ÁLEX MEDINA R. | ESCRITOR |
Periodista de profesión, Álex Medina R. (San Fernando, 1975) narró el sitio de Cádiz (con peculiar banda sonora) durante la Guerra de Independencia en Una aventura pop (2014). El título guía también sus recorridos por Estados Unidos, que tienen vocación referencial y que relata en las entradas de unarutapop.blogspot.com. Completan la trilogía de su acercamiento al siglo XIX La dama blanca del Mississippi y La leyenda del verso suelto (Cazador). Su última novela, Desaparecida Muerta Viva, es un thriller lleno de alusiones a la cultura popular de los 80 y 90.
-Estados Unidos de nuevo como escenario, inseperable de las rutas pop: ¿cómo surgieron, como forma de buscar inspiración o como algo distinto?
-Pues las rutas pop empezaron en 2013 con la excusa de visitar el Oxford de Mississippi, el Oxford de Faulkner. Buscando otros lugares referenciales, Little Big Horn, donde el general Custer, estaba a 2500 km: una ruta larga pero factible. También estaba la mitología de la ruta 66, que al final nunca haces, aunque sí tramos, y de los moteles. Así que me planteé distancia de ruta diaria. De Memphis a Montana, por el Hannibal de Mark Twain; y Winterset, donde Los puentes de Madison, y lugar de nacimiento de John Wayne (je, paradoja: lirismo y épica); Nebraska, Deadwood... En fin, una ruta de homenaje literario-cinematográfico-musical. Hace un par de años, me animé a hacer un gran círculo cerrando Estados Unidos.
-El escenario de Desaparecida Muerta Viva es Maine, que todos relacionamos con Stephen King.
-La Maine costera es muy Nueva Inglaterra que, digamos, es la parte más europea de Estados Unidos: el típico matrimonio universitario de Concord que se retira o pasa allí los veranos, haciendo acuarelas... Pero, en cuanto te sales del circuito, entras en la América profunda: que choca porque es lo cotrario de lo que se nos vende. Gente que tiene determinado statu quo y quiere seguir así. Durante gran parte del año, además, es territorio casi vedado por las condiciones meteorológicas. De hecho, no es un Estado bisagra, porque por población no puede serlo, pero es un Estado veleta: nunca sabes si saldrá rojo o azul, frente a toda la franja de Nueva Inglaterra, mayoritariamente demócrata.
-Y el escenario del crimen, por decir, es también un lugar real: el Monte Waldo.
-Por Maine, las rutas pop me han llevado tres veces. En la última ruta, la "definitiva", me alojé de casualidad en Buckport. Y bueno, piensas: algo tiene que haber aquí para ver. Me hablaron de la vieja cantera abandonada y me dije...
-"Es un lugar para morir tan bueno como cualquier otro".
-Exacto. De mitad de la carretera, sale un camino de montaña que te recibe con uno de esos carteles de "entre por su cuenta y riesgo". Parte del muro de la montaña se ha caído sobre el carril y, en apariencia, no puedes seguir, pero trepando más o menos llegas a la cantera, que tiene maquinaria abandonada, grafitis... En fin, el típico escenario, excepto por un lago. Así que empiezas a pensar: "Y, ¿si me caigo aquí, cuánto tardarán en encontrarme?". Y a partir de ahí, surge la historia. Realmente, se me ocurre como un cuento, lo que podría ser el prólogo de la novela.
-Una historia con referentes adolescentes, y generacionales: Twin Peaks o Expediente X, dos piezas del imaginario de los 90.
-Yo empecé a leer a King con 15 años, que quizá sea aproximadamente cuando te engancha, y parecía lógico mezclar temas de la adolescencia y demás. Puede parecer lejano, pero quizá por haber visitado tantas veces toda esa mitología, es muy cercano para mí. De Stephen King, la novela podría tener como referencia un poco a It, por el tema de la pandilla, pero es más de estilo de Cuenta conmigo y todas esas películas de grupo.
-¿La adolescencia nos determina, o es que la mitificamos?
-Pues yo creo que nos determina en un porcentaje bastante alto. La mayor parte de lo que arrastramos se debe a traumas infantiles u adolescentes, tanto en el sentido de que te marque como de capacidad de recuperación.
-Y, a partir de ahí, nos toca jugar a payasos o vampiros, sí... Es un poco desolador, por cierto, en qué terminan resultando algunos de esos adolescentes.
-Bueno, más o menos creo que el reparto está equilibrado... La evolución es eso mismo: estás tu mismo, tus expectativas y competencias, y luego está la vida. Casi treinta años después, puede ser que te agarres a lo que pudo haber sido. Cada uno afronta de una determinada manera esa pérdida de la inocencia y de la infancia.
-La detective protagonista, Lorraine, pertenece a una Unidad de Código Imposible del FBI...
-Que nunca podremos saber si existe...
-Que nunca podremos saber si existe... Al contrario que sus casos, la protagonista resulta bastante cercana: sin un ápice de sofisticación, ni de conducta extrema. Aunque un poco outsider.
-Una chica normal, con los problemas de un matrimonio de muchos años, con los niños y las movidas familiares: casi tiene más problemas más domésticos que laborales. Un poco antipática y algo particular, que sabe que se ha equivocado muchas veces. El tema de la diabetes, que conozco de forma personal y no sé si Mankell lo retrata, pienso que da cierta cercanía al personaje: contando lo que se come y controlando la ansiedad, como cualquiera. A mayor desesperación, mayor ingesta de tortitas, claro está. Y de cerveza.
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