Sumarle una hora de luz a la tarde o adelantar el amanecer. Es la cuestión que se ha trasladado a la calle después de que la Comisión Europea haya propuesto que se mantenga un único horario durante todo el año. Un debate que para los representantes de los principales sectores económicos granadinos apenas tendría demasiada influencia sobre su actividad, salvo en el caso del comercio donde creen que, al menos, durante los duros meses de octubre y noviembre se podría animar ligeramente el horario vespertino y no penar tanto en "tardes tristonas" de invierno de frío y poca luz cuando más sufren las tiendas. La opinión general es que en un punto geográfico como Granada, con tantas horas de luz al día, apenas afectaría la propuesta de la Unión Europea de eliminar los cambios de hora dos veces al año, en los meses de marzo y octubre. No obstante, hay una mayor inclinación a mantener el horario del verano para arañarle unos rayos de sol a las tardes de otoño e invierno.
En el viejo continente se han tomado muy en serio esta cuestión, postergada durante años. En España, además, se sugiere la vuelta al huso horario que tenía el país antes de la dictadura franquista, acorde con la proximidad al Meridiano de Greenwich e idéntico al que poseen Gran Bretaña, Portugal y las Islas Canarias. Una adaptación que en la ciudad de la Alhambra vendría condicionada por su clima mediterráneo y sus largas jornadas de sol.
Aunque en un principio se habló de dejar el horario actual y no implantar el de invierno, la portavoz del Gobierno español, Isabel Celaá, ha precisado que no hay nada decidido al respecto. En Granada, la preferencia mayoritaria es por el horario estival en los diferentes sectores productivos, aunque los empresarios de los principales pilares de la economía provincial consideran que el tema de los husos horarios es un asunto menor comparado a los frentes abiertos con los que tienen que lidiar a diario.
En una tierra marcada por la importancia del sector servicios, el máximo representante de los hosteleros granadinos cree que no afectaría demasiado que se adoptara el horario de verano. Así, según el presidente de la Federación Provincial de Hostelería y Turismo de Granada, Trinitario Betoret, la envidiable situación geográfica de Granada y de Andalucía en general es un factor que ya se aprovecha y la alteración sería mínima. "En el sur apenas tendría incidencia y el turismo se mantendría prácticamente igual", apuntó Betoret, quien sí manifestó que quizás se podría ahorrar en cuestión energética con más horas de luz por la tarde. De esta forma, el presidente de la patronal de hosteleros opinó que hay regiones donde la adopción del horario de verano sí puede ser perjudicial como es el caso de Galicia.
Por su parte, la presidenta de la Federación Provincial del Comercio, María Castillo, señaló que el cambio horario que se realiza cada invierno "no es muy favorable" para los negocios, puesto que hay veces que ya parece de noche desde las seis de la tarde. "Las calles se quedan ya vacías muy pronto a las siete y media de la tarde y no ayuda para un sector en el que es importante cada segundo, cada minuto y cada hora para mejorar las ventas". Por el contrario, Castillo indicó que cuando se produce el cambio horario en marzo "se nota mucho menos" porque hay bastante luz donde la primavera. Lo que, a veces, también tiene su inconveniente... "Las tardes a veces se llegan a hacer largas cuando hay tanto día y a última hora llega algún comprador despistado a la hora de cierre", confía la presidenta de los comerciantes granadinos que, en cualquier caso, considera que la luz solar puede ser un buen aliado para las ventas.
De seguir con el horario de verano, se lograría más luz solar durante las tardes, pero amanecería pasadas las nueve de la mañana, lo que también repercutiría en el gasto que generan algunos servicios públicos (como el alumbrado de farolas) y en los trabajos que se desarrollan al aire libre (como la construcción o la restauración de edificios), que tendrían que postergar su hora de inicio. En el de invierno, por contra, anochece antes, pero amanece, como muy tarde, a las 8:30.
Al debate sobre este cambio se une también la antigua propuesta de volver al huso horario que tenía España antes de que el Gobierno de Franco instaurara el sistema de Berlín. Dicha alteración provocó que el país tuviera una hora más que las Islas Canarias. Durante el verano esta diferencia se amplía a dos horas. Una distinción que en Europa se traduce en hábitos cotidianos como adelantar el horario generalizado del almuerzo, la cena y el prime time.
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