Frenar cuanto antes puede mantenerte a salvo de enfermedades mortales.
ran parte de las personas se clasificarían como bebedoras sociales. No suelen beber por su cuenta, pero lo hacen con amigos, familiares, colegas... ¿Cuál es la pega de esta clasificación? Que el término social cambia mucho su significado de una persona a otra.
Para una persona, beber de forma social significa tomarse una copa de vino con los amigos una o dos veces por semana. Para otra persona, beber de forma social puede ser beberse cuatro o cinco cervezas durante una fiesta de cumpleaños. Para otra persona puede ser tomarse un par de gintonics en la hora feliz y emborracharse el fin de semana.
Entonces, ¿en qué momento empieza a ser más bien un problema con la bebida? ¿Hasta qué punto se considera normal? En algunos casos, depende de a quién le preguntes. Esto es lo que dicen los expertos.
La turbia definición (a veces intencionada) de 'bebedor social'
Existe cierto desacuerdo sobre lo que se considera una cantidad "normal" de alcohol, explica el profesor clínico Stephen Strobbe, especialista en adicciones del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Así pues, lo de "bebedores sociales" quizás sea un término vago de forma intencionada.
"Se basa, al menos en parte, en lo que está aceptado en un determinado grupo o cultura. Incluso para un mismo individuo, lo que es aceptable en una situación concreta puede no serlo en otra", comenta.
Las pautas normales de consumo de alcohol suelen ajustarse al contexto, varían de una persona a otra y probablemente estén determinadas por las convenciones sociales, según Brad Lander, especialista en adicciones de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos).
"Lo que podría resultar normal en Nochevieja puede que no sea normal en una comida de empresa. Lo que podría ser normal en una fiesta universitaria puede que no sea normal en una cena romántica", ejemplifica.
Otro aspecto fundamental del concepto de bebedor social es conocer los límites propios y mantenerte dentro de esos márgenes. "Beber de forma social no interfiere en tu vida. Es decir, no causa problemas en el trabajo ni con las responsabilidades del hogar, con la familia, con la salud, con las relaciones sociales, ni crea problemas legales o financieros", expone Lander.
Lo que podría ser normal en Nochevieja no es tan normal en una comida de empresa. Lo que podría ser normal en una fiesta universitaria no lo es tanto en una cena romántica.
Stephen Strobbe señala que la mejor palabra para definir la costumbre de beber de forma social es moderación. "Beber de forma social implica moderación, ya que su fin es mejorar otras actividades, no sabotearlas", indica.
Sin embargo, añade que es sencillo saltarse ese límite: "En la cultura occidental, podemos decir con seguridad que, si alcanzar un estado de embriaguez es el objetivo o el resultado, significa que nos hemos saltado ese límite".
Cuando beber de forma social se convierte en un problema
Si bebes de forma social, pero demasiado, tal vez estés entrando en territorio peligroso. Debes tener cuidado de no cruzar la línea que lo separa del "consumo excesivo", advierte Lander. Ese límite son más de cuatro bebidas al día o más de catorce por semana en hombres y tres bebidas al día o más de siete por semana en mujeres, indica.
"Las borracheras tampoco son sanas, y se considera estado de ebriedad cuando se llega a 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre. Este nivel lo puede alcanzar la mayoría de la gente con cuatro o cinco copas en un periodo de dos horas", explica Lander. La Administración de Abuso de Sustancias y Servicios de Salud Mental (SAMHSA) también considera que emborracharse cinco o más veces al mes es un consumo excesivo de alcohol.
Beber cuando no hay motivos para hacerlo, sentirte culpable por haber bebido o engañar a otras personas son señales de alarma.
Aparte del número de bebidas que puedas consumir, hay muchas otras señales de que quizás te estés adentrando en un terreno peligroso con la bebida. Por ejemplo, beber cuando no hay motivos para hacerlo, beber cuando estás tomando algún medicamento, sentirte culpable por haber bebido o no lograr los objetivos planteados para beber menos o dejar de beber. Engañar a otras personas en lo referente a tu consumo de alcohol también es una señal de alarma, ya sea mentir acerca de cuánto bebes, beber a escondidas, esconder el alcohol o poner excusas para salir a tomar algo.
"Si alguien te tiene que regañar por tus hábitos de bebedor, las estadísticas indican que es una señal clara [de que tienes un problema con la bebida]", recalca Lander. Tener temblores o sentir ansiedad por no haber bebido durante las últimas 12 horas es una señal de que estás "entrando en una fase decisiva de alcoholismo".
Strobbe coincide y añade que "los síntomas físicos de abstinencia, como los temblores o los sudores cuando pasa mucho tiempo entre bebida y bebida" suelen aparecer en etapas más avanzadas del alcoholismo. También indica que puede ser necesario ir al médico si los síntomas de abstinencia son muy graves.
Cómo reducir el consumo o buscar ayuda
Si piensas que sufres un problema con la bebida, Strobbe aconseja contactar con un profesional o proponerte tú mismo unos objetivos para ayudarte a reducir el consumo.
"Hay mucha información disponible en Internet y ahora hay aplicaciones para móviles y ordenadores que te pueden ayudar a cumplir tus objetivos", asegura Strobbe.
Lander añade que ser conscientes del consumo propio también es útil. El autocontrol te permite pararte a pensar para qué vas a tomar otra ronda en el bar con tus amigos: "Beber demasiado es imprudente, así que simplemente preguntarte '¿De verdad quiero otra bebida?' puede ayudarte. En las reuniones sociales, toma bebidas con y sin alcohol, no te olvides de comer, de beber mucha agua y plantar cara a la presión social de beber más alcohol".
Si sufres presión social, es bueno salir con amigos que no beben. También es importante llevar a cabo otros hábitos saludables, recomienda Strobbe. "Lleva la cuenta del número de bebidas que tomas a lo largo del tiempo, ponte límites, pon en práctica tus habilidades para negarte y empieza a practicar otros hábitos sanos, como hacer ejercicio, yoga o meditación", aconseja.
Para mucha gente, estas estrategias serán suficiente para reducir el consumo, pero para otras, no, y en ese momento es cuando tiene que intervenir un profesional.
"Si tienes problemas para empezar o mantener tus objetivos, o si la gente de tu alrededor muestra su preocupación y descontento por tu problema con la bebida, es señal de que probablemente necesites una ayuda adicional. Habla con tu médico de cabecera; te preguntará sobre tu consumo habitual de alcohol y puede indicarte el camino hacia diversos tratamientos de eficacia demostrada, como la terapia o los medicamentos para reducir las ganas de beber alcohol", propone Strobbe.
Y, lo más importante, debes saber que no pasa absolutamente nada por pedir ayuda.
"No dejes que la vergüenza, la culpa o el estigma te impidan buscar la ayuda que mereces. Los trastornos provocados por el consumo de alcohol son problemas médicos para los que existe tratamiento", sentencia Strobbe.
Poner en marcha los cambios a tiempo puede mantenerte a salvo de enfermedades mortales desencadenadas por el abuso del alcohol.
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