La plaga de la cochinilla pone en peligro la viabilidad de esta especie tan unida al paisaje de la capital
A. ASENSIO GRANADA
Durante décadas, de la planta de la chumbera -como del cerdo- se ha aprovechado prácticamente todo. No sólo sus frutos son apreciados por su sabor. Su cultivo ha permitido delimitar fincas, controlar el ganado -a modo de vallado totalmente ecológico y económico-, las palas se destinaban a forraje para los animales y, además, servían de alimento a un insecto, el Dactylopius coccus, más conocido como a cochinilla del carmín, utilizado desde hace siglos para la extracción de tinte y para uso en productos cosméticos.
"La plantación de la chumbera llegó a ser industrial en Granada", recuerda el responsable del jardín botánico de la Universidad de Granada, José Tito, que destaca la presencia de esta planta en las laderas del Sacromonte, una de las estampas más típicas de la provincia. Desde su llegada de América se propició su cultivo -algo para lo que no se requería una gran inversión, gracias a la gran capacidad para enraizar de las palas de la chumbera-, entre otros fines para proveer de sustento al insecto, del que se extraía el preciado tinte. No sólo se empleaba en la industria textil, también en la farmacéutica es utilizado, y también como ingrediente de productos cosméticos o como colorante alimentario (E-120).
La ficha dedicada a la chumbera en la Red Andaluza de Jardines Botánicos explica que esta planta -oriunda de México, incluso aparece en su bandera nacional- se introdujo en España en el siglo XVI. A pesar de ser una especie invasora y de llegar a desplazar a especies autóctonas, su uso masivo propició que terminara por formar parte del paisaje granadino. Pasados los años, a la chumbera se le dio finalidad ornamental cuando ya no había animales que guardar, sus hojas dejaron de emplearse como forraje y el insecto perdió interés para la industria textil y cosmética.
Relegadas a este papel decorativo -o incluso, arrumbadas en bordes de carreteras, taludes y parcelas abandonadas-, ahora están en peligro. Otra cochinilla que se alimenta de las palas -laDactylopius opuntiae- ha alcanzado nivel de plaga. El insecto afecta, desde 2006, "a la mayor parte de las chumberas del sureste ibérico, provocando su desaparición", señalan desde la Red Andaluza de Jardines Botánicos.
La incidencia de la plaga que afecta a esta especie vegetal -sobre todo a las de las provincias de Andalucía oriental- propició que el pasado mes de febrero el tema llegara al Parlamento andaluz en forma de pregunta a la consejera de Agricultura, María del Carmen Ortiz, sobre qué medidas "se están tomando" para atajar la desaparición de esta especie, que, según la parlamentaria de Podemos María del Carmen García, "es sustento económico para muchas familias" gracias a la venta -sobre todo ambulante- de sus frutos durante el verano.
Pese a su valor paisajístico, e incluso económico, es poco probable que se dé solución a la enfermedad que afecta a las chumberas granadinas. De hecho, ni siquiera es un cultivo del que se tengan datos en la Consejería de Agricultura sobre cuántas hectáreas ocupa o qué nivel de daño sufre a causa el insecto. Fuentes de Agricultura señalan que ninguna de las dos cochinillas que se alimentan de la planta "son plagas de cuarentena o plagas regulada por la Unión Europea", por lo que su presencia "no implica obligaciones de erradicación o eliminación de la misma".
Son los propietarios de las plantas los que deben luchar, a título particular, contra los insectos. La Consejería sí se ofrece información y asesoramiento a los dueños de parcelas o ayuntamientos preocupados por atajar la muerte de las plantas. Sin embargo, se reconoce que no hay, a día de hoy, ningún tratamiento efectivo para conseguir acabar con las cochinillas.
A su supervivencia tampoco ayuda la condición de especie alóctona. La chumbera está incluida en el Catálogo español de especies exóticas invasoras. Desde la Red Andaluza de Jardines Botánicos se destaca de la chumbera su "capacidad de desplazar a especies autóctonas o impedir su regeneración" y se apunta cómo para su control "se han llevado a cabo tareas de arranque físico mecánico y fuego".
"La plantación de la chumbera llegó a ser industrial en Granada", recuerda el responsable del jardín botánico de la Universidad de Granada, José Tito, que destaca la presencia de esta planta en las laderas del Sacromonte, una de las estampas más típicas de la provincia. Desde su llegada de América se propició su cultivo -algo para lo que no se requería una gran inversión, gracias a la gran capacidad para enraizar de las palas de la chumbera-, entre otros fines para proveer de sustento al insecto, del que se extraía el preciado tinte. No sólo se empleaba en la industria textil, también en la farmacéutica es utilizado, y también como ingrediente de productos cosméticos o como colorante alimentario (E-120).
La ficha dedicada a la chumbera en la Red Andaluza de Jardines Botánicos explica que esta planta -oriunda de México, incluso aparece en su bandera nacional- se introdujo en España en el siglo XVI. A pesar de ser una especie invasora y de llegar a desplazar a especies autóctonas, su uso masivo propició que terminara por formar parte del paisaje granadino. Pasados los años, a la chumbera se le dio finalidad ornamental cuando ya no había animales que guardar, sus hojas dejaron de emplearse como forraje y el insecto perdió interés para la industria textil y cosmética.
Relegadas a este papel decorativo -o incluso, arrumbadas en bordes de carreteras, taludes y parcelas abandonadas-, ahora están en peligro. Otra cochinilla que se alimenta de las palas -laDactylopius opuntiae- ha alcanzado nivel de plaga. El insecto afecta, desde 2006, "a la mayor parte de las chumberas del sureste ibérico, provocando su desaparición", señalan desde la Red Andaluza de Jardines Botánicos.
La incidencia de la plaga que afecta a esta especie vegetal -sobre todo a las de las provincias de Andalucía oriental- propició que el pasado mes de febrero el tema llegara al Parlamento andaluz en forma de pregunta a la consejera de Agricultura, María del Carmen Ortiz, sobre qué medidas "se están tomando" para atajar la desaparición de esta especie, que, según la parlamentaria de Podemos María del Carmen García, "es sustento económico para muchas familias" gracias a la venta -sobre todo ambulante- de sus frutos durante el verano.
Pese a su valor paisajístico, e incluso económico, es poco probable que se dé solución a la enfermedad que afecta a las chumberas granadinas. De hecho, ni siquiera es un cultivo del que se tengan datos en la Consejería de Agricultura sobre cuántas hectáreas ocupa o qué nivel de daño sufre a causa el insecto. Fuentes de Agricultura señalan que ninguna de las dos cochinillas que se alimentan de la planta "son plagas de cuarentena o plagas regulada por la Unión Europea", por lo que su presencia "no implica obligaciones de erradicación o eliminación de la misma".
Son los propietarios de las plantas los que deben luchar, a título particular, contra los insectos. La Consejería sí se ofrece información y asesoramiento a los dueños de parcelas o ayuntamientos preocupados por atajar la muerte de las plantas. Sin embargo, se reconoce que no hay, a día de hoy, ningún tratamiento efectivo para conseguir acabar con las cochinillas.
A su supervivencia tampoco ayuda la condición de especie alóctona. La chumbera está incluida en el Catálogo español de especies exóticas invasoras. Desde la Red Andaluza de Jardines Botánicos se destaca de la chumbera su "capacidad de desplazar a especies autóctonas o impedir su regeneración" y se apunta cómo para su control "se han llevado a cabo tareas de arranque físico mecánico y fuego".
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