Viajante marina
Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente eligiendo otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados...
Bertolt Brecht
Estos días pasados leíamos la noticia de los tres bomberos españoles, que habían acudido como voluntarios de una ONG para ayudar en la avalancha de inmigrantes que llegan desde Turquía, apresados por las autoridades griegas en Lesbos. Se les acusaba de tráfico ilegal de personas. Muchos se llevan las manos a la cabeza leyendo esos artículos no muy bien explicados por la prensa. Así que últimamente se repiten las preguntas al respecto y mis amigos se sorprenden cuando conocen la ley. Me gustaría aportar mi grano de arena.
Las leyes internacionales marítimas hacen obligatoria la asistencia y el auxilio en el mar; ningún capitán se puede negar a ello, sea barco profesional o de recreo. Pero si el salvamento requiere el embarcar personas ilegales a bordo, las circunstancias se complican porque no se puede trasladar individuos sin papeles y desembarcarlos en ningún país sin permiso de las autoridades. Es decir, los puedes embarcar, pero desde ese momento no puedes arribar a ningún puerto y debes esperar a que algún país te deje entrar.
"Problemas burocráticos impidieron durante ocho días el desembarco de los inmigrantes en tierra"
Esto fue lo que le paso al pesquero español "Francisco y Catalina" hace algunos años, que rescató a 51 inmigrantes a cien millas de las costas maltesas. Esa ocasión fue especialmente dura, ya que problemas burocráticos impidieron durante ocho días el desembarco de los inmigrantes en tierra; creo recordar que se les acabaron hasta los víveres.
Fotografía: Tierra prometida, de MAYTE PIERA |
El caso de los bomberos es algo diferente ya que sí tenían permiso griego para asistir y trasladar a los náufragos pues colaboraban con proem-aid, organización española no gubernamental para el rescate de personas en el mar. Según sus propias palabras, sacadas de un artículo de El Pais:
"Eran las tres y estábamos en la costa ayudando a las personas que acababan de llegar en una embarcación. Entonces, un compañero nos alertó de que otra se estaba hundiendo en mitad del mar. Así que nos fuimos con un barco hacia la zona. Pero no lo encontramos. Navegábamos bastante alejados de la costa. Entonces, otro de los españoles, Manuel Blanco, comentó que nos estábamos acercando a aguas turcas. Decidimos volvernos. Y a los cinco minutos apareció la policía portuaria."
De acuerdo a la versión de los guardias costeros, los bomberos navegaban en una embarcación particular, propiedad al parecer de uno de los voluntarios daneses, también detenido, que no estaba autorizada para llevar a cabo rescates de refugiados.
La verdad nunca la sabremos, sobre todo cuando hay por medio juicios y abogados. El caso es que las leyes están para cumplirlas, desgraciadamente incluso cuando nos parecen injustas, pero mucho más en zonas de conflictos como son las fronteras entre Grecia y Turquía. Este último país no ha parado de denunciar violaciones de sus aguas a cargo de las embarcaciones de salvamento. Los turcos no se andan con chiquitas y que no se nos olvide que derribaron un avión de combate ruso por motivos parecidos. Es posible que por estas u otras razones, ciertas autoridades griegas estén empezando a atársela con papel de fumar. Quién sabe.
"Las consecuencias son atroces tanto para los refugiados como para los griegos"
El inconveniente de esta reglamentación es que las consecuencias son atroces tanto para los refugiados como para los griegos. Numerosos barcos de crucero o embarcaciones deportivas alteran sus recorridos para no verse inmiscuidos en fregados interminables con la policía y arruinar las vacaciones de sus pasajeros. Un país que vive casi exclusivamente de los ingresos del turismo y unas personas desesperadas que huyen de una guerra que no provocaron. Por no hablar de los casos de hacer la vista gorda a un naufragio en el mar; algunos contrastados y, desgraciadamente, cientos que nunca conoceremos. La crueldad humana es inimaginable.
Hasta ahora los socios de la UE tan solo han acogido a una ínfima parte de los refugiados que se comprometieron dentro del programa de re-ubicación. Pero en Europa, cada vez más, se alzan las voces pidiendo eliminar a Grecia de la zona Schengen. Solo la mera petición revuelve el intestino y sobrepasa lo más rastrero alcanzado jamás por la Unión Europea en esta crisis. Los problemas del vecino no son los míos. Algo tan brutal como la reclusión de los leprosos de por vida en los Lazaretos.
"¿Dónde quedaría nuestra dignidad?"
Yo solo he tenido una experiencia de encuentro con embarcaciones ilegales, pero las condiciones no fueron tan dramáticas. A unas millas al sur de Formentera localizamos un pequeño pesquero a la deriva que llevaba unas 6 personas a bordo. Solo pedían gas oil y agua para proseguir su viaje. Nos pusimos en contacto con la estación radio costera que nos ordenó permanecer en sus inmediaciones hasta la llegada de la patrullera de la Guardia Civil. Siempre me he preguntado qué hubiera hecho si las circunstancias hubieran sido críticas ¿Los hubiera embarcado? Creo que la respuesta es que sí. Porque las leyes están para incumplirlas cuando son injustas y crueles; si no lo hiciéramos ¿dónde nos quedaría nuestra dignidad? Esa sin la cual es imposible levantarse por las mañanas. Quién de nosotros no ha oído, en boca de nuestros padres y abuelos, historias de desarraigo, éxodos y exilios; conversaciones de recurso tras las largas comilonas familiares. Todos somos hijos de emigrantes.
En la peor crisis humanitaria a la que se enfrenta Europa desde la Segunda Guerra Mundial salvan el tipo los de siempre; los ciudadanos de a pie, sencillos y anónimos de las islas griegas con algo más de sensibilidad que nuestros representantes. Empatía es una palabra griega. Los casos son innumerables pero voy a poner el ejemplo que más trascendencia ha tenido en los medios: el panadero de Kos.
"Se presenta frente a la comisaría y organiza una larga fila para repartir gratis el pan"
Su familia huyó de la invasión turca de Esmirna en 1922, que desplazó a un millón de griegos, muchos de los cuales se refugiaron en Australia. Dionisis, el panadero, sabe lo que es ser hijo de refugiados. Todos los días, sobrepasa la producción habitual de su panadería en 100 kilos de bollos. Con su furgoneta se presenta frente a la comisaría de la policía y organiza una larga fila para repartir gratis el pan.
Cuando Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, visitó la isla dijo: "Europa no es un grupo de ultras que se reúnen para quemar un albergue de sirios. Europa es el panadero de Kos, que ofrece su pan gratis para paliar el hambre de los refugiados". Cinismo es una palabra europea pero tiene origen griego.
Desde el comienzo de la crisis de refugiados; pescadores, amas de casa, pensionistas, profesores de las islas griegas y otros voluntarios han abierto sus casas y sus corazones para salvar a niños, hombres y mujeres refugiados que huyen de la guerra y el terror por lo cual se les ha propuesto para el Premio Nobel de la Paz. La iniciativa, secundada por Avaaz ya cuenta con más de 600.000 firmas. Si se lo conceden me alegraré mucho. Pero me imagino a la academia sueca entregando el galardón en un acto solemne y pomposo. La hipocresía, otra vez más, es un término griego que significa sobre-actuar, representar lo que no eres.
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