domingo, 28 de agosto de 2016

¿Tanto costaría poner una pasarela que llegue junto a la orilla del mar? granadahoy.com

La familia de una joven discapacitada denuncia los problemas de accesibilidad que sufren en la playa
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL | 
Los bordillos del acerado suponen una dificultad para los usuarios de silla de ruedas.
En la arena, la falta de pasarelas obliga a arrastrar la silla hasta la orilla.

A Ángela, de 21 años, le encanta el mar, y más en esta época del año. Sin embargo, su discapacidad de un 98% le pone difícil este gusto que, en su caso, se queda en deseo la mayoría de las veces. De hecho, tan sólo ha podido ir un día a bañarse en el mar durante todo el verano, junto a su familia. Y es que, para ella, el agua está más lejos que para los demás. Para una persona que no se puede valer por ella misma es fundamental una pasarela que llegue lo más cerca posible de la orilla. Una vez que se sobrepasa esta superficie más estable, comienza el calvario para quien transporta cualquier silla -o carrito- de ruedas, pues la arena dificulta tanto su circulación que hay que terminar arrastrándola, casi a peso. 

Rafael Ruiz, pareja de la madre de Ángela, ha emprendido una particular cruzada para intentar saltar esta barrera que, en su opinión, es "incomprensible" en pleno siglo XXI. "No entiendo cómo en los tiempos que corren, todavía, pueden suceder estas cosas: cómo una persona con discapacidad no puede disfrutar de unos momentos de ocio en la playa junto a su familia. ¿Tanto cuestan unos metros de pasarela y un pequeño techado para que tengan un poco de sombra junto al mar? Por favor, que alguien me lo explique". 

Ruiz vive en el anejo motrileño de Calahonda, y en ese afán por encontrar una explicación ha enviado sendas cartas al Ayuntamiento de Motril y a la ELA de Carchuna-Calahonda. En este último caso, a través de un grupo de la oposición, se le ha contestado que "Calahonda cuenta con tres pasarelas pensadas para personas con diversidad funcional, cada una junto a uno de los puestos de socorro (puesto que es el personal de vigilancia el que ayuda a extenderlas y a usar las sillas especiales y demás elementos de los que se dispone)", unas circunstancias que él pone en duda. 

También se ha enterado de que "el resto de pasarelas (las normales de toda la vida hechas con palés) no pueden llegar más allá de donde llegan, porque cuando viene un temporal se lo lleva todo (como ocurrió el pasado octubre)". Ruiz intenta aportar algunas soluciones, como que en invierno las retiren y las vuelvan a dejar sólo en verano, para que no se vean aquejadas por las fuertes olas en los meses más duros del año. "En Aprosmo hacen trabajos de carpintería y quizás se les podía encargar que hicieran una prolongación de las pasarelas de madera", propone. 

En general, en el resto de la Costa, señala que son pocos los sitios adonde llegan las pasarelas hasta el mar. "Con el consiguiente perjuicio también para los que llevan carritos de niños pequeños". Ruiz dice que en otros municipios donde hay sillas anfibias se pueden usar "tan sólo de 10 minutos por persona, por lo que casi no saborean el baño". En el caso de Calahonda, "hay tan sólo dos triciclos acuáticos que funcionen, y están muy alejados uno de otro". 

Aparte, se queja de la falta de sensibilidad de algunas personas con el mundo de la discapacidad, puesto que cuando en la Residencia Stella Maris, donde se encuentra habitualmente Ángela, organizan excursiones a la playa, se topan con que les ponen "malas caras" en algunos establecimientos de hostelería, según relatan. 


En el lado contrario de la balanza agradece que en una playa de La Herradura "les tratan estupendamente y es ahí donde suelen ir", así como del público, en general, que "cuando conseguimos llegar a la orilla, ayuda y nos hace espacio".

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