miércoles, 6 de febrero de 2013

El cáncer es una línea roja granadahoy.com

JOSÉ / AGUILAR 

UN hospital de referencia en el sistema sanitario andaluz, el Macarena, ha decidido prescindir de la asistencia psicológica que venía prestando a las enfermas de cáncer de mama en tratamiento. La explicación oficial es que dicha asistencia se enmarcaba dentro de un proyecto de investigación (se trata de un hospital universitario) que ha concluido. Las pacientes serán atendidas a partir de ahora en Salud Mental. 

Si la continuidad del proyecto de investigación dependiese de sus resultados, la cosa estaría clara: debe continuar. Las enfermas que lo han seguido son unánimes. Viven lo sucedido como una pérdida de calidad para su salud o como una interrupción de terapias que les hacían más soportable su patología. "Me diagnosticaron el cáncer con 28 años y, tras una recaída, me hundí; mi psicóloga me ha dado las herramientas para vivir con esta enfermedad", dice Nieves, de 31 años. "Estoy aquí gracias a mi psicóloga, ella me ha ayudado a seguir adelante", agrega Silvia Donadios, de 32, con siete años de cáncer a cuestas. 

Pocas cosas son más fáciles que hacer demagogia sobre los recortes. Cada español establece el orden de prioridades que le gustaría dictar a los gobernantes obligados a ajustar presupuestos y reducir gastos (generalmente, los que no le perjudican a sí mismo). Ahí va mi demagogia particular: el cuidado de este tipo de enfermas debe ser absolutamente prioritario. Ahí no se puede recortar. Constituye una línea roja no atravesable, de trascendencia comparable a no dejar ningún niño sin escuela o ningún jubilado sin pensión. Esa línea roja separa la prestación sanitaria exigible a una de las quince o veinte naciones más ricas del mundo de la que corresponde a un país atrasado y socialmente subdesarrollado. 

En el contexto del Día Mundial del Cáncer, la consejera de Salud andaluza ha hecho un llamamiento a las compañías farmacéuticas para que abaraten los precios de los fármacos innovadores contra el cáncer y otro al Ministerio para que el criterio económico no sea el único a la hora de decidir si se financian con fondos públicos o no. Yo le hago un llamamiento a ella: predique con el ejemplo, recorte en otras partidas menos necesarias, prescinda de asesores y reconvierta organismos inútiles, en su consejería o en otras, a fin de que Nieves, Silvia y todas las demás reciban ayuda psicológica para sobrellevar sus vidas en precario.

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