Más de una veintena de municipios muestran a sus visitantes durante todo el año pequeños trozos llenos de historia, costumbres, cultura y tradiciones del lugar
JUANJO ROMERO ALPUJARRA
La Alpujarra de Norte a Sur y Este a Oeste desparrama belleza por doquier, aunque no sólo de belleza paisajística puede presumir esta comarca. En el interior de la veintena de pueblos también se pueden encontrar pequeños trozos de historia convertidos en museos. Son numerosas las salas, los espacios y rincones que existen en la Alpujarra y que guardan la tradición, sus costumbres y su cultura con objeto de que perduren por siempre.
Sobre todo en los meses de verano, los municipios alpujarreños experimentan un aumento considerable, llegando algunos incluso a duplicar su número de habitantes, un hecho que requiere de alternativas para atender y entretener a los turistas y familiares que se acercan a esta comarca procedentes en su mayoría, aparte de Almería y Málaga, de zonas como Barcelona, Bilbao o Mallorca, aunque también de lugares más alejados como Alemania o Francia.
La Fonda de Don Geraldo es el espacio que se encuentra en el núcleo de Yegen. Éste es el rincón alpujarreño en el que Gerald Brenan pasó gran parte de su vida (1920-1934) y que le sirvió de inspiración para sus publicaciones.
Como muestra de esa interrelación del municipio con Brenan, desde hace algunos años Yegen tiene las puertas abiertas de la Fonda dedicada al escritor británico, conocido por los lugareños como Don Geraldo, para dar a conocer su figura. En dicho espacio (antigua fonda de Manuel Juliana en la que estuvo hospedado Brenan) los visitantes tienen la oportunidad de conocer más sobre el hispanista a través de una muestra permanente y denominada La Huella de Brenan que recoge una serie de objetos relacionados con la estancia y la vida de Brenan en Yegen.
El inmueble se conserva tal y como se alojó Brenan en un principio, cuando en 1920 decidió residir en Yegen, si bien después el autor del libro Al Sur de Granada alquiló en este panorámico y saludable pueblo una hermosa casa con jardín por 120 pesetas al año. La fonda abre sus puertas en horario de mañana y tarde.
Y si en Yegen se rinde homenaje a Gerald Brenan, en la localidad de Capileira hacen lo propio con el Museo Alpujarreño de Artes y Costumbres Populares Pedro Antonio de Alarcón, un museo situado desde 1972 en el segundo municipio más alto de la comarca, y que precisamente ha sido adecentado recientemente. El museo, que puede ser visitado de once de la mañana a dos de la tarde, acoge una gran muestra de enseres domésticos, un telar, cuadros, colecciones de cerámica y herramientas de labranza.
También, entre otros muchos objetos, existen dos escudos heráldicos labrados en piedra que pertenecieron a familias castellanas que llegaron a esta zona del Barranco de Poqueira con la repoblación cristiana.
En la zona más oriental de la comarca alpujarreña, dentro de la provincia de Granada, se encuentra el Museo de Patrimonio Cultural. Una Casa señorial ubicada en la plaza de los Caños de Ugíjar y que desde finales de junio funciona como Museo de Usos y Costumbres de la Alpujarra. Se trata de un edificio histórico rehabilitado del que se conserva la fachada manteniendo la tipología constructiva con planta cuadrada y escalera iluminada por un lucernario.
De imagen moderna pero respetando la esencia de este enclave patrimonial, el museo expone una colección museística con base en el fondo etnográfico reunido durante años por la familia Jiménez Tovar. Además se pueden ver todo tipo de piezas, aperos de labranza y artesanía vinculada a la historia alpujarreña. También hay paneles explicativos de los paisajes y la cultura tradicional de la comarca.
Cambiando de lugar, a finales del siglo XVIII, un monje capuchino con problemas de salud encontró un manantial en Lanjarón y, tras probar de sus aguas, le dio resultado. Por ello, en el lugar instaló una casa de madera, bautizando este manantial como el de capuchina. En este hecho se ha inspirado lo que hoy se conoce como el Museo del Agua, un proyecto cultural del municipio lanjaronense que pretende poner en valor y mostrar la relación entre el pueblo y el agua.
Con apenas unos pocos años de existencia, este museo se ha convertido en una de las principales referencias a la hora de conocer de interrelación entre los vecinos de Lanjarón y el agua. Además, como comenta una de las guías del museo "la intervención se ha realizado con objeto de recuperar un ámbito muy desestructurado pero con construcciones históricas muy significativas y vinculadas al agua y con la intención de preservar el paisaje en este maravilloso entorno natural".
Lanjarón no sólo es epicentro del agua, también lo es de la apicultura desde que hace tres años se abrieran las puertas del Museo de la Miel, un espacio abierto al público y escolares con la finalidad de difundir la historia de la apicultura, la biología de la abeja, productos de la colmena, o las características de los diferentes tipos de miel, entre otras cuestiones divulgativas. Asimismo, esta actividad, que desarrolla el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Miel de Granada, busca incrementar la oferta de actividades turísticas de calidad en la Alpujarra, dando a conocer a los visitantes y escolares los valores de la apicultura y sus implicaciones sobre el medio físico donde se produce.
