Alumnos de Secundaria participan en proyectos científicos de la UGR y el CSIC Hacer un yogur puede ser el primer paso para querer trabajar en un laboratorio
Nunca se les había ocurrido mirar las etiquetas de los productos lácteos del supermercado, pero Paula Sánchez, de Armilla; Luis Miguel Heredia, del Zaidín, o María Huertas, del colegio Compañía de María de Granada, ahora sienten curiosidad por conocer la acidez, la lactosa y la densidad del yogur, del probiótico o de su vaso de leche diario.
La vocación científica puede llegar muy pronto en la vida, pero no solo por inquietud personal casi desde la cuna; también se puede procurar y fomentar a través de actividades que disparan la curiosidad de los jóvenes. Los estudiantes de Secundaria pueden participar cada año en un proyecto de iniciación a la investigación con el que se involucran en proyectos liderados por científicos de reconocido prestigio y conocer de primera mano en qué consiste el método científico y cómo es el proceso de investigación.
La Universidad de Granada y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ofrecen la participación activa de estos estudiantes en una serie de proyectos que se realizan a lo largo del curso. Más de 2.000 alumnos de 35 institutos han formado parte de más de 250 proyectos liderados por 400 científicos de la Universidad de Granada y del CSIC.
La coordinadora del proyecto del Instituto de Cartuja, Juana Fuentes, explica que para sus alumnos lo más interesante es tener contacto directo con buenos investigadores".
Una decena de jóvenes de 4º de ESO y 1º de Bachiller están descubriendo este curso la ciencia a través de algo tan cotidiano como el yogur. Ese producto que toman casi desde que tienen uso de razón y que incluso se puede fabricar en una cocina, es uno de esos pequeños milagros de la ciencia. Hacer yogur es un experimento bastante común entre los escolares, pero esta experiencia en la Universidad aporta muchas más cosas: entran en un laboratorio, aprenden a manejar su material y descubren características de la leche, el yogur y otros productos fermentados que ni siquiera imaginaban.
La primera visita a la Facultad de Farmacia fue en noviembre. El profesor Manuel Olalla Herrera les enseñó a hacer un yogur a partir de leche de vaca cruda y mediante la inoculación del starter, que es lactobacillus bulgaricus y streptococcus thermóphilus.
El científico coordinador del proyecto apunta que esto de hacer el yogur no es como en casa, "aquí aprenden a hacerlo a nivel científico". Pero la elaboración del yogur era una novedad de todos modos porque sus jóvenes alumnos ni siquiera sabían que existían las yogurteras para la fabricación casera.
Ese día también se llevaron tareas para casa, que cosistían en visitar supermercados y fijarse en la variedad de productos lácteos que se ofrecen, así como sus principales características. Esto les serviría para la segunda sesión de trabajo, este mes de enero, que estuvo dedicada sobre todo al etiquetado nutricional y el control de calidad.
Sus yogures tenían más de dos meses y estaban caducados, pero sirvieron para hacer pruebas y obtener datos sobre parámetros como el ph, la acidez, las proteínas, la grasa o la densidad. También hicieron los mismos análisis con yogures comerciales, que aprenderán a catar correctamente en su tercera sesión científica. Si la ciencia no les llama a su lado, al menos habrán aprendido algo del "espíritu crítico" necesario para ser un buen consumidor.
La vocación científica puede llegar muy pronto en la vida, pero no solo por inquietud personal casi desde la cuna; también se puede procurar y fomentar a través de actividades que disparan la curiosidad de los jóvenes. Los estudiantes de Secundaria pueden participar cada año en un proyecto de iniciación a la investigación con el que se involucran en proyectos liderados por científicos de reconocido prestigio y conocer de primera mano en qué consiste el método científico y cómo es el proceso de investigación.
La Universidad de Granada y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ofrecen la participación activa de estos estudiantes en una serie de proyectos que se realizan a lo largo del curso. Más de 2.000 alumnos de 35 institutos han formado parte de más de 250 proyectos liderados por 400 científicos de la Universidad de Granada y del CSIC.
La coordinadora del proyecto del Instituto de Cartuja, Juana Fuentes, explica que para sus alumnos lo más interesante es tener contacto directo con buenos investigadores".
Una decena de jóvenes de 4º de ESO y 1º de Bachiller están descubriendo este curso la ciencia a través de algo tan cotidiano como el yogur. Ese producto que toman casi desde que tienen uso de razón y que incluso se puede fabricar en una cocina, es uno de esos pequeños milagros de la ciencia. Hacer yogur es un experimento bastante común entre los escolares, pero esta experiencia en la Universidad aporta muchas más cosas: entran en un laboratorio, aprenden a manejar su material y descubren características de la leche, el yogur y otros productos fermentados que ni siquiera imaginaban.
La primera visita a la Facultad de Farmacia fue en noviembre. El profesor Manuel Olalla Herrera les enseñó a hacer un yogur a partir de leche de vaca cruda y mediante la inoculación del starter, que es lactobacillus bulgaricus y streptococcus thermóphilus.
El científico coordinador del proyecto apunta que esto de hacer el yogur no es como en casa, "aquí aprenden a hacerlo a nivel científico". Pero la elaboración del yogur era una novedad de todos modos porque sus jóvenes alumnos ni siquiera sabían que existían las yogurteras para la fabricación casera.
Ese día también se llevaron tareas para casa, que cosistían en visitar supermercados y fijarse en la variedad de productos lácteos que se ofrecen, así como sus principales características. Esto les serviría para la segunda sesión de trabajo, este mes de enero, que estuvo dedicada sobre todo al etiquetado nutricional y el control de calidad.
Sus yogures tenían más de dos meses y estaban caducados, pero sirvieron para hacer pruebas y obtener datos sobre parámetros como el ph, la acidez, las proteínas, la grasa o la densidad. También hicieron los mismos análisis con yogures comerciales, que aprenderán a catar correctamente en su tercera sesión científica. Si la ciencia no les llama a su lado, al menos habrán aprendido algo del "espíritu crítico" necesario para ser un buen consumidor.
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