Los efectos del gas lacrimógeno no son sólo a corto plazo, sino que podrían experimentarse durante hasta dos semanas después del evento, según los resultados de un nuevo estudio. El trabajo, que se presenta este miércoles en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea (ERS, por sus siglas en inglés) que se celebra en Munich, Alemania, investigó la duración de los efectos de los gases lacrimógenos sobre salud pulmonar en los manifestantes directamente expuestas a ellos.
Investigadores en Turquía realizaron una encuesta a 546 personas que habían inhalado gases lacrimógenos durante las protestas públicas en junio de 2013, recogiendo información sobre sus antecedentes detabaquismo, exposición a los gases lacrimógenos, síntomas y duración de los síntomas.
Los resultados revelaron una serie de síntomas respiratorios, con un 70 por ciento de los encuestados que informaron de tener dificultades respiratorias; un 80 por ciento que reportó padecer una tos duradera; el 45 por ciento que dijo producir flema y el 43 por ciento que sufría dolor en el pecho. La media de la duración de tos y dolor torácico fue de 15 días.
En un estudio separado, se observaron los efectos nocivos de los gases lacrimógenos en las personas que viven en zonas de los alrededores, además de en las inmediaciones de donde se empleó el gas lacrimógeno. Los investigadores entrevistaron a 105 personas que vivían y trabajaban cerca de donde se produjeron las repetidas protestas durante el verano de 2013.
Los científicos evaluaron los síntomas de salud pulmonar, duración y lugar de la exposición y también realizaron pruebas sobre la función pulmonar una semana después de que terminaran las protestas. Los resultados mostraron que el 76 por ciento de los participantes informaron de dificultad al respirar y el 89 por ciento informó de tos duradera.
Las pruebas de función pulmonar encontraron que 20 de los participantes mostraron algún grado de obstrucción de las vías respiratorias. Los resultados sugieren que el uso repetido de gas lacrimógeno durante una protesta con una larga duración podría tener un impacto en la salud de las personas que viven y trabajan en la zona en la que se utiliza.
"Estos resultados son significativos, ya que contradicen las hipótesis anteriores sobre los efectos de los gases lacrimógenos. El gas lacrimógeno no está clasificado como un arma química, pero no se puede utilizar entre dos países en situaciones de guerra. Nuestros hallazgos sugieren que las personas que viven y trabajan cerca de lugares donde se producen protestas también están sufriendo los efectos nocivos sobre los pulmones de la utilización de este gas", resume Eda Uslu, de la Sociedad Torácica turca.
"También hemos encontrado que el efecto sobre los manifestantes dura más tiempo de lo que pensábamos. Se debe prohibir el uso de gases lacrimógenos a nivel mundial para prevenir más daños a la salud. Asimismo, instamos a los científicos a investigar los problemas que la exposición al gas lacrimógeno pueden desencadenar en el futuro", concluye.
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