqués. Algunas de estas misivas son fieramente humanas y con un toque de vanguardia: "Querida amiga, no sé cómo tengo cara para ponerte estos renglones. Me he portado como un sinvergüenza. Sinvergüenza, sinvergüenza, sinvergüenza. Los sinvergüenzas subirán así, hasta ponerse un sinvergüenza grande con el Citröen luminoso de la Torre Eiffel...", escribió el poeta.
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