"Es muy urgente, pero tenemos los medios. Todavía no es demasiado tarde para actuar".
EORGE WYLESOL |
2019 ha llegado a su fin tras una avalancha de revelaciones terroríficas sobre el estado del planeta. Los glaciares se están derritiendo, hay especies en extinción que están desapareciendo, los bosques arden y las temperaturas están llegando a un punto crítico que, de superarse, desencadenarán un calentamiento global irreversible. No es un cambio, es una crisis climática.
El mundo está viviendo la década más calurosa desde que hay registros y la Organización de Naciones Unidas ha advertido que la emisión de gases de efecto invernadero debe reducirse más de un 7% al año para evitar las peores consecuencias. La escala de actuación necesaria es desalentadora y no tiene precedentes en la historia.
Al leer estas informaciones, es fácil sentirse desesperanzado e incluso ansioso. Tanto es así que psicólogos de más de 40 países han firmado una resolución para reconocer que los desastres climáticos, como los incendios y las inundaciones, pueden afectar a la salud, y por ello piden un aumento de fondos para facilitar una mejor salud mental a la sociedad.
Sin embargo, en medio de todo esto, está surgiendo un nuevo impulso. Los científicos están haciéndose oír, los jóvenes se están manifestando y muchos políticos están proponiendo medidas. Por primera vez, la crisis climática va a ser un tema principal en los debates electorales de Estados Unidos y desde hace más de un año activistas de todo el mundo han ocupado las calles para exigir un cambio.
La edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con algunos de los expertos internacionales que luchan en primera línea apoyando lo que dice la ciencia y buscando soluciones. Estos son sus motivos para la esperanza:
Gina McCarthy, antigua directora de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) bajo el mandato de Barack Obama. En la actualidad es profesora de Salud Pública en Harvard y fue nombrada recientemente directora del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales.
“Por lo general, soy optimista. Reconozco que los datos son preocupantes. Sinceramente, creo que la mayor parte de mi energía me la dan los jóvenes. Pienso que comprenden muy bien la magnitud del problema y están actuando en consecuencia.
Nos están exigiendo mucho a las personas de mi edad y algo más jóvenes por haber tratado este problema como si fuera un asunto rutinario, un debate científico sobre el planeta en vez de comprender que estamos afrontando un desafío que podría robar a los jóvenes la oportunidad de tener una vida rica y plena.
También tengo la esperanza de que no nos limitemos a depender de los jóvenes, sino que también usemos su energía y sigamos afrontando el problema de la forma más humana posible. Me alegra la juventud, me da esperanzas, pero eso no significa que renuncie a mi responsabilidad para con ellos. Me sirven para acordarme día tras día de que también es responsabilidad mía.
Si eres una persona de mi edad y te preguntas a qué se debe esta algarabía que están montando los jóvenes, pregúntales directamente a ellos en la cena. Pregúntales por qué están molestos, por qué se manifiestan y por qué les preocupa que no estemos haciendo más. Quizás eso tienda puentes entre generaciones que ayuden a reaccionar ante la crisis climática”.
VIOLETTA MARKELOU |
Ayana Elizabeth Johnson, bióloga marina. Fundadora y directora ejecutiva de Ocean Collectiv, una asesoría para la preservación del medio ambiente basada en la justicia social. Fundadora de Urban Ocean Lab, un grupo de reflexión para ciudades costeras.
“Mi relación con la esperanza estos días es más bien tenue, pero sí me alegra saber que ya disponemos de las herramientas necesarias. Energías renovables, reforestación, agricultura regenerativa, readaptación de edificios, transportes eléctricos, reducción de residuos, etcétera. No necesitamos ninguna tecnología nueva, solo tenemos que ponernos manos a la obra. Además, muchas de esas prácticas ni siquiera requieren la intervención del Gobierno. A nivel local se están llevando a cabo fantásticos proyectos creativos que solo falta que repliquen en el resto del mundo.
También estoy emocionada por el ‘renacimiento climático feminista’ que estamos presenciando. Siempre ha habido mujeres liderando la lucha climática, pero ahora por fin empiezan a tener los recursos y las plataformas que necesitaban para florecer. El movimiento de los jóvenes por el clima lo están liderando niñas y mujeres principalmente, y a su lado están mujeres de otras dos generaciones previas. Lo mejor de estas mujeres líderes es lo colaborativas y generosas que son. Nunca he visto nada igual en el trabajo ni en ningún otro movimiento.
