- Preside la asociación que representa a los investigadores españoles en Estados Unidos
- Ingeniero químico, desde hace cuatro años desarrolla su labor en el prestigioso MIT
Francisco Martín Martínez trabaja desde 2014 en el MIT.
Podía haber sido médico. O profesor de Literatura. O informático. Se decantó por la Ingeniería Química, área en la que se especializado en nanomateriales. La tesis doctoral de Francisco Martín Martínez (Granada, 1983) fue dirigida por el profesor José Antonio Dobado y versó sobre nanotubos de carbono. Minúsculos filamentos huecos 15.000 veces más finos que un cabello. Tras finalizar su formación en la Universidad de Granada completó sus estudios en Hamburgo, Bruselas y en Estados Unidos. Allí sigue. Desde 2014 trabaja para el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en el Laboratorio de Atomística y Mecánica Molecular, liderado por Markus Buehler. Asegura que su intención es volver a trabajar en España. Mientras llega la posibilidad de retornar, ha asumido un mensaje crítico con los recortes en la ciencia, una cuestión que no sólo se da en España. Es presidente desde principios de año de la Asociación de Científicos Españoles en Estados Unidos (Ecusa), entidad que cuenta con un millar de socios y que les "permite un vínculo con España".
-Preside la Asociación de Científicos Españoles en Estados Unidos. ¿Qué dificultades tienen?
-Tenemos un programa, Fostering Docs, que es para ayudar a científicos para que puedan avanzar. Les ponemos en contacto con un científico español ya establecido que hace de mentor. También contamos con un programa denominado Fostering grads, para estudiantes de último año de doctorado en España que quieren estudiar en Estados Unidos. También les asignamos un tutor. Se ha hecho en forma de programa piloto con la Universidad de La Laguna. Trabajamos mucho con la Fundación Ramón Areces y FECYT. El principal problema para hacer nuestras actividades es contar con personal y financiación. Otro problema es que hay mucha gente que está de tránsito. Incluso así, a veces tenemos que pararnos un poco los pies de la cantidad de programas que queremos lanzar.
-¿De qué hablan cuando se reúnen?
-Hablamos del funcionamiento cotidiano. Nos hemos planteado que Ecusa tiene que crecer establecerse como un órgano consultivo, que tenga una opinión con respecto a la política de ciencia y que podamos dar asesoramiento. Queremos hacer, desde nuestra experiencia en Estados Unidos, un documento que pueda servir para introducir mejoras en España. Siempre hay cosas que se pueden importar.
-¿Por ejemplo...?
-Como la facilidad de contratación. El sistema de contratación que hay en las universidades está muy burocratizado y no facilita que vengan investigadores internacionales. En otros países se reúnen con el candidato para la plaza, se negocia y se contrata...
-Pero eso levantaría muchas suspicacias...
-El departamento seguiría siendo el que contrata, pero ahora hay un montón de burocracia que hace complicado el camino. Los nuevos centros de investigación tienen un modelo más flexible y dinámico. No se trata de quitar el modelo que funciona, pero sí de habilitar un perfil profesional de investigador claro. Esto es algo que hemos hablado con la anterior secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela. Al no depender las universidades de esta Secretaría es muy difícil implementar cualquier iniciativa desde el ámbito de la investigación.
-¿Se han reunido con el nuevo ministro de Ciencia?
-No. Como algunas de las personas del gabinete de la Secretaría de Estado siguen, ya les hemos dicho que nos gustaría reunirnos con el ministro.
-¿Qué le tienen que pedir a Pedro Duque?
