Los pescadores denuncian que los fondos marinos de la zona están putrefactos por los residuos arrastrados por la riada de 2015
ROSA FERNÁNDEZ ALBUÑOL |
Un día cualquiera en la faena de un barco pesquero: "Vamos a echar un rato sacando residuos de la zona cero", dice Ignacio López Cabrera, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Motril. Dirige su embarcación hacia La Rábita y él y sus marineros comprueban que esta parte de costa de continúa igual un año después. En sus redes sacan de todo. Destaca en esta jornada una maraña en la que se encuentran árboles quemados procedentes del incendio de Lújar de julio de 2015, mezclados con el lateral de una lavadora y el parachoques de un coche, entre otros objetos. "Lo peor son los plásticos, que pudren los fondos e impiden que haya vida en estos fondos marinos", explica López. En aquel fatídico 7 de septiembre, en el que incluso perdieron la vida tres personas, la fuerza del agua arrastró partes de invernaderos en una zona eminentemente agrícola. Los daños fueron cuantiosos. "Todo lo que faltó en la tierra, sigue en el mar", continúa el patrón mayor.
Para los pescadores, emplear varias horas en esta tarea de limpieza de fondos supone dejar de faenar. "Es ya utilizando la jornada completa y nuestra situación económica es ya muy complicada, con unos costes muy elevados, por lo que no podemos hacer más que echar algunos ratos, a sabiendas de que lo estamos haciendo gratis; aparte de las redes (que son caras, pues están hechas de derivados del petróleo) que se nos rompen cuando vamos a esta zona, por lo que, encima, nos cuesta el dinero".
López llama la atención sobre que esos diez kilómetros que han inutilizado para su actividad el caladero de levante, son patrimonio natural de todos, pero de momento no les hacen caso. "Le expusimos al Ministerio la situación, pero no han hecho nada", comenta el patrón. Estarían dispuestos a hacer la labor de limpieza, pero necesitarían subvenciones económicas, para compensar ese tiempo y esfuerzo, "porque si no, no lo podemos asumir".
También lamenta que "mientras que en tierra, se han arbitrado soluciones y ayudas, en el mar no" y hace hincapié en que todos esos residuos "hay que retirarlos de ahí". Asimismo, añade que "es la mayor catástrofe mediombiental en la costa de Granada que se ha producido en las últimas décadas y no hay conciencia de ello".
Al final, lo que han hecho durante estos doce meses últimos es apenas acercarse por la zona e irse a los caladeros donde pueden pescar. Al principio, eran 40 kilómetros los afectados, pero en 30 ha vuelto a regenerarse la vida. Sin embargo, en "la zona cero" de la catástrofe, frente a La Rábita, no. "Hay basuras a 100 metros de profundidad", afirma.
Las consecuencias inmediatas de esta situación es que la flota se concentra en los otros caladeros, pero también que la fauna marina ha resultado afectada. "Hay menos pulpo desde la riada, porque en ese época había muchas crías próximas a la costa que perecieron, en concreto, dos generaciones, también de salmonetes que murieron por el lodo y la ceniza procedente del incendio de Lújar y la fuerza del agua que entró en el mar", dice López.
Finaliza la jornada con hierros, plásticos, botellas de fitosanitarios (altamente contaminantes), polietilenos, conducciones de regadío, mallas de obras, cuerdas o alambres en cubierta y se hace un gran silencio en el barco. Aparte de ser su medio de vida, para los amantes del mar, un desastre medioambiental como éste es algo que les duele profundamente.
Para los pescadores, emplear varias horas en esta tarea de limpieza de fondos supone dejar de faenar. "Es ya utilizando la jornada completa y nuestra situación económica es ya muy complicada, con unos costes muy elevados, por lo que no podemos hacer más que echar algunos ratos, a sabiendas de que lo estamos haciendo gratis; aparte de las redes (que son caras, pues están hechas de derivados del petróleo) que se nos rompen cuando vamos a esta zona, por lo que, encima, nos cuesta el dinero".
López llama la atención sobre que esos diez kilómetros que han inutilizado para su actividad el caladero de levante, son patrimonio natural de todos, pero de momento no les hacen caso. "Le expusimos al Ministerio la situación, pero no han hecho nada", comenta el patrón. Estarían dispuestos a hacer la labor de limpieza, pero necesitarían subvenciones económicas, para compensar ese tiempo y esfuerzo, "porque si no, no lo podemos asumir".
También lamenta que "mientras que en tierra, se han arbitrado soluciones y ayudas, en el mar no" y hace hincapié en que todos esos residuos "hay que retirarlos de ahí". Asimismo, añade que "es la mayor catástrofe mediombiental en la costa de Granada que se ha producido en las últimas décadas y no hay conciencia de ello".
Al final, lo que han hecho durante estos doce meses últimos es apenas acercarse por la zona e irse a los caladeros donde pueden pescar. Al principio, eran 40 kilómetros los afectados, pero en 30 ha vuelto a regenerarse la vida. Sin embargo, en "la zona cero" de la catástrofe, frente a La Rábita, no. "Hay basuras a 100 metros de profundidad", afirma.
Las consecuencias inmediatas de esta situación es que la flota se concentra en los otros caladeros, pero también que la fauna marina ha resultado afectada. "Hay menos pulpo desde la riada, porque en ese época había muchas crías próximas a la costa que perecieron, en concreto, dos generaciones, también de salmonetes que murieron por el lodo y la ceniza procedente del incendio de Lújar y la fuerza del agua que entró en el mar", dice López.
Finaliza la jornada con hierros, plásticos, botellas de fitosanitarios (altamente contaminantes), polietilenos, conducciones de regadío, mallas de obras, cuerdas o alambres en cubierta y se hace un gran silencio en el barco. Aparte de ser su medio de vida, para los amantes del mar, un desastre medioambiental como éste es algo que les duele profundamente.
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