Carlos Palomar se alegra por el respaldo de la agencia europea al glifosato.
Hace ya 40 años que se constituyó la Asociación para la Protección de las Plantas (Aepla) y los productores de fitosanitarios aún tienen que reivindicar que la misión de sus empresas no es otra, en definitiva, que asegurar la calidad de los alimentos que consumen las personas. Así lo hace Carlos Palomar en esta entrevista, en la que destaca el importante papel que la sanidad vegetal juega en la alimentación humana cada día.
-¿Es posible la agricultura sin productos fitosanitarios?
-No. Los fitosanitarios son las medicinas de la plantas, imprescindibles para en sanidad vegetal como lo son los medicamentos prescritos para las personas cuando enfermamos. Hasta un 40% de la producción mundial de alimentos se pierde cada año por plagas, malas hierbas y enfermedades. Sin fitosanitarios esta cantidad se duplicaría.
-Cada vez se apuesta más por la lucha biológica para el control de las enfermedades, ¿qué le parece?
-El control biológico de plagas en una de las herramientas disponibles para llevar a cabo una correcta sanidad vegetal, pero no la única y lo que es más importante, es insuficiente si queremos garantizar un suministro suficiente de alimentos sanos y seguros a precios asequibles, gestionando los limitados recursos naturales.
-¿Cómo está evolucionando el sector en cuanto a modernización de productos y adaptación a las normativas sobre cambio climático?
-Es muy importante la inversión en I+D que existe detrás del desarrollo de una nueva solución. Precisamente este esfuerzo en investigación ha fomentado los avances tecnológicos aplicados a la agricultura, poniendo en el mercado productos respetuosos con el medio ambiente. Las empresas fabricantes de fitosanitarios destinan de media el 11% de su facturación a la I+D+i, desarrollar un nuevo producto conlleva un plazo de investigación de más de 10 años y una inversión de entre 250 y 300 millones de euros. Estas cifras hablan por sí solas del compromiso de nuestras empresas por un futuro mejor para nuestro planeta.
-Sobre el tema del glifosato, ¿cree que finalmente desaparecerán las barreras para su uso definitivamente?
-Así lo esperamos. Recientemente, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (Echa) ha hecho público la decisión de su comité de Evaluación de Riesgos (RAC) de mantener la actual clasificación armonizada del glifosato. Finalmente la ciencia prevaleció, y desde Aepla nos felicitamos por ello y esperamos que sirva de precedente de cara al futuro. Ahora esperamos que la Comisión Europea acelere el proceso de registro de la sustancia en la UE y conceda una aprobación de 15 años.
-¿Cree que hay algún tipo de intereses tras el revuelo que se ha formado hasta cuestionar la salubridad de su uso?
-El futuro del glifosato ha sido un tema de actualidad en los medios en los últimos meses. El debate sobre si debía o no estar permitido, se ha centrado principalmente en sus probables efectos cancerígenos, a raíz de su clasificación como tal por parte de IRAC, que no es autoridad reguladora. Sin embargo aquel hecho ha servido a los grupos de presión posicionados a favor de la no renovación de este producto para respaldar sus demandas. Desde la industria fitosanitaria hemos venido reclamando la toma de decisiones al respecto, basadas en criterios científicos y avaladas por autoridades con verdaderas competencias en la materia.
-El sector de los fitosanitarios es muy delicado de cara a la opinión pública porque cualquier comentario puede tener una repercusión muy elevada ¿no?
-Creemos que nuestra industria sufre una injustificada mala imagen en nuestra sociedad, quizá debido a la desinformación que existe en torno a ella. A finales de 2015, Aepla hacía públicos los resultados de la "I Encuesta sobre imagen de la agricultura", que mostraba el desconocimiento del consumidor sobre del importante papel que juega la agricultura en la producción de los alimentos frescos que cada día llegan a su mesa, y los actuales controles que garantizan la seguridad de nuestros alimentos. No deja de sorprender el alto desconocimiento que el mundo urbano tiene del rural. Y muy a nuestro pesar, creemos que ese vacío ha sido cubierto por opiniones e informaciones tan respetables como faltas de base científica. El resultado se traduce en una opinión pública que ha asumido como ciertos mensajes catastrofistas y alejados de la realidad, que provocan un rechazo a los beneficios que la ciencia ha puesto a nuestro alcance proporcionándonos una esperanza y calidad inimaginables por nuestros antecesores.
-Las nuevas tecnologías, como los drones, están jugando un papel importante en la aplicación de los fitosanitarios. Hábleme de otros ejemplos.
-Por supuesto. Los drones permiten aplicaciones específicas de manera segura y eficiente. Pero no debemos olvidar que no deja de tratarse de una aplicación área que requiere de una autorización excepcional, además de las requeridas para el manejo de drones. Entre otros avances, destacar las boquillas de baja deriva, que garantizan la eficacia del tratamiento reduciendo las pérdidas de producto, evitando las contaminación de zonas colindantes al área a tratar; o los deflectores en la siembra de semillas tratadas.
-El sector de fitosanitarios sigue creciendo ¿no? ¿Qué porcentaje corresponde a Andalucía?
-Efectivamente, actualmente la cifra de ventas de fitosanitarios en la agricultura española está cerca a los 1.100 millones de euros. Estas cifras en la comunidad andaluza, referidas a 2016, se traducen en algo más de 307 millones de euros de facturación y cerca de 44.000 toneladas de producto.
-¿Cómo ha evolucionado la agricultura en los 40 años que han pasado desde la constitución de Aepla?
-Cuarenta años más tarde, muchos de los problemas a los que se enfrentaron nuestros antecesores siguen de actualidad, y los afrontamos con el mismo convencimiento que ellos. El tiempo suele darnos la razón: apostamos por la agricultura integrada mucho antes de que ésta se convirtiera en el único modelo de producción admitida, avanzamos la necesidad de establecer una adecuada gestión de envases antes de que Sigfito se convirtiera en la organización de referencia en toda España, y ahora, luchamos por concienciar sobre los beneficios que la ciencia y la tecnología aportan al desarrollo humano y a la agricultura sostenible. Aepla sigue trabajando por construir una agricultura fuerte y competitiva, promoviendo un entorno regulatorio sólido y estable, fomentando las Buenas Prácticas Agrícolas como la mejor garantía de sostenibilidad e informando a la sociedad sobre el importante papel que la sanidad vegetal juega en nuestra alimentación. Disfrutamos de una calidad y esperanza de vida muy superior a la de las generaciones que nos precedieron, gracias en buena medida a la dieta rica en fruta y verdura a la que ahora accedemos sin restricciones. Renunciar a este privilegio no tiene sentido. Nuestra sociedad urbanita nunca ha estado tan alejada de la verdadera realidad de la agricultura. La profesionalidad del sector debe ser reconocida y apoyada. El buen uso que de las nuevas tecnologías hacen los agricultores es la mejor garantía de seguridad alimentaria para los consumidores. Durante estas cuatro décadas Aepla ha puesto en marcha diferentes proyectos de responsabilidad social dirigidos a fomentar las Buenas Prácticas Agrícolas, para proteger la calidad del agua, el medio ambiente, la biodiversidad y la seguridad del operario.
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