-Me hace mucha ilusión tener a un astronauta de ministro (risas). Sinceramente, por lo que sé, él conoce muy bien el sistema americano. No debe haber mucho de lo que le vamos a decir que él no sepa. Le expresaremos la necesidad de una mayor financiación, mejor gestión de esa financiación, mayor número de plazas... que todo el talento que hay fuera pueda volver de una manera más sencilla, que haya plazas de calidad... Son cosas obvias, pero son las que nos gustaría decirle a Pedro Duque. Aunque yo creo que él las sabe. Estaría más interesado en saber qué nos tiene que decir él a nosotros. Él, que ha estado donde ha estado, cuando llega al Ministerio... ¿va a poder hacer lo que quería? ¿Qué cortapisas se está encontrando? Antes de ser ministro ya había dicho en los medios de comunicación que España tenía que invertir más, la importancia del I+D... ahora que está ahí ¿puede hacerlo?
-¿Los científicos temen que les defraude?
-Ha generado muchas expectativas. Si luego no puede hacerlo, no sé cuánto de personal habrá y cuánto de reconocer que el sistema no le permite hacer más. Tampoco le conozco.
-¿Es todo cuestión de dinero?
-No... No sé cuánto hay de bueno y malo en esto, pero en España el sistema favorece que una persona que consigue una plaza de profesor titular se relaje. A no ser que tengas una vocación brutal, creo que nivel de producción, tal y como está hecho el sistema, ayuda a que lleves un ritmo más lento. No tengo claro que sea malo, ni bueno. Eso también te da una seguridad personal y laboral necesaria. Un investigador español que está en Estados Unidos me dijo que hay que invertir en felicidad. Si quieres que las personas investiguen bien, tienen que ser felices, tienen que tener tiempo para ser creativos, para pensar... y una plaza fija ayuda a eso. En Estados Unidos cuando consiguen la plaza de profesor es cuando comienza su carrera de investigador. Creo que lo suyo es tener plazas como las que tenemos, que den estabilidad, pero que haya un mayor control.
-Si se carga con más tarea burocrática y de papeleo a la investigación...
-Es que el investigador debe estar destinado a investigar. A lo mejor lo que necesitan es tener a alguien al lado para hacer todo esa tarea administrativa y de gestión. Los profesores que van a pedir un proyecto tienen que hacer la redacción del proyecto, pero también se tienen que encargar del presupuesto, de enviarlo... todo. Son cosas que ya no son investigar. Es todo lo demás. En Estados Unidos tenemos un grupo de tres o cuatro personas que hacen todo eso. Nosotros redactamos el proyecto científico y les decimos qué necesitamos, qué tenemos que contratar... ellos calculan el presupuesto, se encargan de mandarlo, de las comunicaciones con la agencia... Yo estoy allí, y no tengo conocimiento de todo lo que se hace en centros de investigación y universidades españolas.
-Parece que arrastramos una visión de la ciencia un poco antigua, en la que el investigador es el encargado de tirar del grupo y de supervisarlo todo...
-Hay organismos que trabajan de otra manera, como la Oficina de Transferencia de la Universidad de Granada, pero nos queda por evolucionar. Pero, claro, eso requiere de más inversión.
-Es recurrente el discurso que insta a la empresa privada a invertir en ciencia, pero en Estados Unidos la financiación pública es clave para la ciencia...
