Luis Seguí. |
Luis Seguí (Ciudad de México, 1967) es ingeniero bioquímico y profesor de Sostenibilidad de la EAE Business School. Acaba de publicar un estudio, Gestión de residuos y economía circular, en el que ha dirigido a un grupo de expertos y que arroja resultados de sumo interés acerca de con qué eficacia reciclamos en España. Como muestra, un dato: la UE recicla, reutiliza o transforma en energía el 52% de sus residuos sólidos, mientras que España sólo hace ese ciclo integral con el 43,3% de los residuos. Andalucía es el quinto mayor productor de residuos sólidos de España, aunque está logrando disminuirlos.
-Hábleme de la economía circular.
-Es un modelo que cada vez nos damos cuenta que es más necesario y que funciona a la inversa del consumismo. El consumismo consiste en utilizar materiales para producir bienes y servicios que sean consumidos en un tiempo determinado y después desecharlos. En todo este proceso una variable económica básica, como es que los recursos son limitados, es igualmente desechada.
-El círculo es que lo que desechamos vuelva al circuito del uso. Pero eso, en alguna medida, lo hacemos.
-Se ha hecho un gran esfuerzo tecnológico para alargar la vida de las materias primas, pero aún no hemos generado una economía de durabilidad. Esto es porque no contamos con otra variable, la energía. Supongo que usted compra una botella de vino, se la bebe y luego la lleva al contenedor verde.
-Correcto. Eso hago.
-¿Y qué pasa cuando tira la botella?
-Pues no pasa nada, que se rompe.
-Ahí voy. Esos vidrios rotos van a una planta de reutilización para ser fundidos. Fundir ese cristal para volverlo a utilizar tiene un enorme coste, principalmente en energía. No se trata sólo de reciclar, sino de hacerlo racionalmente.
-¿Se refiere a hacer lo que se hacía antiguamente, que se compraba la botella y devolvías el casco?
-Es que quizá lo que hacíamos antes tenía más sentido que lo que hacemos ahora. Era una fórmula mucho más sensata. Porque usted no compraba una botella, compraba el líquido de esa botella, por lo que devolvía la botella y le devolvían el dinero. Ahora usted no compra vino, sino que compra el vino y la botella. Como la botella es suya, pues la tira. Los alemanes hacen ahora algo parecido utilizando los códigos de barras y con un material fácilmente reciclable. Está programado para que el envase dé diez vueltas y a las diez vueltas se le saca del sistema.
-Con las bolsas de plástico parece que nos ha entrado el pánico. Todas esas imágenes de las islas de plástico...
-Hay alternativas tecnológicas a las bolsas de plástico, mejor que lo de cobrar cinco céntimos por bolsa. Muchos supermercados han vuelto a las bolsas de papel. Lo de las bolsas de plástico es una locura porque es un material que tarda muchísimos años en degradarse y es sumamente agresivo con el medio ambiente. Se trabaja en bolsas hechas con fécula de patata cuya degradación se produce en unos días tras su uso.
-A ver si ahora vamos a tener problemas con las patatas.
-Sí, sí, todo eso hay que medirlo. Pasó en Estados Unidos con los biocombustibles. Se pusieron a hacer combustible a base de maíz y se generó escasez en México para el consumo de tortitas, que es como el pan aquí. Sostenibilidad quiere decir buscar equilibrios.
-Habrá escuchado más de una vez a alguien que tenemos contenedores de muchos colores pero al final todo va al mismo sitio.
-Lo he escuchado y, por supuesto, no es cierto. Lo que hay que ser es más eficaz. Hablando de colores: repartimos el reciclaje en contenedores de diferentes colores, pero luego hay otro, el gris, donde va todo lo demás, aquello a lo que no le hemos asignado un color. Pues bien, en Alemania a ese contenedor gris va un 30% de los residuos; en España enviamos al gris el 70%. Eso habla mucho de la concienciación.
-Pero hemos avanzado mucho. Recuerde que hace veinte años nadie reciclaba y ahora seguro que el porcentaje de los hogares que lo hacen es alto.
-Sin duda, pero insisto en que aunque haya concienciación necesitamos más eficacia para que las cosas no vayan a parar a esos enormes vertederos cuyo coste es inmenso para las ciudades. Hay iniciativas en pequeñas comunidades de recogidas casa a casa. Esto, naturalmente, es muy eficaz, pero no es fácil hacerlo en grandes ciudades. En cualquier caso, no se habla de ese tipo de concienciación.
-Ya, se refiere al consumo.
-Exacto. Yo siempre pregunto a mis alumnos que con cuántos abrigos recuerdan a su abuelo. La mayoría dice que uno. Sin embargo, nosotros tenemos un abrigo por temporada. En la moda a bajo coste hemos llegado a ese punto en el que el producto caduca muy pronto, pero no porque el producto sea inservible. Se debe consumir con la concienciación que tenemos para el reciclaje. Eso es actuar de manera preventiva. Y esto vale para los electrodomésticos. La pregunta clave es: ¿necesitamos tantas cosas?
-No sé. Esas cadenas de moda dan mucho empleo.
-Esas cadenas pueden vender barato gracias a una producción con bajo costes que incluyen bajos sueldos en zonas de producción deslocalizadas. Si consiguiéramos una economía global sostenible en que los niveles de vida fueran parejos según nuestras necesidades esto no se produciría. Es un modelo de equilibrios complejos, no digo que no, pero estoy seguro de que no es imposible.
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