El promotor de este proyecto, José Orantes, destaca "la doble función de este museo que por un lado sirve para divulgar las mieles y por otro lado supone un atractivo más para la comarca de la Alpujarra". En la finca apícola se desarrollan cuatro actividades, primero los visitantes tienen la posibilidad de contemplar los diferentes colmenares, posteriormente pueden disfrutar del itinerario didáctico-apícola con los correspondientes paneles estáticos, por otro lado se puede visitar el impresionante Lagar de cera, el único de estas características que existe en Andalucía, y finalmente está el museo, el edificio principal y que está dotado de una serie de elementos dinámicos para entretenerse y divertirse con el mundo de la abeja.
Una opción más, por tanto, de conocer el desarrollo sostenible en el que está implicada la agricultura alpujarreña, en esta ocasión, a través de la miel, y en una época en la que hay que buscar nuevas alternativas.
Hace algunos años que el municipio alpujarreño de Lobras, el más pequeño de la provincia, estuvo a punto de desaparecer debido, entre otras cosas, a la escasa densidad de población. Hoy en día, con algo más de 120 habitantes, no sólo ha sabido mantener su población, sino que ha sabido salir adelante. Como ejemplo del esfuerzo está el Centro de Interpretación Minero y Etnográfico inaugurado hace algo más de tres años en Tímar, anejo de esta localidad, y que ha supuesto un añadido turístico más.
Un museo, construido para, por un lado, arreglar un edificio que estaba a punto de caerse, y por otro lado, representar todos los elementos culturales y económicos que ha habido en esta zona a lo largo de los siglos.
A través de este centro se pueden descubrir las costumbres de la vida del pueblo, fundamentalmente basadas en la utilización del esparto, los telares, la cría de los gusanos de seda, y sobre todo, el mercurio, teniendo en cuenta que la zona está repleta de minas. La alcaldesa de Lobras, Ana Rodríguez, cuenta que "queremos mostrarles a nuestros vecinos y visitantes cómo se vivía en nuestros pueblos y queremos que esas historias perduren para siempre. Ofreciendo además el paisaje como un valor natural más".
El museo está dividido en cuatro espacios. Por un lado, la parte histórica, con la puerta de la iglesia recuperada y el libro de apeo, que data del siglo XVI; por otro lado, la parte etnográfica en la que se representan los modos de vida y producción del pueblo con los telares, el esparto y la seda; la parte paisajística, debido a la potencialidad que ofrece el centro; y la parte del mercurio, con maquetas explicativas sobre la extracción de este metal.
Un conjunto de museos que muestra el valor cultural, la historia y la tradición de estos numerosos municipios de la parte suroriental de Granada.
Sobre todo en los meses de verano, los municipios alpujarreños experimentan un aumento considerable, llegando algunos incluso a duplicar su número de habitantes, un hecho que requiere de alternativas para atender y entretener a los turistas y familiares que se acercan a esta comarca procedentes en su mayoría, aparte de Almería y Málaga, de zonas como Barcelona, Bilbao o Mallorca, aunque también de lugares más alejados como Alemania o Francia.
La Fonda de Don Geraldo es el espacio que se encuentra en el núcleo de Yegen. Éste es el rincón alpujarreño en el que Gerald Brenan pasó gran parte de su vida (1920-1934) y que le sirvió de inspiración para sus publicaciones.
Como muestra de esa interrelación del municipio con Brenan, desde hace algunos años Yegen tiene las puertas abiertas de la Fonda dedicada al escritor británico, conocido por los lugareños como Don Geraldo, para dar a conocer su figura. En dicho espacio (antigua fonda de Manuel Juliana en la que estuvo hospedado Brenan) los visitantes tienen la oportunidad de conocer más sobre el hispanista a través de una muestra permanente y denominada La Huella de Brenan que recoge una serie de objetos relacionados con la estancia y la vida de Brenan en Yegen.
El inmueble se conserva tal y como se alojó Brenan en un principio, cuando en 1920 decidió residir en Yegen, si bien después el autor del libro Al Sur de Granada alquiló en este panorámico y saludable pueblo una hermosa casa con jardín por 120 pesetas al año. La fonda abre sus puertas en horario de mañana y tarde.
Y si en Yegen se rinde homenaje a Gerald Brenan, en la localidad de Capileira hacen lo propio con el Museo Alpujarreño de Artes y Costumbres Populares Pedro Antonio de Alarcón, un museo situado desde 1972 en el segundo municipio más alto de la comarca, y que precisamente ha sido adecentado recientemente. El museo, que puede ser visitado de once de la mañana a dos de la tarde, acoge una gran muestra de enseres domésticos, un telar, cuadros, colecciones de cerámica y herramientas de labranza.
También, entre otros muchos objetos, existen dos escudos heráldicos labrados en piedra que pertenecieron a familias castellanas que llegaron a esta zona del Barranco de Poqueira con la repoblación cristiana.