-Hay de todo. El 20% de la financiación del MIT viene de la empresa privada. El campus tiene edificios de las grandes empresas. Trabajan allí mismo para poder establecer relaciones con el MIT. Pero es cierto que la financiación pública es muy importante... están la Agencia Nacional de Ciencia, el Departamento de Defensa, el Departamento de Energía... La perspectiva que hay hacia la ciencia es muy diferente. Aquí, el problema de base es que no se entiende a la ciencia como un motor esencial de riqueza. Se ven los avances científicos, sobre todo en el área de la salud, pero se piensa más, generalmente, en la generación de infraestructuras, en el sector energético, en la industria de servicios... No se entiende a la investigación como una industria básica y esencial. Allí es lo contrario. Entienden la investigación básica y la aplicada como la base de todo lo demás. La prueba es que fomentan en todo lo derivado. Invierten muchísimo en investigación porque saben que eso genera avances y patentes. Hay una empresa que se llama Indigo. Se dedica a desarrollar microbiomas específicos para plantas. Se integran en ésta, ayudan a que crezca más rápido, evita enfermedades y son inocuos para el ser humano. Esa empresa salió de una investigación que realizó un chico en el MIT que se la 'levantado' 150 millones de dólares en un par de años. En diez años, ese chaval que estaba en el laboratorio dándole vueltas a la cabeza al microbioma ha sacado patentes y es el director general de esa empresa. El principal problema es entender que cuando un tío está investigando en el laboratorio cualquier cosa, algo básico, eso a la larga son patentes, son avances y es economía. Aquí se escucha decir para qué quiero yo saber si hay agua en Marte... o para qué se invierte tanto en cuestiones espaciales, algo que parece que no nos influye en la vida cotidiana. Un ejemplo muy concreto: la gente hace diez años podía decir para qué investigamos la antimateria... Gracias a que se investigó la antimateria hoy tenemos el PET TAC, metemos un contraste que lleva positrones -eso es antimateria-, esos positrones llegan a las partes del cuerpo donde hay electrones. Se aniquilan y producen energía. Esa energía se puede visualizar. Y precisamente donde hay un tumor es donde hay más electrones en movimiento... Gracias a esa antimateria puedes saber dónde hay un tumor y salvar vidas. Avances científicos pequeños pueden ser en cien años revolucionarios.
-Los científicos tienen cada vez más asumido ese papel de ser relaciones públicas de su trabajo...
-Estamos asumiéndolo porque nos damos cuenta de que tenemos parte de la culpa. Tradicionalmente hemos pensado que sólo tenemos que estar en el laboratorio... y nos damos cuenta de que es nuestra responsabilidad hacer llegar ese mensaje, divulgarlo para que la sociedad se dé cuenta de la importancia de la ciencia. Si eso cala, la sociedad será la que demande a los políticos.
-Pero parece que a la hora de votar priman otras cuestiones, no precisamente la inversión en ciencia...
-Es algo que me entristece. Estamos en un mundo en el que tenemos enfermedades, en un planeta con recursos finitos, en un mundo como éste, con problemas que afectan a nuestra supervivencia como especie y que estemos en España discutiendo a ver quién es más guapo... me entristece.
-El debate político no parece mucho más elevado en otros países...
-En Estados Unidos es igual con Trump. Que el presidente de Estados Unidos esté banalizando todos los grandes problemas cuando tiene un país que podía estar liderando la siguiente revolución energética...
-¿Hay preocupación en Estados Unidos con Trump?
-Sí. Es una persona que llega a un puesto de poder absoluto que no tiene consciencia de todo lo que hemos hablado. Banaliza... Sale diciendo que quién ha dicho eso del calentamiento global... Y ha bajado la financiación. Teníamos dos convocatorias anuales de la Fundación Nacional de Investigación, y cuando ganó Trump en noviembre desapareció la de febrero. Y la otra no está mejor dotada. Sí ha metido bastante en salud, hay que reconocerlo, y en el Departamento de Defensa. Pero en lo que tiene que ver con ambiental, cambio climático... eso lo ha reducido.
-Con todo, pese a todo ¿se siente privilegiado?
-Sí, pero privilegiado incluso por haber nacido donde he nacido. Tengo un amigo que nació en Etiopía, tuvo que ir de su casa de crío porque lo iban a reclutar para una guerrilla. Vivió diez años por el mundo sin su familia, en campos de concentración en Kenia, consiguió ir con un programa de refugiados a Canadá... consiguió hacer el doctorado y está en Estados Unidos. Nunca ha vuelto a visitar a su familia. ¿Cómo no me voy a sentir privilegiado? Y si me hubiera quedado en Granada haciendo cualquier otra cosa, también lo sentiría así. Tendemos a pensar que la vida que tenemos es el estándar y en realidad es una excepción.
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