En octubre inauguró una potente temporada llena de premios. ¿Su carrera está ya consolidada?
-Realmente no se consolida nunca, pero puedo decir que estoy en un buen momento. Son carreras de mucho recorrido. Yo tuve la suerte de empezar muy niña y ahora estoy recogiendo frutos de este calibre, algunos premios que suman alicientes a la trayectoria y dan estímulos para poder seguir trabajando duro en lo que creo, en mi caballo de batalla, la música española y andaluza, el descubrimiento de obras nuevas y las creaciones contemporáneas.
-Se ha especializado en la reivindicación de la música española, ¿hace falta que se mime más la creación más cercana?
-Sí, siempre. Y no solamente debemos defenderla, sino también enorgullecernos de ella. Ya es hora de quitarnos complejos, de romper esas barreras que nosotros mismos nos ponemos respecto a nuestro repertorio musical. En el extranjero nuestra música es más que valorada, es venerada. El maestro Rodrigo, el maestro Falla o Albéniz son grandísimos compositores que están al nivel de otros muchos primeros espadas y que estamos en el momento de reivindicarlos.
-¿Es más reconocida nuestra música fuera que dentro?
-Yo creo que sí, que más si cabe. Desde fuera se quita el estigma de lo local, de lo propio. A veces nosotros mismos tardamos en darle el valor que tiene. Cuando llegas con un premio, una crítica muy buena de algún concierto que has hecho fuera parece que aquí se tiene más en cuenta, algo que es ridículo, porque realmente ya debería de tener el valor en sí. Pero bueno, cada vez se va valorando más y se programa en los festivales.
-¿Qué nombres son imprescindibles para usted del repertorio español?
-Albéniz, Falla, que tiene poca obra pianística pero de un valor incalculable. Fue un músico revolucionario y transgresor, además de un pensador y un ideólogo que marcó a todos los que vinieron después. Para mí Falla es un punto y aparte. De esa escuela reivindico la obra de Ernesto Halffter, uno de los grandes discípulos de Falla. También el maestro Rodrigo, el que siempre reivindico e intento poner en pie su obra pianística que se conoce muy poco, y lógicamente a los grandes contemporáneos como Antón García Abril, que este año cumple 85 años. Joaquín Turina y Eduardo Ocón me interesan mucho porque sigo descubriendo obras nuevas. Estoy muy motivada con este repertorio.
-En la música culta, ¿cuesta abrirse camino?
-Es una carrera en la que hay una competencia alta y necesitas tener una voz propia, decir algo nuevo, tener un criterio propio. Se está poniendo en valor al figura del intérprete que además desarrolla un proyecto propio y lo lleva a cabo hasta el final y lo exporta. Eso del intérprete que sólo toca un concierto ya está un poco obsoleto.
-¿Y el ser mujer influye en esta ecuación?
-Sin duda. Se nota el machismo como en todos los campos de la vida. Seguimos siendo víctimas de esa desigualdad, aunque he de decir que no lo he sufrido. Pero sé que algunas artistas sí, lo cual supone tener que vencer un obstáculo más.
-¿El estudio, la investigación, cuánto ocupan en su mundo?
-Un músico no solamente se tiene que consagrar a su instrumento. También tiene que ser una persona culta y formada. Defiendo mucho la educación musical en el aula desde el principio, que haya más horas en el sistema oficial y la formación integral de un individuo, que la música forme pare del abanico cultural que un ser humano debe tener. En mi caso como pianista tienes que leer, documentarte, recibir información de muchos lados, dejarte ver, estar al día de lo que ocurre en tu país. No te puedes desligar de una sociedad tan inmediata y con tanta información.
-¿Cree que en esta sociedad la cultura pierde peso?
-La gente joven está muy preparada pero también convive un sector que vende imagen pero poco contenido. Hay que intentar trabajar más eso, sobre todo en los que se enganchan por primera vez a la cultura. Hay que potenciar la sensibilidad desde la base. Una sociedad que no sea culta no puede ser libre, no puede progresar.
-¿Falta público para la música clásica?
-Estamos aún faltos de que el público joven nos siga. Creo que hay que dar más variedad, tal vez, y un enganche mayor con el artista. Hay que dar ofertas que satisfagan a todo el público, encarrilar a los jóvenes que son el futuro y los echamos de menos en las salas.
-¿Hace falta programar más, llevar la música a la calle, abaratar precios?
-Tenemos que introducir la música clásica en la calle, en las bandas, en festivales. También el jazz, el flamenco, la fusión, que puede enganchar más. Y programar espectáculos gratuitos. La música clásica está muy encorsetada y necesita liberarse de esos clichés de clases. Hay que procurar que quepan todos.
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