A veces se oyen nombres que llevan al cruce de miradas estupefactas. ¿Cuál es su origen?
La sala de espera del médico es como una vieja guía de teléfonos, pero viviente -aún- y sonora, una retahíla de nombres y apellidos que saltan al aire voceados desde el cubículo del galeno. Una evocación de aquella lista que el maestro pasaba en el colegio. ¿Se documentaba Berlanga en un lugar como éste, la consulta del ambulatorio, para los apellidos de los personajes de sus películas? A veces se oyen nombres que llevan al cruce de miradas sorprendidas, cuando no estupefactas, con esa dilatación de pupilas con las que delatamos nuestro asombro. ¿Cómo puede haber alguien que se llame así? ¿En qué estaban pensando sus padres? ¿Cuál es el origen de ese nombre? ¿Y cómo es que no se ha extinguido? Claro que también están los pseudomodernos. A una cantante algo citada estos días por la distinción que le ha otorgado el Gobierno autonómico con motivo del 28-F, ¿cómo la llama el médico, por su nombre de verdad o por su nombre artístico? (Tanto uno como otro son para que el resto de pacientes ejerciten todas las muecas de las que sean capaces.)
-¿Qué le ocurre?
-No sé quién soy.
-¿Cómo dice?
-Que a veces no sé quién soy. Es que me llamo de esta manera -le enseña el DNI- y también de esta otra -le regala su último CD.
-¿Ha leído a Borges?
-¿Qué, quién...? No, no...
- Se lo anotaré. Lea esto. Borges y yo.
-¿Esto? ¿Y no tomo nada?
-No, lea esto.
-¿Y ya está? ¿Ni pastillas?
-Sí, es suficiente. Sin pastillas. Y no cante por un tiempo.
-Tengo galas.
-Pues las cancela. Le conviene.
-¿Y sin receta? ¿El libro no lo paga la Seguridad Social?
-No. Ya sabe, los recortes. ¿Conoce a alguien que pueda prestárselo? Es un cuento muy corto. Y el libro está en edición de bolsillo. No es caro. ¡Qué digo, pero si está en internet! Léalo. Se le pasará. Y si vuelve a notar los síntomas léalo otra vez. Léalo cada vez que no sepa quién es. A la más mínima duda.
-Sí, sí... Gracias.
-Y no se preocupe. No es nada. Pasa bastante a menudo. Y cada vez a más gente. Por cierto, perdone, ¿cuál era su nombre? Es que ya me pierdo con tanta gente ahí fuera. Es para llamar al siguiente paciente. Por favor, dígale que pase... Coño, Don Draper. ¡Don Draper! ¡Entre!
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