El doctor Jesús Castiñeiras, catedrático de Urología, durante una intervención quirúrgica. |
El cáncer de próstata, enfermedad detectada recientemente al conocido entrenador Eduardo Berizzo, afecta cada año a unas 5.800 personas (casos nuevos) en Andalucía, siendo el tipo de tumor más frecuente en la población masculina, si bien el pronóstico es muy favorable en estadios iniciales, con una supervivencia que roza el 90% de los casos. "Los afectados pueden acceder a todos los tratamientos disponibles (cirugía, radioterapia, fármacos y quimioterapia) en los hospitales y en Andalucía, en general, sin necesidad de trasladarse a otras comunidades autónomas", asevera el doctor y profesor Jesús Castiñeiras.
Durante las fases iniciales de la enfermedad, los pacientes cuentan con tres alternativas terapéuticas: vigilancia, cirugía y radioterapia. "Los resultados de la cirugía y la radioterapia son similares, pero sus efectos secundarios son distintos", asevera el doctor Castiñeiras. La principal consecuencia de la cirugía es la disfunción eréctil o impotencia, además de la incontinencia urinaria, mientras que los principales efectos secundarios de la radioterapia es la afectación de tejidos cercanos a la próstata, como la vejiga o el recto, de modo que puede desencadenar incontinencia y sangrado rectal. La radiación también puede afectar a los nervios encargados de la función eréctil.
Ante la decisión sobre la idoneidad de una terapia u otra, con resultados similares, "debe tomar parte el propio paciente, tras conocer cuáles son los riesgos para su calidad de vida, a los que se expone", añade la doctora Eloísa Bayo, directora del Plan Integral de Oncología en Andalucía. Para ello los especialistas deben informar a los pacientes de todas las alternativas y de los riesgos.
El objetivo de la cirugía y de la radioterapia es extirpar el tumor. Ambas vías terapéuticas han tenido un destacable desarrollo en los últimos años y la tecnología está muy presente en los avances: la robótica, por un lado, aplicada en la cirugía; y los equipos de radioterapia de última generación, que permiten aumentar la dosis de radiación con mayor precisión reduciendo efectos tóxicos en tejidos sanos.
La edad es un factor clave en la toma de decisiones ante el amplio abanico de opciones terapéuticas (cirugía, cirugía robótica, radioterapia y braquiterapia). El cáncer de próstata es de evolución lenta y está asociado al envejecimiento, de modo que suele aparecer a partir de los 50 años. El doctor Castiñeiras describe los factores de riesgo: "El primero es racial; distintos estudios han constatado que este tipo de cáncer afecta más a la raza negra; el segundo, es genético, de modo que los hijos de padres con cáncer de próstata tienen más riesgo; y a aún más, los hijos y nietos de afectados. El tercer factor es alimenticio". El especialista recuerda "un estudio realizado en la población asiática emigrante en EEUU que constató que el cáncer de próstata aumentó en esta población cuando comenzó a abandonar su dieta tradicional basada en arroz, soja y tomate, y comenzó a adquirir la dieta estadounidense, que está basada, principalmente, en carne roja".
Si el cáncer de próstata se detecta cuando ya se ha diseminado, el tratamiento se centra en la administración de una unos fármacos conocidos como antiandrógenos. Este tumor depende de dos factores para crecer: del envejecimiento y de los andrógenos (hormona reproductiva masculina).
Los fármacos antiandrogénicos, en fase metastásica, persiguen el control de la enfermedad y ganar años de supervivencia. "Frente a los tumores que se hacen resistentes a estas terapias (castración química) han surgido hace unos años dos nuevos medicamentos (enzulatamida, que bloquea los receptores de los andrógenos, y la abiraterona, que bloquea la producción de andrógenos)", asevera el doctor Castiñeiras.
Una vez que se han agotado estas alternativas médicas basadas en fármacos, la opción terapéutica ante cáncer de próstata avanzado resistente a la castración es la quimioterapia.
"La supervivencia al cáncer de próstata ha aumentado 20 puntos desde el año 1985, en Andalucía, y su incidencia ha crecido una media del 6,5% anual desde el 85", asevera la doctora Eloísa Bayo. El destacado incremento, tanto en la incidencia como en la supervivencia, que se produce desde finales de los ochenta del siglo XX, coincide con la aplicación generalizada del test PSA (antígeno prostático específico) como prueba diagnóstica. Este test ha permitido la detección de este tumor en fases precoces.
Según los datos epidemiológicos (ver gráfico), la mortalidad por este tumor muestra una tendencia descendente desde mediados de los años 90, determinada por el diagnóstico precoz y los avances terapéuticos. A pesar de este descenso, unos 5.500 varones fallecen cada año en España a consecuencia de este tumor, lo que supone un 2,8% del total de las defunciones registradas en la población masculina española.
El cáncer de próstata, con 33.370 casos diagnosticados en España en 2015, es el más frecuente en la población masculina. A este tumor, en incidencia, le siguen el cáncer de colon(24.764 casos), pulmón (22.430), vejiga (17.439) y estómago (5.150 casos), según el último estudio de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). En Andalucía, al igual que en el resto de España, el tumor más frecuente es el cáncer de próstata en los hombres, el cáncer de mama en las mujeres, y el cáncer colorrectal, si se considera conjuntamente a los hombres y a las mujeres.
Este ranking en la incidencia del cáncer ha variado en los últimos años. "Hace una década, en 2007, el tipo de tumor más frecuente en hombres era el cáncer de pulmón, pero el abandono del tabaquismo, principal causa del cáncer de pulmón, por parte de los hombres en los últimos años ha hecho desbancar en ellos este tumor, cuyo pronóstico es nefasto, al tercer puesto", añade la responsable del Plan Integral de Oncología en Andalucía.
Aunque el cáncer de próstata es el primero en incidencia, este tipo de tumor ocupa el tercer puestos en mortalidad. Según los datos del Instituto Nacional de Epidemiología, entre los hombres, el tumor que causó el mayor número de fallecimientos en España en 2014 fue el cáncer de pulmón, responsable de 17.173 fallecimientos, por delante del cáncer de colon (responsable de 6.951 muertes), próstata (5.855 muertes), vejiga (3.894), hígado (3.389 muertes), estómago (3.328 muertes) y páncreas (3.193 fallecimientos). Aunque el cáncer de próstata está asociado a factores que no se pueden modificar, como el envejecimiento y el componente hormonal, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) recomienda una serie de hábitos saludables que contribuyen a burlar esta enfermedad, entre los que destaca la dieta: los tomates (crudos o productos que contienen tomate como salsa) y las sandías tienen un alto contenido de licopenos. Estas sustancias son atioxidantes que ayudan a prevenir el daño al ADN y son objeto de estudio. Otras investigaciones buscan, además, posibles efectos de los derivados de la soja en el riesgo de cáncer de próstata, aunque parece que su ingesta podría reducir la incidencia del cáncer de próstata.
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