En la zona más oriental de la comarca alpujarreña, dentro de la provincia de Granada, se encuentra el Museo de Patrimonio Cultural. Una Casa señorial ubicada en la plaza de los Caños de Ugíjar y que desde finales de junio funciona como Museo de Usos y Costumbres de la Alpujarra. Se trata de un edificio histórico rehabilitado del que se conserva la fachada manteniendo la tipología constructiva con planta cuadrada y escalera iluminada por un lucernario.
De imagen moderna pero respetando la esencia de este enclave patrimonial, el museo expone una colección museística con base en el fondo etnográfico reunido durante años por la familia Jiménez Tovar. Además se pueden ver todo tipo de piezas, aperos de labranza y artesanía vinculada a la historia alpujarreña. También hay paneles explicativos de los paisajes y la cultura tradicional de la comarca.
Cambiando de lugar, a finales del siglo XVIII, un monje capuchino con problemas de salud encontró un manantial en Lanjarón y, tras probar de sus aguas, le dio resultado. Por ello, en el lugar instaló una casa de madera, bautizando este manantial como el de capuchina. En este hecho se ha inspirado lo que hoy se conoce como el Museo del Agua, un proyecto cultural del municipio lanjaronense que pretende poner en valor y mostrar la relación entre el pueblo y el agua.
Con apenas unos pocos años de existencia, este museo se ha convertido en una de las principales referencias a la hora de conocer de interrelación entre los vecinos de Lanjarón y el agua. Además, como comenta una de las guías del museo "la intervención se ha realizado con objeto de recuperar un ámbito muy desestructurado pero con construcciones históricas muy significativas y vinculadas al agua y con la intención de preservar el paisaje en este maravilloso entorno natural".
Lanjarón no sólo es epicentro del agua, también lo es de la apicultura desde que hace tres años se abrieran las puertas del Museo de la Miel, un espacio abierto al público y escolares con la finalidad de difundir la historia de la apicultura, la biología de la abeja, productos de la colmena, o las características de los diferentes tipos de miel, entre otras cuestiones divulgativas. Asimismo, esta actividad, que desarrolla el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Miel de Granada, busca incrementar la oferta de actividades turísticas de calidad en la Alpujarra, dando a conocer a los visitantes y escolares los valores de la apicultura y sus implicaciones sobre el medio físico donde se produce.
El promotor de este proyecto, José Orantes, destaca "la doble función de este museo que por un lado sirve para divulgar las mieles y por otro lado supone un atractivo más para la comarca de la Alpujarra". En la finca apícola se desarrollan cuatro actividades, primero los visitantes tienen la posibilidad de contemplar los diferentes colmenares, posteriormente pueden disfrutar del itinerario didáctico-apícola con los correspondientes paneles estáticos, por otro lado se puede visitar el impresionante Lagar de cera, el único de estas características que existe en Andalucía, y finalmente está el museo, el edificio principal y que está dotado de una serie de elementos dinámicos para entretenerse y divertirse con el mundo de la abeja.
Una opción más, por tanto, de conocer el desarrollo sostenible en el que está implicada la agricultura alpujarreña, en esta ocasión, a través de la miel, y en una época en la que hay que buscar nuevas alternativas.
Hace algunos años que el municipio alpujarreño de Lobras, el más pequeño de la provincia, estuvo a punto de desaparecer debido, entre otras cosas, a la escasa densidad de población. Hoy en día, con algo más de 120 habitantes, no sólo ha sabido mantener su población, sino que ha sabido salir adelante. Como ejemplo del esfuerzo está el Centro de Interpretación Minero y Etnográfico inaugurado hace algo más de tres años en Tímar, anejo de esta localidad, y que ha supuesto un añadido turístico más.
Un museo, construido para, por un lado, arreglar un edificio que estaba a punto de caerse, y por otro lado, representar todos los elementos culturales y económicos que ha habido en esta zona a lo largo de los siglos.
A través de este centro se pueden descubrir las costumbres de la vida del pueblo, fundamentalmente basadas en la utilización del esparto, los telares, la cría de los gusanos de seda, y sobre todo, el mercurio, teniendo en cuenta que la zona está repleta de minas. La alcaldesa de Lobras, Ana Rodríguez, cuenta que "queremos mostrarles a nuestros vecinos y visitantes cómo se vivía en nuestros pueblos y queremos que esas historias perduren para siempre. Ofreciendo además el paisaje como un valor natural más".
El museo está dividido en cuatro espacios. Por un lado, la parte histórica, con la puerta de la iglesia recuperada y el libro de apeo, que data del siglo XVI; por otro lado, la parte etnográfica en la que se representan los modos de vida y producción del pueblo con los telares, el esparto y la seda; la parte paisajística, debido a la potencialidad que ofrece el centro; y la parte del mercurio, con maquetas explicativas sobre la extracción de este metal.
Un conjunto de museos que muestra el valor cultural, la historia y la tradición de estos numerosos municipios de la parte suroriental de Granada.
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