Para 2020, espero tener un nuevo presidente [en Estados Unidos], uno que priorice la acción climática y nos ponga rápidamente en la senda de las emisiones cero. Mi deseo para estas fiestas es que todo el mundo lea el Green New Deal. Son solo 13 páginas a doble espacio y con una fuente grande. Espero que saques un rato en estas fiestas para acomodarte y leerlo para que, como sociedad, podamos mantener una conversación informada sobre qué políticas necesitamos para mantener un clima habitable”.
UGA PHOTOGRAPHIC SERVICES |
Marshall Shepherd, profesor de Geografía y Ciencias Atmosféricas en la Universidad de Georgia. Experto internacional en tiempo atmosférico y clima y expresidente de la Sociedad Meteorológica Estadounidense.
“Mantengo la esperanza porque, aparte de actuaciones de gran estrechez de miras como retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París o las de los trolls ocasionales de internet, estamos presenciando un verdadero punto de inflexión. Está habiendo mucho debate y muchas actuaciones para luchar contra la crisis climática a nivel local, regional, nacional e internacional.
Las mayores empresas estadounidenses, comunidades religiosas y el Ejército reconocen la inmediatez de esta amenaza y están actuando. Estamos viendo esfuerzos desde la derecha y desde la izquierda y los científicos por fin logran transmitir la urgencia de la crisis climática para que llegue a la mesa de los ciudadanos y no piensen que solo tiene que ver con osos polares o con plazos de 80 años”.
ELAISHA STOKES |
Leah Stokes, profesora asistente de Ciencias Políticas en la Universidad de California. Experta en política medioambiental, climática y energética.
“¿Que qué me hace sentir esperanza? En 2019 se ha prestado mucha más atención a la justicia ambiental que el año anterior, y eso es muy importante porque las comunidades indígenas son las que más han sufrido de forma desproporcionada las consecuencias de las energías contaminantes actuales.
Me entusiasma que las grandes compañías de los combustibles fósiles estén empezando a asumir su parte de la culpa por haber negado durante tres décadas su impacto en el clima. Estas compañías están alerta. Ya no controlan el discurso como hicieron durante tantas décadas. Empiezan a asumir los riesgos y su licencia social para operar se está deteriorando.
Obviamente, el movimiento de los jóvenes por el clima es apasionante. Creo que antes de que el impeachment a Trump llegara a las portadas, el clima era el tema de mayor interés, y eso es increíble. Dice mucho de Greta Thunberg y Alexandria Ocasio Cortez. Han tenido éxito cambiando la narrativa.
Con los candidatos presidenciales [en EE UU], tendremos una batalla para ver quién gasta más en descarbonizar la economía lo suficientemente rápido y con suficiente equidad. No hay precedentes en las elecciones primarias.
Sin embargo, mucha gente va a perder dinero, y no me refiero solo a accionistas y ricos. Hay muchos pobres con bienes y viviendas en llanuras aluviales y en zonas forestales que van a perder su forma de vida por los incendios y mucha gente va a morir por los huracanes, y no estamos haciendo suficiente”.
JOSHUA YOSPYN |
Michael Mann, profesor de Ciencias Atmosféricas en la Universidad Estatal de Pensilvania y responsable de la controversia del palo de hockey.
“La buena noticia es que los efectos de la crisis climática son innegables. La mala noticia es que los efectos de la crisis climática son innegables.
Por un lado, las supertormentas, incendios forestales, sequías y olas de calor sin precedentes han hecho que sea imposible que las petroleras y sus defensores ignoren la amenaza de la crisis climática. Por otro lado, gracias a décadas de inacción política, vamos a sufrir unas consecuencias climáticas devastadoras. Ahora quienes negaban tajantemente la crisis climática han iniciado una negación más suave por la que desvían la atención echando toda la culpa a los individuos particulares.
El optimismo lo encuentro en la energía que tiene el movimiento de los jóvenes por el clima y el creciente número de gente de todo el mundo que está exigiendo medidas climáticas inmediatas.
En Estados Unidos, este año tenemos la ocasión de reclamar una lucha real contra contra la crisis climática votando a políticos que quieran liderar la acción y rechazando a quienes se nieguen. Es muy urgente, pero tenemos los medios. Todavía no es demasiado tarde para actuar”.
Las entrevistas se han editado por motivos de claridad.
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