El Centro Cultural acoge una muestra de la Colección Telefónica con nombres como el de Richard Price, Gursky o Marina Abramovic
G. CAPPA GRANADA
El Centro Cultural CajaGranada acoge una apabullante exposición de fotografía que muestra la obra de los nombres más determinantes de la fotografía de los últimos 40 años. Recibe al espectador una serie de Richard Prince titulada Cowboys & Girlfriend, en la que muestra a rudos vaqueros sobre sus caballos y a chicas en top-less a lomos de despampanantes Harley Davidson. Pero lo que hace el artista es cuestionarse el modelo de masculinidad y criticar que la mujer se convierta en un objeto de consumo. De hecho, su obra Untitled Cowboy fue la primera fotografía en alcanzar el precio de un millón de dólares en una subasta en la sala de subastas Christie's de Nueva York en el año 2005.
La muestra aborda un período clave en el desarrollo artístico del medio fotográfico porque supone tanto su entrada en los circuitos y espacios del arte como un profundo replanteamiento de la función de la fotografía y el modo en que nos aproximamos a ella.
La exposición plantea un doble recorrido que parte de las dos tendencias que marcaron el inicio de ese período -la Escuela de Dusseldorf y el posmodernismo americano- e incluye las hibridaciones que estas tendencias fueron generando. La amplia y completa selección de la muestra cuenta con obras de Thomas Ruff, Olafur Eliasson, Bleda y Rosa John Baldessari, José Manuel Ballester, Cindy Sherman o Zhang Huan, entre otros.
Andreas Gursky, otro artista que ha 'reventado' el mercado del arte, tiene su espacio en la muestra que exhibe los fondos de la Fundación Telefónica. Considerado como el 'fotógrafo más caro del mundo', consiguió en 2011 un récord con una panorámica del río Rhin que fue vendida en una subasta por 3,2 millones de euros. En CajaGranada se exhibe Hong Kong Port, un lugar de cambio, símbolo del progreso y la modernidad de la cultura asiática y uno de los abismos urbanos creados por el hombre. Según la crítica, las instantáneas de Gursky, con multitud de detalles, recuerdan a los grandes de la pintura flamenca como Van Eyck o Vermeer.
Y si de artistas mediáticos se trata, la colección cubre su cupo con la presencia de Marina Abramovic, una instantánea que muestra un vientre de mujer con la estrella de David pintada en rojo donde juega, como hace en otros trabajos, con la tradición religiosa.
La directora de Colecciones y Exposiciones de Fundación Telefónica, Laura Fernández Orgaz, resaltó ayer en la presentación que, el año pasado, por estas mismas fechas, inauguraron en el mismo espacio la retrospectiva del fotógrafo catalán Brangulí. "Me atrevo a decir que esta muestra es de mayor envergadura", aseguró Fernández Orgaz, acompañada en la presentación por el vicepresidente de CajaGranada, Luis González.
Y aunque la exposición es de marcado carácter internacional, también hay espacio para la fotografía española con la presencia de Bleda y Rosa, con un proyecto en el que retratan parajes de España donde han sucedido cruentas batallas de gran importancia histórica. En esta caso, CajaGranada acoge los paisajes de Bailén, donde el ejército francés se llevó un batacazo en la Guerra de Independencia; y La Huesera, donde en el 722 tuvo lugar la batalla de Covadonga, en la que Don Pelayo derrotó a las huestes musulmanas. Así que Bleda y Rosa se valen de su cámara como si fuera una máquina del tiempo para retratar la memoria y el olvido.
Con la historia, en este caso la ficticia, tiene que ver la serie Sputnik, donde el catalán Joan Fontcuberta se inventa un trágico episodio de la carrera espacial, mantenido en secreto por razones políticas por parte de las autoridades soviéticas: el cosmonauta Ivan Istochnikov, a bordo de la Soyuz 2, nunca regresó de su misión en octubre de 1968. Un año después de la desmembración de la Unión Soviética, Joan Fontcuberta tuvo la idea de realizar un proyecto utilizando la información que se revelaría de la carrera espacial. Tras recabar muchos datos y conseguir un patrocinador, la Fundación Arte y Tecnología de Telefónica, nació el proyectoSputnik, que mezclaba hechos verídicos con elementos de ficción. Las fotografías que componenSputnik giran en torno a la historia de un personaje de ficción que Fontcuberta inventa: el coronel Ivan Istochnikov, desaparecido en plena carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Se dice que Istochnikov es borrado de las fotografías oficiales, sus familiares deportados a Siberia y sus amigos y camaradas conminados a olvidar la muerte del cosmonauta, que el régimen fecha en unos meses antes por una enfermedad, ya que no quiere hacer públicos más errores en la carrera espacial. En varias de las instantáneas, Fontcuberta se autorretrata caracterizado como un cosmonauta soviético y el nombre del coronel es, en realidad, su propio nombre traducido al ruso. El proyecto dejó varias anécdotas, como una llamada de la embajada de Rusia quejándose de que la gente les llamaba preguntando si los familiares de Istochnikov aún estaban confinados en el goulag en Siberia. También en el programa de televisión Cuarto Milenio se hizo eco del caso, presentándolo como uno más de sus misterios. Como el propio Fontcuberta comenta, la sociedad parece aceptar que la fotografía es un fiel testimonio de la realidad, concediéndole más credibilidad que al propio fotógrafo. "Yo intento socavar esa credulidad, ya que en todo caso la imagen es una construcción", sostiene. "No se trata de engañar, sino de proporcionar instrumentos para evitar el engaño. Si yo, con mis pocos medios, he sido capaz de crear esto, no quiero ni imaginar lo que son capaces de hacer las grandes agencias".
