El sueño es, sin duda, uno de los procesos fisiológicos más importantes para la regulación de las funciones vitales (homeostasis) del cuerpo humano pues interviene, entre otros procesos, en la sensación y regulación del hambre, en la consolidación de nuevos aprendizajes y recuerdos, en la capacidad intelectual, en el crecimiento y el desarrollo a edades tempranas o en la segregación hormonal. Es un estado en el que el propio organismo hace disminuir las constantes vitales como la presión sanguínea, la respiración o las funciones de los sentidos a niveles reducidos provocando que el organismo se relaje y se duerma.
Aunque todas las personas duermen y tienen que procurar mantener hábitos saludables de sueño ( procurar dormir siempre más o menos a la misma hora todos los días o no dormir durante el día y estar despiertos durante la noche), la conciliación del sueño es distinta en cada uno de nosotros y está condicionada por diversos factores:
- El nivel de actividad o alerta (arousal) que tenemos antes de dormir: si en las horas previas a acostarnos tenemos un nivel elevado de actividad porque estamos trabajando o hemos hecho deporte (contraindicado en las horas previas a dormir), por ejemplo, nos será más difícil conciliar el sueño porque nuestro organismo se encuentra hiperactivado.
- En relación al punto anterior, el uso de aparatos electrónicos como ordenadores, tablets o smartphones antes de irnos a dormir, es un factor que dificulta la conciliación del sueño por la gran cantidad de atención que demanda de nosotros.
- Segregación de melatonina: esta hormona segregada por la glándula pineal, es la encargada de regular el ciclo sueño/vigilia y se ha comprobado que su regulación depende de la cantidad de luz, lo cual la hace ser una hormona fotosensible. Fotosensible en cierto sentido, pues los mayores índices de producción y segregación de melatonina ocurren en la oscuridad; por tanto, cuando estamos acostados y con la luz apagada, es cuando más melatonina estamos segregando y más estable y profundo será nuestro sueño. Si por el contrario, estamos expuestos a la luz, independientemente de que ésta sea natural o artificial, apenas segregaremos melatonina y será más difícil conciliar el sueño. Es por ello que a personas diagnosticadas con insomnio crónico se le receten, en muchas ocasiones, medicamentos que estimulan la producción de esta hormona.
- Tomar bebidas estimulantes con alto contenido en cafeína es algo totalmente contraindicado si queremos dormir bien, sobretodo durante la tarde y en horas previas a dormir.
- Alimentación: al igual que no es bueno irse a la cama con el estómago vacío, irse a la cama con el estómago lleno tampoco lo es, pues ambas situaciones dificultan la conciliación del sueño. Lo ideal es cenar y dejar pasar unas dos horas aproximadamente antes de irnos a dormir para procurar tener hecha la digestión. Al mismo tiempo, consumir productos sanos, bajos en grasas y con un contenido nutritivo favorable para la conciliación del sueño, sería lo ideal.
- Problemas y preocupaciones: la cama no es lugar ni momento para pensar en tareas pendientes, en problemas o conflictos que vivimos a lo largo del día, para eso ya tenemos bastantes horas durante el resto del día. Irse a la cama relajados, tranquilos, sin preocupaciones… favorece que durmamos más y mejor.
- Horarios: acostarnos y levantarnos siempre más o menos a la misma hora hace que nos acostumbremos a una rutina y nos facilita ambas situaciones.
- Prestar atención a dónde y cómo dormimos es también otro factor que condiciona nuestra calidad de sueño. Procurar dormir en una habitación sin luz, sin ruido y con una almohada y cama confortables, es lo ideal para que nuestro sueño sea de calidad.
- Fármacos y sustancias adictivas: sin duda, la química de fármacos antihipnóticos o sustancias adictivas como la cocaína afectan directamente al sueño dificultándolo e incluso impidiéndolo debido a la potente activación que producen en el Sistema Nervioso Central.
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