Psicólogo clínico
Foto: IStock. |
La depresión es hoy en día el trastorno mental que afecta, según la OMS, a más de 350 millones de personas. Aunque se trata de una enfermedad común, es grave y está clasificada entre las principales causas de discapacidad en todo el mundo. La buena noticia es que entre el 80% y el 90% de los que la padecen se recuperan.
Existe una relación directa entre la depresión y la salud física. Así, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares pueden desembocar en depresión, y viceversa. Actualmente hay tratamientos eficaces para combatirla, pero es más saludable y conveniente que eches un vistazo a esos síntomas, indicadores de que podrías encaminarte hacia una depresión:
Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, vacío, desesperanza, pesimismo, culpabilidad, inutilidad o impotencia.
Irritabilidad, inquietud.
Pérdida de interés en las actividades que antes complacían, incluso en las relaciones sexuales.
Fatiga y falta de energía.
Dificultad para concentrarse, recordar detalles y tomar decisiones.
Problemas con el sueño: insomnio, despertarse muy temprano o dormir demasiado.
Problemas con el apetito: comer excesivamente o estar inapetente.
Pensamientos o actos suicidas.
Malestar físico persistente: dolores de cabeza, cólicos o problemas digestivos que no se alivian con tratamiento.
Conociendo estos "avisos" que nos ofrece nuestro cuerpo, podemos reconducirnos en gran medida, y aunque no hay garantía de prevenir por completo una depresión (muchas veces es cuestión de desequilibrios químicos ajenos a nuestro control), existen maneras de reducir la probabilidad de verse atrapado por esa enfermedad. Aquí te presentamos 10 puntos mas o menos infalibles.
Mantén tu mente ocupada. Invierte tiempo en actividades que estimulan tu cerebro intelectualmente. Como por ejemplo: leer, escribir, resolver crucigramas, dibujar mandalas, etc.
Recuerda que estos consejos son algo que están bajo tu control y en gran medida dependen de tu voluntad; es aquello que puedes realizar.
Ahora bien, existen otras circunstancias incontrolables que aparecen y nos machacan, como la pérdida de seres queridos o una enfermedad. Ante estos azotes de la vida deberás aceptar que la tristeza es una emoción normal, sana e incluso necesaria para procesar ese repentino acontecimiento. Por ello, no hay que evitarla y hacer que no existe: permítete la tristeza. Pero si esa emoción se mantiene de forma muy prolongada en el tiempo y se suma la desesperanza y desencanto general, es una señal de alerta para pedir ayuda a un profesional de la psicología antes de que el dolor se haga crónico y sea mas complicado superar.
Al igual que cuidamos a quienes queremos, también es imprescindible atender nuestras propias necesidades, cuidarnos, mimarnos.
Y ante todo, no te obsesiones si te resulta complicado llevar a cabo todos y cada uno de estos pasos: te conducirá a un mayor estrés. Recuerda que los procesos requieren tiempo y son graduales. Pero si sientes que los problemas te sobrepasan y no sabes cómo abordarlos, consulta a un psicólogo.
Porque la depresión no es un estado pasajero de tristeza, sino algo mas serio. Tus familiares y amigos pueden brindarte la oportunidad de expresar tus sentimientos. A veces el mero hecho de compartir lo que nos inquieta resuelve ya gran parte de la inquietud.
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