TRIBUNA
Los precios han hecho que mucha naranja se quede en los árboles. Una de las causas de la crisis se encuentra en el acuerdo comercial UE-Sudáfrica, en vigor desde 2016
La Guerra de las Naranjas |
omo recordará el lector, con este nombre se conoce la exigua guerra que en 1801 enfrentó a España y Francia contra Portugal y que duró solo 18 días, determinando la anexión de Olivenza. La Guerra de las Naranjas (como burla de la oposición) toma su nombre del ramo de naranjas que Godoy hizo llegar a la reina(su presunta amante). Los soldados recogieron ramas de naranjos que el Príncipe de la Paz hizo llegar a María Luisa de Parma. Qué bien describe al personaje Benito Pérez Galdós en La corte de Carlos IV, el segundo de los Episodios nacionales: Godoy, "a quien se acusaba de corrompido, dilapidador, inmoral, traficante de destinos, polígamo, enemigo de la iglesia". Por cierto, que la CIA, en el informe The World Factbook desde 2003, ha situado a Olivenza como zona de conflicto internacional. Ya es tener poca visión, dado nuestro nulo carácter belicoso y el de los hermanos portugueses.
Suele asociarse la naranja al Levante. Sin embargo, en Andalucía tenemos probablemente la mejor naranja. Y no solo en Sevilla, ni solo en la vega del Guadalquivir. Hay naranja espectacular en todas las provincias andaluzas. En los últimos años ha sido particularmente destacable la expansión del cultivo de cítricos en Almería y Huelva -con la implantación de Cítricos del Andévalo, perteneciente a Don Simon, creando de modo ejemplar empleo allí-. Pero permítaseme una evocación. He sido niño en la comarca de los alcores jugando en los naranjales de Mairena. Allí la naranja es impresionante y se vende a pie de carretera.
Pues bien, hoy es necesaria una nueva guerra de las naranjas. No sugiero atacar Portugal. Los precios han hecho que en las últimas campañas mucha naranja haya quedado en los árboles porque no paga ni los costes. Una de las causas de la crisis se encuentra en el acuerdo comercial UE-Sudáfrica en vigor desde 2016, que permite la importación de cítricos hasta el 30 de noviembre, con bajos aranceles y que desaparecerán en 2026.
El sector está al borde de la ruina y el abandono, con la naranja en los suelos de los campos y de las ciudades. Tengo grabada en mis ojos esa visión apocalíptica del año pasado. Andalucía comienza también a tener un problema con el exceso de naranja amarga en las calles (que provoca suciedad y caída de peatones, motoristas). Esa naranja de baja calidad de las calles además inunda el mercado en indeseable competencia desleal.
Debemos fomentar el consumo. Se me ocurre que la Junta de Andalucía y las diputaciones (y Valencia y Murcia), hagan una campaña de promoción dirigida a aumentar el consumo mediante publicidad en todos los medios y redes sociales. Debe fomentarse el consumo de zumo y de naranja al natural. Hay que potenciar denominaciones de origen y cultivo ecológico para la competencia en el mercado internacional. Es sensato que se haga promoción exterior del producto para nuevos mercados. Esto incluye no solo a la Consejería de Agricultura. Extenda debe poner las empresas agrarias y de transformación de la naranja entre sus prioridades.
Una jarra de zumo debe presidir los actos públicos. En los colegios, institutos, hospitales, residencias y bancos de alimentos podría crearse un programa financiando con fondos públicos para beber y comer salud. Se trataría de instalar máquinas exprimidoras y recipientes ¿Pero esto beneficiaria al campo andaluz? Hoy no se puede discriminar por razón de procedencia en una compra pública. Pero si son posibles desde la Ley 9/2017 de Contratos del Sector Público, las cláusulas ambientales en las que la proximidad de suministro, o el ser productos ecológicos, sea un factor relevante para la adjudicación en dichas compras. Éstas deben ser directas a los productores para que la inyección sea en el medio rural: esta política no debe ser andaluza sino nacional (con retiradas de producto; donaciones de productos retirados o zumo con él fabricado a países pobres). Respecto de la naranja amarga creo que deben ponerse límites a su proliferación ornamental y que debe acabar la entrada en el mercado de una fruta maltratada, siendo destruida y tratada como residuo -que es como la tratan al recogerla- para fabricar compost o piensos a fin de evitar la caída de precios que produce su irrupción en el mercado. No dejemos que este año la naranja caiga al suelo. El futuro debe oler a azahar como el Alcázar en tiempos de Al-Mutamid.
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