Vi el 'polémico' –no sé por qué- vídeo de los dos viejos contrincantes de la guerra de España, parte de la publicidad del Gobierno para conmemorar los 40 años de la Constitución, y nada me pareció raro ni sospechoso. Eran dos antiguos enemigos que hace una eternidad pelearon en bandos opuestos en la batalla del Ebro. Hablaban sin rencor, con cordialidad. Todo era muy natural. ¡No iba a ser así! Si desde 1975, cuando el dictador Franco murió en la cama del Hospital La Paz, la española ha sido una democracia como todas las demás, es porque millones de españoles decidieron libremente que nunca más.
Estos meses he estado preparando un libro sobre la gran transición; he arrancado del 68 en Canarias, porque ese año en España también sucedieron muchas cosas que dejaron secuelas, y termino este 2018 porque se cumple medio siglo y porque, como es lógico, no puedo ver lo por venir y escribir de ello. Y he encontrado muchas cosas que supe en su momento, cuando se produjeron, pero que había olvidado.
Por ejemplo, los cronistas parlamentarios que estaban en la tribuna de prensa cuando el Congreso votó el texto final de la Constitución, recogen que el SÍ, lo pongo adrede en mayúsculas, más alto y rotundo, pronunciado casi como un desafío, fue el de Dolores Ibárruri, la legendaria 'Pasionaria'.
Es falso, pues, que esta Constitución cuarentona sea borbónica, o franquista. No solo es falso: es una memez
Los comunistas votaron, por cierto, en contra de la autodeterminación y a favor del artículo 155. Sole Tura y Carrillo, uno en la Comisión y otro en la votación final, defendieron la unidad de España, la monarquía constitucional, y todo lo que ahora ponen en cuestión algunos que no pueden ser tan ignorantes – han tenido que estudiar mucho teatro para parecerlo- para puentear tan divertidos todas esas verdades históricas.
Los representantes de los perdedores, el PSOE y el PCE, fueron, con los franquistas reformados de la UCD (el partido instrumental creado por Suárez que también se nutrió de demócratas cristianos, liberales y pragmáticos diversos), los que idearon la fórmula casi mágica para sacar adelante aquella Ley de Leyes que sería la gran derrota de la Dictadura. En cierta manera emplearon la misma fórmula que los Padres Fundadores de EE UU: las discusiones, a puerta cerrada para negociar los acuerdos. Aquí se llamó a eso 'Consenso': un pacto entre UCD y PSOE complementado con el PCE, que actuaba, sí, como una apisonadora hecha de prudencia, realismo e inteligencia práctica.
Es falso, pues, que esta Constitución cuarentona sea borbónica, o franquista. No solo es falso: es una memez. Sí es verdad, en cambio, que salió como salió por el principio de precaución. Pasionaria, Carrillo, Felipe González, Gutiérrez Mellado, Adolfo Suárez, Alfonso Guerra, la inmensa mayoría, lo dijeron bien alto y claro: jamás el mismo abismo.
Lo que me preocupa es la máquina del rencor, la venganza, y la manipulación de los sentimientos
Carrillo lo explicó con nitidez en el Congreso, dirigiéndose sobre todo a los socialistas, que mantenían una enmienda republicana, puro postureo ante la militancia: por ese camino, dijo el jefe del PCE, "nos podemos quedar sin república y perder la democracia". Está en los periódicos.
Lo que me preocupa es la máquina del rencor, la venganza, la manipulación de los sentimientos, y el retorcimiento de los hechos verdaderamente ocurridos.
Veo una sola intención: volver a dividir a los españoles en dos bloques irreconciliables, ciegamente opuestos entre sí, revolviendo la mierda que hay en el pasado.
Es una trampa. Es el truco, el disfraz, detrás del que se esconden los demonios que echan de menos el infierno.
La Transición española se estudia en los libros y se toma como referencia para superar dictaduras
El 6 de diciembre de 1978, de un censo de 26.632.180 electores votaron 17.873.271, el 67.11%. De ellos, hubo 17.106.583 votos válidos; 632,902 votos en blanco y 133.786 votos nulos. De los votos válidos, el SÍ fue arrollador: 91.81% frente al NO, que obtuvo solo el 8.19%.
Es decir, esos 15.706.078 españoles que dijeron "Sí" a la Constitución, previamente apoyada por otra enorme mayoría parlamentaria, representaban, no solo metafóricamente, un gran abrazo nacional contra el que se estrellan las palabras huecas cargadas de resentimiento y frivolidad. Millones de José Mir Salas, de la 'quinta del biberón' del Ejército Popular, ahora con 98 años, y de Germán Visús, de 102 años en la actualidad, y que combatió en el Ejército Nacional, eso sí, con cuarenta años menos, decidieron pasar página y mirar hacia el futuro.
Por eso la Transición española se estudia en los libros y se toma como referencia para superar dictaduras.
