Has normalizado tanto el insulto y el desprecio que el halago no lo reconoces. Es más, lo rechazas.
Por
Pilar Sánchez
Tu cerebro es una reliquia
Sí. Quizás sientes orgullo por tu inteligencia o por tus muchas capacidades intelectuales, pero tu cerebro es una reliquia.
OBENCEM VIA GETTY IMAGES
Está hecho de antiguos pensamientos, y esos antiguos pensamientos se han acompañado siempre de los mismos sentimientos.
Así que gracias a tu reliquia, llevas toda tu vida reaccionando de la misma forma a las mismas situaciones que surgen en tu vida.
Y va a seguir siendo así mucho tiempo a no ser que te propongas introducir nuevas perspectivas de vida y nuevos pensamientos que se acompañen de nuevos sentimientos y emociones.
Puedes cambiar a tu edad
Podría decir la típica frase de “a diario me encuentro con personas que me dicen que quieren cambiar y no saben cómo hacerlo”, y sería verdad, aunque como es muy típica no la diré.
Hay quien se cree que lo de “cambiar a su edad” es imposible, y quien cree que puede cambiar su forma de ser a base de trucos mágicos que buscan en San Google. Y no va por ahí.
Todos llevamos una serie enorme de comportamientos aprendidos a nuestras espaldas.
Da igual en el entorno en el que te hayas criado. Ante situaciones A habrás aprendido a pensar B y actuar de modo C.
“Para deshacerte de tu cerebro reliquia y desprogramarte de todos esos pensamientos automáticos, primero tienes que escucharte.”
Y han sido tantas las veces en las que has repetido esa cadena comportamental que se activa sola. No tienes que pararte a pensar ni un instante para que se active.
Imagínate que en tu infancia viviste una situación en la que eras víctima de desprecios e insultos en casa. Lo normal era que escucharas, por los motivos que fueran, lo mal que hacías todo.
Y cada vez que escuchabas eso tú pensabas “es cierto. Soy inútil. No merezco nada bueno”. Y a ese pensamiento le acompañaba un sentimiento por ejemplo de frustración.
Fueron tantas veces las que lo escuchaste que te parece normal seguir creyéndolo.
La primera vez que fuera de tu casa te dijeron que hacías algo mal, no te enfadaste, ni defendiste tu honra. Automáticamente pensaste “es cierto. Soy inútil”.
Tu sensación de frustración se nutre a diario de pensamientos de ese tipo.
El problema, si no hubiera ya un problema en sí, surge la primera vez que recibes un halago.
Has normalizado tanto el insulto y el desprecio que el halago no lo reconoces. Es más, lo rechazas. A ti nadie te tiene que decir eso, tú eres inútil.
Y si no has hecho nada por dejar de pensar que no sirves para nada, habrán pasado décadas, pero seguirás rechazando los piropos. Aunque ya no vivas en esa casa donde se te decía que todo lo hacías mal y nadie te felicitaba por tus logros.
“Has normalizado tanto el insulto y el desprecio que el halago no lo reconoces. Es más, lo rechazas.”
Tus reacciones emocionales están elaboradas en el pasado
Esto sucede con el noventa y cinco por ciento de tus pensamientos y tus reacciones emocionales.
Están elaboradas en el pasado, en tu infancia, y no se actualizan solas. De repente no te levantas una mañana soleada y te das cuenta que llevas un tiempo defendiendo tu integridad y reconociéndote como la persona valiosa que eres.
Para deshacerte de tu cerebro reliquia y desprogramarte de todos esos pensamientos automáticos, primero tienes que escucharte. Prestar atención a lo que dices y a lo que haces, y por supuesto, escuchar a tu cuerpo.
Es probable que tu infancia haya sido feliz, pero lo más seguro es que hayas vivido también momentos de incertidumbre, de indefensión y de miedo. Y en esas situaciones hayas elaborado unos patrones de comportamiento que hoy no elaborarías si volvieras a empezar con todo lo que sabes.
Dale a tu cerebro información nueva
Si quieres mejorar y cambiar ciertos aspectos de ti que no te hacen feliz, tienes que convertir a tu cerebro en algo nuevo.
Permitiendo que siga manifestándose como el vestigio de todo tu pasado, lo que consigues es tener un futuro predecible. Tu cadena de negatividad, victimismo y sufrimiento seguirá en marcha..
Al igual que repites mil veces una palabra cuando estás aprendiendo un idioma, tienes que repetirte mil veces la información nueva que quieres que tu cerebro asimile.
Recuérdate tus logros mil veces al día, rememora los momentos de felicidad en los que la vida te ha sorprendido positivamente, elabora tu película mental en la que el futuro es tan satisfactorio como deseas, y siente esas emociones en tu cuerpo.
Tu cerebro se ha alimentado demasiado tiempo de diálogos negativos. Si no haces a diario este trabajo, que es infinitamente más satisfactorio, tu cerebro reliquia seguirá dándote la misma respuesta “sí, todo lo haces mal, eres lo peor”. Y tu cuerpo, que responde a la información del cerebro, seguirá manifestando ese profundo malestar.
