Cuando hoy comience la Cumbre del clima promovida por Ban Ki-moon, a los cerca de 120 jefes de Estado y de Gobierno que asistirán les deberán aún estar pitando los oídos ante la movilización ciudadana sin precedentes que, con epicentro en Nueva York, y en multitud de ciudades del planeta, demandaba este fin de semana a los líderes mundiales medidas excepcionales y valientes ante una situación excepcional y urgente como es hacer frente y solucionar el problema del cambio climático.
Centenares de miles de personas salieron a las calles para recordar a los líderes mundiales que dejen de mirar para otro lado y escuchen a la ciudadanía. Ya fuera en Nueva York o en las más de 40 concentraciones que se celebraron en España u otras ciudades del mundo, una única voz reclamaba la importancia de actuar frente al cambio climático y la necesidad de compromisos serios y firmes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y apostar y potenciar las energías renovables, el ahorro y la eficiencia para que todos los habitantes de este planeta tengan acceso a la energía limpia que erradique de la faz de la Tierra la pobreza energética.
Estamos en un momento crucial y aunque tenemos aún en la memoria el fiasco de la Cumbre de Copenhague en 2009, cuando unos políticos mediocres no estuvieron a la altura de las circunstancias excepcionales en que estábamos. Lo cierto es que esta vez nos la jugamos. Los líderes mundiales deben comprometerse en la Cumbre de Nueva York con un modelo energético 100% renovable y deben actuar con urgencia para frenar el cambio climático antes de alcanzar un aumento de temperaturas de 2ºC, el límite establecido por los expertos para evitar sus peores consecuencias.
El aumento de las temperaturas, el deshielo del Ártico y la subida del nivel del mar, son signos claros que recuerdan la necesidad de actuar con urgencia frente al cambio climático. Por ello es preciso avanzar hacia un futuro energético 100% renovablepara todos a mediados de siglo, eliminando los combustibles fósiles y poniendo fin a la era nuclear. Cada país debe comprometerse a presentar sus propuestas de objetivos climáticos nacionales para el Protocolo de París, no más tarde de marzo de 2015.
España debe cambiar su estrategia energética: no aprobar prospecciones en nuevos pozos de petróleo, ni la práctica del fracking, ni la ampliación de vida de centrales térmicas de carbón o nucleares, que promueven un modelo basado en las energías sucias y volver a posicionar a España como líder mundial en energías renovables si quiere resultar un actor creíble en la lucha contra el cambio climático.
EEUU puede hacer más de lo que está haciendo, ya que las reducciones de emisiones de las centrales eléctricas de Estados Unidos podrían ser cuatro veces mayores que las propuestas por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA). YChina debe presentar un compromiso claro para retirar progresivamente el carbón de su modelo energético.
Los países con capacidad para hacerlo deben garantizar el aporte total de 15.000 millones de dólares para el Fondo Verde para el Clima en 2015 y proponer vías para cumplir su compromiso de aumentar esta cantidad hasta los 100.000 millones para 2020.
Hay signos para la esperanza: Las energías renovables se han desarrollado mucho y son más baratas. Por ejemplo, en España las energías renovables representaron más del 42% de la demanda eléctrica de 2013 y siguen creciendo en el mundo y, de hecho, el año pasado crecieron más que nunca y ya producen el 22% de la electricidad mundial. La energía solar fotovoltaica cuesta ahora un 80% menos que hace solo cinco años y hoy es posible dar luz a quienes antes no la tenían en las zonas mas desfavorecidas del planeta.
Es el momento y la ciudadanía movilizada en la calle ha dejado claro a los líderes mundiales que no quieren otro fiasco. Porque en momentos excepcionales se requieren líderes excepcionales.
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