Científicos de la UGR vuelven a Asuán para avanzar en el estudio de las condiciones de vida hace 4.200 años
LOLA QUERO GRANADA
En torno al año 2200 a. C. una mujer del sur de Egipto, con 1,62 metros de altura, murió cuando contaba con algo más de 30 años y sufría un importante deterioro físico. Podría ser una más dentro de una sociedad egipcia que la historia ha idealizado, pero que las últimas investigaciones ponen en una situación muy extrema, con "vidas al límite de la muerte". Miles de años después de su fallecimiento, esta mujer de Asuán ha sido protagonista en medios comunicación y revistas científicas de todo el mundo porque en sus restos momificados se han encontrado muestras de haber padecido el primer cáncer de mama que se conoce.
Este hallazgo del año pasado fue fruto del trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad de Granada, encabezados por el catedrático Miguel Botella, que cada temporada participan en el proyecto Qubbet el-Hawa, una necrópolis ubicada justo en frente de la moderna ciudad de Asuán, unos mil kilómetros al sur de El Cairo. Es un estudio coordinado por la Universidad de Jaén en el que participan científicos de varias instituciones internacionales.
Los cuatro miembros de la expedición granadina salen hoy de nuevo para Egipto para iniciar la octava campaña en esta necrópolis. Uno de los principales objetivos que tienen este año es reencontrarse con su paciente de cáncer de mama.
El director del Laboratorio de Antropología de la UGR, Miguel Botella, explicó ayer que el año pasado no se pudieron hacer muchas pruebas con esta momia por las enormes trabas burocráticas que hay en Egipto. Pero a lo largo del año se han estado tramitando los permisos correspondientes y en esta campaña ya está previsto hacer un estudio más profundo de ese primer cáncer de mama documentado.
"Es tan espectacular que no cabe duda su diagnóstico, como han confirmado todos los antropólogos interesados", explicó el catedrático granadino. Pero ahora es necesario utilizar tecnología para hacerle pruebas, como una tomografía, para poder seguir indagando en este caso y poder publicar así un trabajo más profundo.
Esta enfermedad es una más de las que se han encontrado muestras en los restos humanos de aquellas tumbas. Según los científicos están confirmando año a año, la población egipcia de aquella época vivía en unas condiciones de extrema pobreza e insalubridad.
Enfermedades infecciosas, signos de violencia, tumores, artrosis y mortalidad infantil en la mitad de la población. Éstos son algunos de los signos encontrados en las momias de la necrópolis estudiada.
Según los científicos granadinos, hay suficientes indicios para pensar que esta población vivía con exceso de trabajo, estaba mal nutrida y padecía importantes enfermedades que acababan con sus vidas muy pronto. Esto contrasta mucho con la imagen de sociedad avanzada y rica que ha trascendido del Egipto de las pirámides. "Se ha quitado la idealización del mundo de los faraones", explicó ayer la investigadora Inmaculada Alemán.
En Qubbet el-Hawa se han encontrado a lo largo de diferentes campañas de excavación unas 60 tumbas talladas en la roca de la colina, algunas de las cuales no han sido investigadas nunca.
La mayor parte de las tumbas pertenecieron a los nobles del Reino Antiguo y del Reino Medio (2600-1750 a. C.). En ellas, se han encontrado inscripciones de suma importancia para la Historia no sólo de Egipto, sino de toda la humanidad. Es uno de los yacimientos más importantes de Egipto.
Desde el año 2008, este proyecto se ha centrado en el estudio y excavación de la tumba QH33, en donde fueron enterrados los gobernadores de Elefantina Heqaib III y su hermano y sucesor, Ameny-Seneb (1810-1790 a. C.), que fueron contemporáneos al penúltimo faraón de la XII Dinastía, Amenemhat III (1818-1773 a. C.) A raíz de estos trabajos arqueológicos, se han sacado a la luz nuevas tumbas que están en proceso de excavación. Este año se ha ampliado bastante la zona de estudio.
La geóloga de la UGR Mari Paz Sáez explicó ayer que además de estudiar aquella zona desde el punto de vista antropológico, se hace un estudio del terreno y las construcciones. Se trata de edificios funerarios construidos en el interior de una colina. Se excavaban como cuevas pero se hacían estructuras parecidas a las de los edificios actuales.
