REDACCIÓN GRANADA
Tesón, pasión por el conocimiento, constancia, trabajo duro y lucha por ocupar un lugar destinado a otros… Son las características que comparten 24 mujeres que han dado nombre a algunos de los avances más importantes de la biología molecular y la bioquímica del último siglo. Sus rostros se hacen visibles desde ayer en la exposiciónMujeres en Bioquímica y Biología Molecular, una muestra producida en el marco del XXXVII Congreso de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular que podrá verse en la Sala de Exposiciones Temporales del Edificio Péndulo de Foucault del Parque de las Ciencias hasta el próximo mes de noviembre.
Retazos biográficos se combinan con el relato de los resultados científicos de estas mujeres sin cuya existencia no se hubiesen alcanzado algunas de las mejoras que hoy disfrutamos, principalmente en el campo de la salud como el diagnóstico de muchos tipos de tumores, el desarrollo de fármacos para hacer frente a virus como el VIH, la identificación del ADN o la prevención de enfermedades del metabolismo en el feto.
Más allá de la ciencia, su labor también ha sido fundamental para abrir el camino de la mujer en la investigación. Muchas de ellas trabajaron a la sombra de sus maridos y otras incluso no llegaron a graduarse por estar prohibido para las mujeres, pero la mayoría siguió trabajando, pese a las adversidades, para conseguir avanzar en aquello que eligieron como profesión.
Nombres de premios Nobel impregnan este recorrido histórico, algunos muy conocidos como el de Marie Curie que consiguió, dos el de Física en 1903 y el de Química en 1911. Y otros menos populares como los de Carol Greider, quien pese a su dislexia y sus malas calificaciones en el colegio obtuvo en 2009 el Nobel de Medicina por sus contribuciones en el campo del RNA; Ada Yonath la cuarta Nobel de Química de la historia; Linda Brown que se alzó con el Nobel en 2009 por su aportación con la realización de una cartografía cerebral del olfato; Christian Nüsslein Nobel de Medicina en 1995 por el control del desarrollo genético del embrión; Gertrude Belle Elion, Nobel en 1988 por desarrollar fármacos frente a enfermedades mortales; Francoise Barrè Sinoussi, premio Nobel en Medicina en 2008 por la identificación y aislamiento del virus del SIDA; Rita Levi Montalcini Nobel de Medicina en 1986 por contribuir al mejor conocimiento del sistema nervioso; Rosalyn Yallow Nobel de Medicina en 1977 por el desarrollo de la técnica del radioinmunoensayo; Gerty Theresa Cori que se hizo con el Nobel de Medicina en 1944 por sus estudios pioneros en la investigación de enfermedades genéticas del metabolismo o Barbara McClintock, la primera mujer que obtuvo un Premio Nobel en solitario, fue el de Medicina y Fisiología en 1983.
Otros nombres que también han escrito la historia del desarrollo científico del siglo XX y que se descubren en la exposición son los de Joan Argentisinger, la primera mujer en formar parte del programa de Biología Molecular de la Universidad de Harvard; Jane S. Richardson, quien no obtuvo nunca el doctorado pero a quien le debemos la forma en la que hoy representamos y entendemos las estructuras protéicas; Elisabeth Blackburn por su papel fundamental en el desarrollo de terapias anticáncer; Mary Osborn, autora de la cuarta publicación más citada en el mundo; Margaret Oakley, fundadora de la bioinformática; Marianne Grunberg, la primera mujer que fue profesora en Harvard o Rachel Fuller, que desarrolló una vacuna contra la neumonía.
A estas se suman otras como las españolas Margarita Salas y Sara Borrell, Maud Leonora Menten, Gabriela Morreale o Rosalind Franklin, conocida por ser la autora de buena parte de los datos en que se basa la estructura molecular del ADN.
Tanto la selección de científicas como las información que se publica ha sido realizada por investigadores en bioquímica y biología molecular de las principales instituciones científicas del país.
Retazos biográficos se combinan con el relato de los resultados científicos de estas mujeres sin cuya existencia no se hubiesen alcanzado algunas de las mejoras que hoy disfrutamos, principalmente en el campo de la salud como el diagnóstico de muchos tipos de tumores, el desarrollo de fármacos para hacer frente a virus como el VIH, la identificación del ADN o la prevención de enfermedades del metabolismo en el feto.
Más allá de la ciencia, su labor también ha sido fundamental para abrir el camino de la mujer en la investigación. Muchas de ellas trabajaron a la sombra de sus maridos y otras incluso no llegaron a graduarse por estar prohibido para las mujeres, pero la mayoría siguió trabajando, pese a las adversidades, para conseguir avanzar en aquello que eligieron como profesión.
Nombres de premios Nobel impregnan este recorrido histórico, algunos muy conocidos como el de Marie Curie que consiguió, dos el de Física en 1903 y el de Química en 1911. Y otros menos populares como los de Carol Greider, quien pese a su dislexia y sus malas calificaciones en el colegio obtuvo en 2009 el Nobel de Medicina por sus contribuciones en el campo del RNA; Ada Yonath la cuarta Nobel de Química de la historia; Linda Brown que se alzó con el Nobel en 2009 por su aportación con la realización de una cartografía cerebral del olfato; Christian Nüsslein Nobel de Medicina en 1995 por el control del desarrollo genético del embrión; Gertrude Belle Elion, Nobel en 1988 por desarrollar fármacos frente a enfermedades mortales; Francoise Barrè Sinoussi, premio Nobel en Medicina en 2008 por la identificación y aislamiento del virus del SIDA; Rita Levi Montalcini Nobel de Medicina en 1986 por contribuir al mejor conocimiento del sistema nervioso; Rosalyn Yallow Nobel de Medicina en 1977 por el desarrollo de la técnica del radioinmunoensayo; Gerty Theresa Cori que se hizo con el Nobel de Medicina en 1944 por sus estudios pioneros en la investigación de enfermedades genéticas del metabolismo o Barbara McClintock, la primera mujer que obtuvo un Premio Nobel en solitario, fue el de Medicina y Fisiología en 1983.
Otros nombres que también han escrito la historia del desarrollo científico del siglo XX y que se descubren en la exposición son los de Joan Argentisinger, la primera mujer en formar parte del programa de Biología Molecular de la Universidad de Harvard; Jane S. Richardson, quien no obtuvo nunca el doctorado pero a quien le debemos la forma en la que hoy representamos y entendemos las estructuras protéicas; Elisabeth Blackburn por su papel fundamental en el desarrollo de terapias anticáncer; Mary Osborn, autora de la cuarta publicación más citada en el mundo; Margaret Oakley, fundadora de la bioinformática; Marianne Grunberg, la primera mujer que fue profesora en Harvard o Rachel Fuller, que desarrolló una vacuna contra la neumonía.
A estas se suman otras como las españolas Margarita Salas y Sara Borrell, Maud Leonora Menten, Gabriela Morreale o Rosalind Franklin, conocida por ser la autora de buena parte de los datos en que se basa la estructura molecular del ADN.
Tanto la selección de científicas como las información que se publica ha sido realizada por investigadores en bioquímica y biología molecular de las principales instituciones científicas del país.
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