Emiliano García-Page expone en el Carlos V las limitaciones a los vehículos en la capital de Castilla-La Mancha y sus remontes mecánicos
G. CAPPA GRANADA
Si en vez de las siete diferencias hubiera que tachar con una equis las siete semejanzas entre Granada y Toledo, habría que señalar la imporatncia del casco histórico, el tráfico, los aparcamientos para los coches, los grafitis, el acceso, los proyectos de escaleras mecánicas y las relaciones difíciles entre Ayuntamiento y Junta. Son los problemas y los retos a los que se enfrentan dos ciudades marcadas por su pasado. Y las soluciones que se plantean también suelen ser las mismas, aunque que se lleven a cabo es harina de otro costa. ¿Un acceso mecánico para llegar a los monumentos? El gran debate que gira en torno a la Alhambra desde hace años es ya una política de hechos consumados en la ciudad de Toledo, que hace unos días inauguró su segundo tramo aunque, en este caso, no supone ningún peligro para los monumentos. "Hace unos doce años, cuando se construyó el primer remonte mecánico, que acabó recibiendo premios de arquitectura, hubo cierta polémica, sobre todo por ver cómo se integraba en el casco histórico", recordó ayer el alcalde de Toledo, Emiliano García Page, durante su intervención en la tercera jornada del curso que celebra los 30 años de la declaración de la Alhambra como Patrimonio Mundial de la Unesco. Se trata de una obra nueva en una ciudad en la que han ido dejando su sello todas las culturas que han pasado por allí. "Seguramente, en su momento, el Palacio de Carlos V no habría tenido licencia, pero ahora es una parte inherente al monumento", explica el regidor. "No nos engañemos, cada generación debe dejar su huella en el entorno patrimonial, pero hay un espacio de sentido común para no romper las proporciones del conjunto".
En cuanto al tráfico, la capital de Castilla-La Mancha ha abordado el problema común a cualquier ciudad con un casco histórico potente, construyendo más de 5.000 plazas de aparcamiento gratuitas a la entrada de la zona monumental. "La peor invasión que ha tenido la ciudad a lo largo de su historia ha sido la del coche. En los últimos años nos hemos atrevido a peatonalizar casi el 65% del casco histórico y hace muy poco tiempo hemos inaugurado un segundo remonte mecánico, por lo que podemos decir que a Toledo se sube perfectamente por ascensor o por escalera, podríamos plantearnos perfectamente el cierre de la ciudad a los coches. Si se pudiera subir a la Alhambra por escaleras cambiaría el concepto de circulación de toda ciudad", reflexiona García-Page. Sin embargo, restringir la circulación no ha significado que se resienta el turismo, "más bien al contrario". "Yo creo que la facilidad en la movilidad genera atracción, la gente termina por no ir a los sitios donde puede prever problemas con el coche o problemas de basura, siempre digo que la política de turismo comienza con la limpieza de la ciudad", asegura sobre un cambio drástico de mentalidad porque, hace años, se podía ver cómo, en el mismo centro, los hosteleros echaban papeles en el suelo para dar a entender que era un restaurante de éxito.
En cuanto a cómo lidiar con la opinión pública cuando se abordan cambios tan drásticos, el alcalde asegura que las reacciones de los hosteleros, los comerciantes y los taxistas suele ser igual en todos los sitios. En su caso, desde el Ayuntamiento llegó a un consenso con los empresarios y con los residentes de los cascos históricos "porque son la joya de la corona y hay que mimarlos porque los centros monumentales no son parques temáticos que abren y se cierran a una hora".
Otro tema que también emborrona la imagen de Granada son los grafitis, una cuestión en la que García-Page se muestra especialmente beligerante. "Si se establecen normas de control en el color de las fachadas o la altura de los edificios, no tiene sentido que todo eso salte por los aires porque le apetezca a un grafitero. No es una cuestión de estética, es la alteración de una regulación muy específica", afirma sobre un problema que ha abordado de diferentes maneras, además de la policial. "Hay fachadas que son claras invitaciones a los grafiteros, así que las hemos ido pintando para evitar las fachadas lisas", señala para recordar a continuación que la cultura en España ocupa el 4% del PIB, mientas que en países como Francia o Gran Bretaña supera el 10%. "La cultura es una salida a la crisis, por eso tenemos que acabar con el 21% de IVA porque, además, es una industria que no te puedes llevar a Rumanía o Hungría", concluye el alcalde de Toledo, que ve una industria donde otros sólo observan sandalias con calcetines.
En cuanto al tráfico, la capital de Castilla-La Mancha ha abordado el problema común a cualquier ciudad con un casco histórico potente, construyendo más de 5.000 plazas de aparcamiento gratuitas a la entrada de la zona monumental. "La peor invasión que ha tenido la ciudad a lo largo de su historia ha sido la del coche. En los últimos años nos hemos atrevido a peatonalizar casi el 65% del casco histórico y hace muy poco tiempo hemos inaugurado un segundo remonte mecánico, por lo que podemos decir que a Toledo se sube perfectamente por ascensor o por escalera, podríamos plantearnos perfectamente el cierre de la ciudad a los coches. Si se pudiera subir a la Alhambra por escaleras cambiaría el concepto de circulación de toda ciudad", reflexiona García-Page. Sin embargo, restringir la circulación no ha significado que se resienta el turismo, "más bien al contrario". "Yo creo que la facilidad en la movilidad genera atracción, la gente termina por no ir a los sitios donde puede prever problemas con el coche o problemas de basura, siempre digo que la política de turismo comienza con la limpieza de la ciudad", asegura sobre un cambio drástico de mentalidad porque, hace años, se podía ver cómo, en el mismo centro, los hosteleros echaban papeles en el suelo para dar a entender que era un restaurante de éxito.
En cuanto a cómo lidiar con la opinión pública cuando se abordan cambios tan drásticos, el alcalde asegura que las reacciones de los hosteleros, los comerciantes y los taxistas suele ser igual en todos los sitios. En su caso, desde el Ayuntamiento llegó a un consenso con los empresarios y con los residentes de los cascos históricos "porque son la joya de la corona y hay que mimarlos porque los centros monumentales no son parques temáticos que abren y se cierran a una hora".
Otro tema que también emborrona la imagen de Granada son los grafitis, una cuestión en la que García-Page se muestra especialmente beligerante. "Si se establecen normas de control en el color de las fachadas o la altura de los edificios, no tiene sentido que todo eso salte por los aires porque le apetezca a un grafitero. No es una cuestión de estética, es la alteración de una regulación muy específica", afirma sobre un problema que ha abordado de diferentes maneras, además de la policial. "Hay fachadas que son claras invitaciones a los grafiteros, así que las hemos ido pintando para evitar las fachadas lisas", señala para recordar a continuación que la cultura en España ocupa el 4% del PIB, mientas que en países como Francia o Gran Bretaña supera el 10%. "La cultura es una salida a la crisis, por eso tenemos que acabar con el 21% de IVA porque, además, es una industria que no te puedes llevar a Rumanía o Hungría", concluye el alcalde de Toledo, que ve una industria donde otros sólo observan sandalias con calcetines.
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