Los investigadores de la UGR salen hoy para Egipto con maletas llenas de instrumentos y material, porque, como explica Inmaculada Alemán, "pedir allí una simple escalera es un imposible". A cambio encuentran cada año hospitalidad de los habitantes y la colaboración plena de sus colegas de otras universidades y nacionalidades.
Este hallazgo del año pasado fue fruto del trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad de Granada, encabezados por el catedrático Miguel Botella, que cada temporada participan en el proyecto Qubbet el-Hawa, una necrópolis ubicada justo en frente de la moderna ciudad de Asuán, unos mil kilómetros al sur de El Cairo. Es un estudio coordinado por la Universidad de Jaén en el que participan científicos de varias instituciones internacionales.
Los cuatro miembros de la expedición granadina salen hoy de nuevo para Egipto para iniciar la octava campaña en esta necrópolis. Uno de los principales objetivos que tienen este año es reencontrarse con su paciente de cáncer de mama.
El director del Laboratorio de Antropología de la UGR, Miguel Botella, explicó ayer que el año pasado no se pudieron hacer muchas pruebas con esta momia por las enormes trabas burocráticas que hay en Egipto. Pero a lo largo del año se han estado tramitando los permisos correspondientes y en esta campaña ya está previsto hacer un estudio más profundo de ese primer cáncer de mama documentado.
"Es tan espectacular que no cabe duda su diagnóstico, como han confirmado todos los antropólogos interesados", explicó el catedrático granadino. Pero ahora es necesario utilizar tecnología para hacerle pruebas, como una tomografía, para poder seguir indagando en este caso y poder publicar así un trabajo más profundo.
Esta enfermedad es una más de las que se han encontrado muestras en los restos humanos de aquellas tumbas. Según los científicos están confirmando año a año, la población egipcia de aquella época vivía en unas condiciones de extrema pobreza e insalubridad.
Enfermedades infecciosas, signos de violencia, tumores, artrosis y mortalidad infantil en la mitad de la población. Éstos son algunos de los signos encontrados en las momias de la necrópolis estudiada.
Según los científicos granadinos, hay suficientes indicios para pensar que esta población vivía con exceso de trabajo, estaba mal nutrida y padecía importantes enfermedades que acababan con sus vidas muy pronto. Esto contrasta mucho con la imagen de sociedad avanzada y rica que ha trascendido del Egipto de las pirámides. "Se ha quitado la idealización del mundo de los faraones", explicó ayer la investigadora Inmaculada Alemán.
En Qubbet el-Hawa se han encontrado a lo largo de diferentes campañas de excavación unas 60 tumbas talladas en la roca de la colina, algunas de las cuales no han sido investigadas nunca.
La mayor parte de las tumbas pertenecieron a los nobles del Reino Antiguo y del Reino Medio (2600-1750 a. C.). En ellas, se han encontrado inscripciones de suma importancia para la Historia no sólo de Egipto, sino de toda la humanidad. Es uno de los yacimientos más importantes de Egipto.
Desde el año 2008, este proyecto se ha centrado en el estudio y excavación de la tumba QH33, en donde fueron enterrados los gobernadores de Elefantina Heqaib III y su hermano y sucesor, Ameny-Seneb (1810-1790 a. C.), que fueron contemporáneos al penúltimo faraón de la XII Dinastía, Amenemhat III (1818-1773 a. C.) A raíz de estos trabajos arqueológicos, se han sacado a la luz nuevas tumbas que están en proceso de excavación. Este año se ha ampliado bastante la zona de estudio.
La geóloga de la UGR Mari Paz Sáez explicó ayer que además de estudiar aquella zona desde el punto de vista antropológico, se hace un estudio del terreno y las construcciones. Se trata de edificios funerarios construidos en el interior de una colina. Se excavaban como cuevas pero se hacían estructuras parecidas a las de los edificios actuales.
Los investigadores de la UGR salen hoy para Egipto con maletas llenas de instrumentos y material, porque, como explica Inmaculada Alemán, "pedir allí una simple escalera es un imposible". A cambio encuentran cada año hospitalidad de los habitantes y la colaboración plena de sus colegas de otras universidades y nacionalidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario