Bankia admite el error en la ocupación de la vivienda y vuelve a poner la misma puerta arrancada
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL
A las nueve de la noche de ayer, Vanesa Ruiz regresaba a su domicilio familiar en el barrio del Varadero de Motril, después de dormir tres semanas fuera. Lo primero que hizo fue salir al balcón muy contenta y gritar a su hermana y a sus vecinas que se encontraban aguardando en la calle :"¡eh, ya estoy aquí!". Por fin, esta noche ha podido dormir con su marido y sus cuatro hijos en el hogar familiar, después de al volver a su vivienda (después de un breve viaje de cuatro días), el pasado 3 de agosto no pudieran acceder a la misma.
En una emotiva jornada, la afectada mantuvo por la mañana una reunión con los servicios centrales de la entidad financiera Bankia en Granada, responsable de la ocupación del inmueble durante la mencionada ausencia temporal del matrimonio para que pudieran regresar a su casa.
Responsables de la entidad admitieron así de forma material el error en el desahucio de esta vivienda, después de que un empleado hubiese reconocido que debían haber ocupado otro inmueble de esa misma calle -también un cuarto piso- pero de otro número, por lo que esa misma tarde procedieron a subsanar la equivocación mandando a un cerrajero y a un responsable de la inmobiliaria de Bankia para que acreditara que se restauraba la situación.
Minutos antes de las nueve de la noche, un cerrajero, subido a una escalera, se esforzaba con una radial para cortar una puerta metálica "antiokupa", con la que habían sustituido la antigua puerta del domicilio. No parecía tarea fácil, pero después de unos minutos por fin la estructura metálica cedió. Vanesa se fundió en un abrazo con Ana Maldonado, miembro de Stop Desahucios de Motril: "hemos ganado una gran batalla contra las instituciones, que teóricamente deben defenderte los derechos, y te los ningunean, no te atienden y al final la lucha social es la que ha conseguido esto", dijo la portavoz de esta organización.
Pero la alegría de Vanesa en tan sólo unos instantes se tornó en preocupación al percatarse -según ella misma aseguró- que en la vivienda faltaban varios objetos personales y que incluso les habían cortado la luz. También miraba con incredulidad cómo le colocaban la puerta original que había sido arrancada y no era sustituida por otra nueva. Al menos le quedaba el consuelo de que su niños dormirían en su cama, entre ellos, Samira de 7 años que no cree que olvide este triste episodio, hasta el punto de que afirma que de mayor no quiere ser maestra o peluquera, sino "juez, para impartir justicia" y no dar lugar a situaciones tan insólitas como ésta.
En una emotiva jornada, la afectada mantuvo por la mañana una reunión con los servicios centrales de la entidad financiera Bankia en Granada, responsable de la ocupación del inmueble durante la mencionada ausencia temporal del matrimonio para que pudieran regresar a su casa.
Responsables de la entidad admitieron así de forma material el error en el desahucio de esta vivienda, después de que un empleado hubiese reconocido que debían haber ocupado otro inmueble de esa misma calle -también un cuarto piso- pero de otro número, por lo que esa misma tarde procedieron a subsanar la equivocación mandando a un cerrajero y a un responsable de la inmobiliaria de Bankia para que acreditara que se restauraba la situación.
Minutos antes de las nueve de la noche, un cerrajero, subido a una escalera, se esforzaba con una radial para cortar una puerta metálica "antiokupa", con la que habían sustituido la antigua puerta del domicilio. No parecía tarea fácil, pero después de unos minutos por fin la estructura metálica cedió. Vanesa se fundió en un abrazo con Ana Maldonado, miembro de Stop Desahucios de Motril: "hemos ganado una gran batalla contra las instituciones, que teóricamente deben defenderte los derechos, y te los ningunean, no te atienden y al final la lucha social es la que ha conseguido esto", dijo la portavoz de esta organización.
Pero la alegría de Vanesa en tan sólo unos instantes se tornó en preocupación al percatarse -según ella misma aseguró- que en la vivienda faltaban varios objetos personales y que incluso les habían cortado la luz. También miraba con incredulidad cómo le colocaban la puerta original que había sido arrancada y no era sustituida por otra nueva. Al menos le quedaba el consuelo de que su niños dormirían en su cama, entre ellos, Samira de 7 años que no cree que olvide este triste episodio, hasta el punto de que afirma que de mayor no quiere ser maestra o peluquera, sino "juez, para impartir justicia" y no dar lugar a situaciones tan insólitas como ésta.
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