La muestra aborda un período clave en el desarrollo artístico del medio fotográfico porque supone tanto su entrada en los circuitos y espacios del arte como un profundo replanteamiento de la función de la fotografía y el modo en que nos aproximamos a ella.
La exposición plantea un doble recorrido que parte de las dos tendencias que marcaron el inicio de ese período -la Escuela de Dusseldorf y el posmodernismo americano- e incluye las hibridaciones que estas tendencias fueron generando. La amplia y completa selección de la muestra cuenta con obras de Thomas Ruff, Olafur Eliasson, Bleda y Rosa John Baldessari, José Manuel Ballester, Cindy Sherman o Zhang Huan, entre otros.
Andreas Gursky, otro artista que ha 'reventado' el mercado del arte, tiene su espacio en la muestra que exhibe los fondos de la Fundación Telefónica. Considerado como el 'fotógrafo más caro del mundo', consiguió en 2011 un récord con una panorámica del río Rhin que fue vendida en una subasta por 3,2 millones de euros. En CajaGranada se exhibe Hong Kong Port, un lugar de cambio, símbolo del progreso y la modernidad de la cultura asiática y uno de los abismos urbanos creados por el hombre. Según la crítica, las instantáneas de Gursky, con multitud de detalles, recuerdan a los grandes de la pintura flamenca como Van Eyck o Vermeer.
Y si de artistas mediáticos se trata, la colección cubre su cupo con la presencia de Marina Abramovic, una instantánea que muestra un vientre de mujer con la estrella de David pintada en rojo donde juega, como hace en otros trabajos, con la tradición religiosa.
La directora de Colecciones y Exposiciones de Fundación Telefónica, Laura Fernández Orgaz, resaltó ayer en la presentación que, el año pasado, por estas mismas fechas, inauguraron en el mismo espacio la retrospectiva del fotógrafo catalán Brangulí. "Me atrevo a decir que esta muestra es de mayor envergadura", aseguró Fernández Orgaz, acompañada en la presentación por el vicepresidente de CajaGranada, Luis González.
Y aunque la exposición es de marcado carácter internacional, también hay espacio para la fotografía española con la presencia de Bleda y Rosa, con un proyecto en el que retratan parajes de España donde han sucedido cruentas batallas de gran importancia histórica. En esta caso, CajaGranada acoge los paisajes de Bailén, donde el ejército francés se llevó un batacazo en la Guerra de Independencia; y La Huesera, donde en el 722 tuvo lugar la batalla de Covadonga, en la que Don Pelayo derrotó a las huestes musulmanas. Así que Bleda y Rosa se valen de su cámara como si fuera una máquina del tiempo para retratar la memoria y el olvido.
Con la historia, en este caso la ficticia, tiene que ver la serie Sputnik, donde el catalán Joan Fontcuberta se inventa un trágico episodio de la carrera espacial, mantenido en secreto por razones políticas por parte de las autoridades soviéticas: el cosmonauta Ivan Istochnikov, a bordo de la Soyuz 2, nunca regresó de su misión en octubre de 1968. Un año después de la desmembración de la Unión Soviética, Joan Fontcuberta tuvo la idea de realizar un proyecto utilizando la información que se revelaría de la carrera espacial. Tras recabar muchos datos y conseguir un patrocinador, la Fundación Arte y Tecnología de Telefónica, nació el proyectoSputnik, que mezclaba hechos verídicos con elementos de ficción. Las fotografías que componenSputnik giran en torno a la historia de un personaje de ficción que Fontcuberta inventa: el coronel Ivan Istochnikov, desaparecido en plena carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Se dice que Istochnikov es borrado de las fotografías oficiales, sus familiares deportados a Siberia y sus amigos y camaradas conminados a olvidar la muerte del cosmonauta, que el régimen fecha en unos meses antes por una enfermedad, ya que no quiere hacer públicos más errores en la carrera espacial. En varias de las instantáneas, Fontcuberta se autorretrata caracterizado como un cosmonauta soviético y el nombre del coronel es, en realidad, su propio nombre traducido al ruso. El proyecto dejó varias anécdotas, como una llamada de la embajada de Rusia quejándose de que la gente les llamaba preguntando si los familiares de Istochnikov aún estaban confinados en el goulag en Siberia. También en el programa de televisión Cuarto Milenio se hizo eco del caso, presentándolo como uno más de sus misterios. Como el propio Fontcuberta comenta, la sociedad parece aceptar que la fotografía es un fiel testimonio de la realidad, concediéndole más credibilidad que al propio fotógrafo. "Yo intento socavar esa credulidad, ya que en todo caso la imagen es una construcción", sostiene. "No se trata de engañar, sino de proporcionar instrumentos para evitar el engaño. Si yo, con mis pocos medios, he sido capaz de crear esto, no quiero ni imaginar lo que son capaces de hacer las grandes agencias".
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