Quítale el polvo a tu cerebro reliquia y dale la buena vida que se merece.
Tu cerebro es una reliquia
Sí. Quizás sientes orgullo por tu inteligencia o por tus muchas capacidades intelectuales, pero tu cerebro es una reliquia.
OBENCEM VIA GETTY IMAGES |
Está hecho de antiguos pensamientos, y esos antiguos pensamientos se han acompañado siempre de los mismos sentimientos.
Así que gracias a tu reliquia, llevas toda tu vida reaccionando de la misma forma a las mismas situaciones que surgen en tu vida.
Y va a seguir siendo así mucho tiempo a no ser que te propongas introducir nuevas perspectivas de vida y nuevos pensamientos que se acompañen de nuevos sentimientos y emociones.
Puedes cambiar a tu edad
Podría decir la típica frase de “a diario me encuentro con personas que me dicen que quieren cambiar y no saben cómo hacerlo”, y sería verdad, aunque como es muy típica no la diré.
Hay quien se cree que lo de “cambiar a su edad” es imposible, y quien cree que puede cambiar su forma de ser a base de trucos mágicos que buscan en San Google. Y no va por ahí.
Todos llevamos una serie enorme de comportamientos aprendidos a nuestras espaldas.
Da igual en el entorno en el que te hayas criado. Ante situaciones A habrás aprendido a pensar B y actuar de modo C.
“Para deshacerte de tu cerebro reliquia y desprogramarte de todos esos pensamientos automáticos, primero tienes que escucharte.”
Y han sido tantas las veces en las que has repetido esa cadena comportamental que se activa sola. No tienes que pararte a pensar ni un instante para que se active.
Imagínate que en tu infancia viviste una situación en la que eras víctima de desprecios e insultos en casa. Lo normal era que escucharas, por los motivos que fueran, lo mal que hacías todo.
Y cada vez que escuchabas eso tú pensabas “es cierto. Soy inútil. No merezco nada bueno”. Y a ese pensamiento le acompañaba un sentimiento por ejemplo de frustración.
Fueron tantas veces las que lo escuchaste que te parece normal seguir creyéndolo.
La primera vez que fuera de tu casa te dijeron que hacías algo mal, no te enfadaste, ni defendiste tu honra. Automáticamente pensaste “es cierto. Soy inútil”.
Tu sensación de frustración se nutre a diario de pensamientos de ese tipo.
El problema, si no hubiera ya un problema en sí, surge la primera vez que recibes un halago.
Has normalizado tanto el insulto y el desprecio que el halago no lo reconoces. Es más, lo rechazas. A ti nadie te tiene que decir eso, tú eres inútil.
Y si no has hecho nada por dejar de pensar que no sirves para nada, habrán pasado décadas, pero seguirás rechazando los piropos. Aunque ya no vivas en esa casa donde se te decía que todo lo hacías mal y nadie te felicitaba por tus logros.
“Has normalizado tanto el insulto y el desprecio que el halago no lo reconoces. Es más, lo rechazas.”
Tus reacciones emocionales están elaboradas en el pasado
Esto sucede con el noventa y cinco por ciento de tus pensamientos y tus reacciones emocionales.
Están elaboradas en el pasado, en tu infancia, y no se actualizan solas. De repente no te levantas una mañana soleada y te das cuenta que llevas un tiempo defendiendo tu integridad y reconociéndote como la persona valiosa que eres.
Para deshacerte de tu cerebro reliquia y desprogramarte de todos esos pensamientos automáticos, primero tienes que escucharte. Prestar atención a lo que dices y a lo que haces, y por supuesto, escuchar a tu cuerpo.
Es probable que tu infancia haya sido feliz, pero lo más seguro es que hayas vivido también momentos de incertidumbre, de indefensión y de miedo. Y en esas situaciones hayas elaborado unos patrones de comportamiento que hoy no elaborarías si volvieras a empezar con todo lo que sabes.
Dale a tu cerebro información nueva
Si quieres mejorar y cambiar ciertos aspectos de ti que no te hacen feliz, tienes que convertir a tu cerebro en algo nuevo.
Permitiendo que siga manifestándose como el vestigio de todo tu pasado, lo que consigues es tener un futuro predecible. Tu cadena de negatividad, victimismo y sufrimiento seguirá en marcha..
Al igual que repites mil veces una palabra cuando estás aprendiendo un idioma, tienes que repetirte mil veces la información nueva que quieres que tu cerebro asimile.
Recuérdate tus logros mil veces al día, rememora los momentos de felicidad en los que la vida te ha sorprendido positivamente, elabora tu película mental en la que el futuro es tan satisfactorio como deseas, y siente esas emociones en tu cuerpo.
Tu cerebro se ha alimentado demasiado tiempo de diálogos negativos. Si no haces a diario este trabajo, que es infinitamente más satisfactorio, tu cerebro reliquia seguirá dándote la misma respuesta “sí, todo lo haces mal, eres lo peor”. Y tu cuerpo, que responde a la información del cerebro, seguirá manifestando ese profundo malestar.
Quítale el polvo a tu cerebro reliquia y dale la buena vida que se merece.
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