Los cultivos ecológicos se están haciendo un hueco en los parques, casas y terrazas, con el objetivo de controlar aun más lo que se ingiere
RAQUEL VERDUGO
Las flores derraman su esplendoroso colorido por los balcones de la ciudad. Aportan frescor, belleza y, además, ayudan a contrarrestar el grisáceo tono urbano. Pero ahora, las terrazas tienen una nueva función. Depurar el organismo y favorecer el medioambiente. Desde que comenzara en Estados Unidos la tendencia Hazlo tú mismo, no sólo las margaritas pueden asomarse desde las alturas, también las berenjenas.
Esta moda conocida en inglés por sus siglas DIY (Do It Yourself), nació entre los edificios neoyorquinos. La contaminación, la mala alimentación y la necesidad de implantar hábitos saludables frente al estrés, impulsó lo que cada vez está más arraigado en nuestra cultura: el cultivo vertical. Consiste, básicamente, en utilizar patios, balcones, terrazas y cualquier espacio, por reducido que sea, para colocar un huerto. El objetivo es claro: controlar aún más lo que se ingiere.
Pimientos, tomates, y zanahorias son algunas de las hortalizas que más fácilmente arraigan en la tierra. Según Fernando Álvarez, trabajador de una cooperativa de consumo de productos ecológicos llamada La Ortiga, "el cultivo en casa permite saborear frutas y verduras que nunca antes habíamos probado". En realidad, no es que salgan productos nuevos, sino que nacen variedades que el cultivo industrial deshecha. De entre unos 100 tipos de tomates, los clientes sólo tienen acceso a cinco o seis. La causa es que las semillas de estos resisten mejor el almacenamiento, la refrigeración y los pesticidas. Sin embargo, su valor nutritivo es cuestionable.
"El mercado exige que todo se rija por la apariencia; pues bien, todos los productos ecológicos tienen una forma distinta. No son de molde", determina Álvarez. Por ello, cada vez más personas se inscriben en páginas como Cultiva Salud o Da Wanda. En ellas se explican los pasos que hay que seguir para tener las hortalizas más cuidadas del vecindario, y se venden jardineras, mesas de cultivo y maceteros para este fin. La idea es sustituir el antiguo césped por un nuevo vergel.
Está demostrado que el contacto con la naturaleza reporta beneficios. Hay niños en las ciudades que con diez años, aún no han visto una vaca. Para que entiendan que la fruta que se comen en la merienda nace del suelo, están los huertos en los colegios. Con esta iniciativa se trata de acercar a los más pequeños conceptos hasta ahora desconocidos como el de la sostenibilidad. La idea es mostrar a los jóvenes cómo se planta y siembra, para que aprendan el valor que la alimentación tiene en su desarrollo vital.
Esta moda conocida en inglés por sus siglas DIY (Do It Yourself), nació entre los edificios neoyorquinos. La contaminación, la mala alimentación y la necesidad de implantar hábitos saludables frente al estrés, impulsó lo que cada vez está más arraigado en nuestra cultura: el cultivo vertical. Consiste, básicamente, en utilizar patios, balcones, terrazas y cualquier espacio, por reducido que sea, para colocar un huerto. El objetivo es claro: controlar aún más lo que se ingiere.
Pimientos, tomates, y zanahorias son algunas de las hortalizas que más fácilmente arraigan en la tierra. Según Fernando Álvarez, trabajador de una cooperativa de consumo de productos ecológicos llamada La Ortiga, "el cultivo en casa permite saborear frutas y verduras que nunca antes habíamos probado". En realidad, no es que salgan productos nuevos, sino que nacen variedades que el cultivo industrial deshecha. De entre unos 100 tipos de tomates, los clientes sólo tienen acceso a cinco o seis. La causa es que las semillas de estos resisten mejor el almacenamiento, la refrigeración y los pesticidas. Sin embargo, su valor nutritivo es cuestionable.
"El mercado exige que todo se rija por la apariencia; pues bien, todos los productos ecológicos tienen una forma distinta. No son de molde", determina Álvarez. Por ello, cada vez más personas se inscriben en páginas como Cultiva Salud o Da Wanda. En ellas se explican los pasos que hay que seguir para tener las hortalizas más cuidadas del vecindario, y se venden jardineras, mesas de cultivo y maceteros para este fin. La idea es sustituir el antiguo césped por un nuevo vergel.
Está demostrado que el contacto con la naturaleza reporta beneficios. Hay niños en las ciudades que con diez años, aún no han visto una vaca. Para que entiendan que la fruta que se comen en la merienda nace del suelo, están los huertos en los colegios. Con esta iniciativa se trata de acercar a los más pequeños conceptos hasta ahora desconocidos como el de la sostenibilidad. La idea es mostrar a los jóvenes cómo se planta y siembra, para que aprendan el valor que la alimentación tiene en su desarrollo vital.
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