Muchas familias tuvimos padres y tíos en los bandos enfrentados. Pero, primero, un episodio verídico ocurrido en el Hospital San Martín de Las Palmas. Una monjita, con mucha mala leche y poca caridad, le quiere gastar una gracieta al padre de don Juan Negrín, moribundo. "Pero qué malo es su hijo", le dice. Y el anciano le responde con su penúltima sorna: "¿Cuál de los dos, el cura o el político?
Mi padre, Ángel Tristán Santana, fue detenido días después del 18 de julio de 1936 acusado de un delito de 'rebelión', precisamente por los rebeldes
Cuentan algunos familiares míos que cuando se le ofició un funeral a mi tío el falangista, en Teror, el pueblo de su madre, el cura también se refirió al 'hermano bueno', el supuestamente fallecido, ya diré por qué supuestamente, en contraste con mi padre, preso por 'rojo' en el campo de concentración de Gando, que sería el malo de la película. En total, mi padre estuvo 7 años y tres meses encarcelado. Mi abuela abandonó el templo llorando. Para ella sus dos hijos eran igual de buenos. Una hija adolescente, Amelia, murió de pena, o sea, de tuberculosis, incapaz de superar la tragedia.
La historia tiene moraleja: Mi padre, Ángel Tristán Santana, fue detenido días después del 18 de julio de 1936 acusado de un delito de 'rebelión', precisamente por los rebeldes. Había ido a apoyar al gobernador civil, rodeado de tropas franquistas, hasta que los alzados colocaron un cañón cien metros calle arriba. Además de tal delito imposible le acusaban de decir, mientras tomaba unas cervezas en una cafetería cercana, que cuando la República volviera a controlar la situación "iban a empedrar la calle de Triana con la cabeza de los falangistas". Estudiante de derecho, además de atender la tabaquería de su padre fallecido en 1931, decidió hablar al final del juicio, contra el sabio consejo de sus abogados. Habló, y dijo que como era natural eso no lo podría haber dicho, "porque como todo el mundo sabe las cabezas de los falangistas están huecas".
Le condenaron a 12 años, de los que 'solo' cumplió siete y tres meses, que incluían otra condena posterior por un intento de fuga en un bote de vela. Tras la aventura marítima, durante un mes recibió una tunda diaria de palos.
Nano', como le llamábamos los sobrinos, quiso ver algo... Recibió un tiro en la cabeza, cayó al suelo, inmóvil, y lo dieron por muerto
Mientras mi padre estaba en el penal, su hermano, mi tío Fernando marchó voluntario al frente con 18 años. Participó en la batalla del Ebro, y, poco después, su compañía fue encargada de acosar a la retaguardia del ejército popular en su retirada hacia los Pirineos. Un día de febrero de 1939, a pocas semanas del fin de la contienda, se establece un tiroteo entre las trincheras. 'Nano', como le llamábamos los sobrinos, quiso ver algo... Recibió un tiro en la cabeza, cayó al suelo, inmóvil, y lo dieron por muerto. Le quitaron la chapa de identificación y lo amontonaron con otros cadáveres.
La 'medalla' llegó a Artesa del Segre (Lérida), donde estaba el Mando, y le enviaron una carta a mi abuela, la de la infinita tristeza, en la que le daban cuenta del fallecimiento 'heroico' de su hijo. Mientras tanto, unos carromatos tirados por mulas llegaron a la sierra para retirar a los muertos, y al cargar el cuerpo de mi tío, se oyó un débil quejido, un 'ay' apenas audible'. "Mi cabo, mi cabo" -dijeron los médicos que gritaba el soldado moro- "que este muerto está vivo".
Pero la burocracia es la burocracia, y más la militar, y ya el 'cuerpo' inmaterial había sido diligentemente enterrado, casi a la vez que mi abuela Ana recibía la buena noticia de que su difunto estaba vivo. Llegó a la Isla con la cabeza vendada como un touareg. Había adquirido la condición de mutilado por la Patria. La misma patria por la que su hermano estaba preso.
En este vídeo que tanto critican algunos muchos que son pocos pese al ruido, veo también a mi padre y a mi tío
Mi tío votó "Sí" a la Constitución. Mi padre no pudo hacerlo, pero le faltó muy poco. El destino le hizo la jugarreta de morir el 20 de noviembre, el mismo día que Franco, pero de 1978. Sin embargo, había podido votar a su querido PSOE el 15 de junio de 1977. Ya en su recta final, poco antes de morir, tenía decidido su voto, "si es que llego". Por supuesto, era el Sí.
En este vídeo que tanto critican algunos muchos que son pocos pese al ruido, veo también a mi padre y a mi tío.
Pero, entre brumas o tinieblas veo igualmente a los fantasmas de diverso digno que están empeñados en joder nuevamente a España y a Europa.
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