Los testimonios que aparecen en el recuadro central de esta página estremecen por su crudeza en pleno siglo XXI. Y hay muchos más. Ni las reiteradas campañas en favor de la igualdad, ni la copiosa información que circula en la multitud de canales a nuestro alcance, ni la mayor formación entre los jóvenes han erradicado situaciones que llegan a rozar lo delictivo pero que quedan silenciadas muchas veces en nombre del amor.
La Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Granada presentó ayer en el marco de las actividades organizadas con motivo del Día Internacional de las Mujeres el trabajo de la doctora en Sociología Carmen Ruiz Repullo. Un trabajo desgarrador con unos resultados demoledores. El estudio se realizó durante 2015 entre 1.226 jóvenes de 16 a 18 años que cursan estudios en 19 institutos de la capital. A grandes rasgos revela que la violencia sexual no anda lejos de la población adolescente en la ciudad.
Por poner solo algunos ejemplos, el 20% de las chicas reconocen que han sufrido presiones, chantajes o engaños para mantener relaciones sexuales. El 80,5% de los chicos piensa que hay chicas que "van de estrechas" pero que en el fondo quieren mantener relaciones sexuales, mientras que el 90% de los chicos justifica la violencia sexual con excusas como el consumo de alcohol o drogas.
Podría pensarse que cuando los chicos llegan a la adolescencia, el riesgo de sufrir abusos sexuales es menor porque ya son capaces de defenderse, pero lejos de estas afirmaciones lo cierto es que la adolescencia es la edad de mayor riesgo para sufrir violencia sexual. Este tipo de violencia es especialmente compleja en la adolescencia por ser difícil de detectar cuando ocurre en medio de relaciones afectivas en las que, en nombre del amor, se tiende a justificar determinadas formas de maltrato.
El trabajo que ayer presentó Carmen Ruiz se fraguó en 59 talleres de tres horas entre la población adolescente de la capital. De los cuestionarios que se les pasó se concluye que el 51,30% de los chicos piensa que una chica que se lía con muchos chicos es una "guarra". "Pareciera que el único ámbito sexual permitido para las mujeres estaría dentro de una relación amorosa", explica la socióloga. El 51,10% de los chicos cree que ellos son, por naturaleza, más sexuales, una creencia que justificaría determinados actos masculinos, como por ejemplo las agresiones sexuales, al entender que, por naturaleza, no pueden reprimir su deseo. "Si pensamos que existe algo biológico, un instinto sexual que se apodera de los chicos, éstos quedan impunes al no analizarse su actuación desde la verdadera causa: la violencia sexual", reza el estudio.
Otra de las preguntas más desoladoras: "¿Crees que hay chicas que mantienen relaciones sexuales por miedo a que la pareja rompa con la relación?"... tiene una respuesta todavía más atroz. El 76,1% de los chicos y el 88,90% de las chicas creen que sí. "El miedo a que el amor se rompa o la pareja desaparezca conduce a las chicas, por prescripción social, a aceptar lo que no desean", explica el informe, de donde se deduce que la comunicación sexual en la adolescencia brilla por su ausencia. Los especialistas achacan esta conducta a dos causas: la falta de fortaleza de las chicas para afrontar una situación sexual concreta basada en la falta de educación en esta esfera vital y el hecho de que los chicos no sepan asumir el 'no' de las chicas. A estos resultados se unen afirmaciones como que el 69,3% de las jóvenes cree que los chicos que más 'triunfan' son los chulillos, y que el 82,7% de las chicas piensa que en las relaciones de noviazgo adolescente existe machismo.
Y más. El 92,3% de las encuestadas piensa que hay chicas que fingen tener orgasmos para satisfacer a su pareja. Detrás de esta respuesta se esconden cuestiones importantes como la necesidad de mentir ante una situación que no ha sido todo lo placentera que esperábamos, "como si comunicar este hecho produjera algún problema para la chica y para evitarlo, o por miedo, habría que utilizar la mentira".
Más de un tercio de las jóvenes opina que los chicos ejercen presión sexual para llevar a cabo prácticas como la penetración. Dicen los expertos que existe una presión masculina que orienta la sexualidad hacia el deseo que ellos imponen. "No hay que olvidar que la presión y la insistencia es una de las primeras manifestaciones de violencia con las que se encuentran las chicas".
El estudio sigue con la parte estética. El 91,8% de las chicas cree que a los chicos les gusta que ellas se depilen íntegramente. El 87,80 de los chicos lo corrobora. Ahora bien. ¿quién impone esta nueva estética corporal en el cuerpo de las chicas? ¿Lo hacen desde la libertad o es una imposición social? Todo hace pensar que es una nueva moda sexual impuesta.
Entre los datos que Carmen Ruiz comenta con más sorpresa está que el 80% de los adolescentes encuestados no conciben que una chica no desee mantener relaciones sexuales o prefiera realizarlas en otro momento. "Creen que detrás está de nuevo un 'sí' enmascarado."
Tontear y provocar son dos verbos distintos pero que tienden a confundirse de forma intencionada. "Cuando una persona tontea está realizando un juego afectivo-sexual en el que tiene claro hasta dónde quiere llegar. Este juego puede malinterpretarse por la otra persona, ya que cerca de la mitad lo entienden como una provocación. Este malentendido podría conducir a los chicos a ejercer algún tipo de violencia sexual por ejemplo "metiéndole mano", cuando ellas no quieren, o presionando para realizar prácticas sexuales a las que ellas no desean llegar. Ninguna chica que tontea tiene como intención que abusen de ella, por ello llama la atención que el 48,2% de los chicos lo entiendan como una provocación que les permite actuar con impunidad".
En cuanto al amor y el sexo, dos tercios de ellas ven importante estar enamoradas para mantener relaciones sexuales. Esto hace que para las chicas la sexualidad esté permitida y sea socialmente aceptada en la medida en que existen lazos afectivos. O lo que es lo mismo, el único espacio donde está permitida la sexualidad femenina es en el ámbito de una relación, mientras que para los chicos estos lazos no son necesarios.
Estas cifras que aquí se han esbozado son solo una parte del trabajo. Por si fuera poco con estos resultados, cuando terminaron los talleres en los institutos los sociólogos pasaron una hoja en blanco a chicos y chicas por si querían contar alguna experiencia que hubieran vivido en torno a la violencia sexual.
Carmen Ruiz cuenta que aquí llegó la mayor de las sopresas al comprobar que cerca del 40% de las chicas (246) narraron agresiones de este tipo. El 6,4% de los chicos también escribieron sobre los folios, solo que sus relatos eran menos desgarradores. "Estuve con una niña y se fue con otro", "Una vez estuve con una chica que me espiaba conversaciones por whatsapp y decidí cortar por lo sano".
Y aquí los de ellas: "Estuve con una persona que estaba obsesionado conmigo. Tras esto me odiaba, me insultaba por whatsapp, etc. Hasta que un día, cuando supuestamente todo estaba arreglado, en una fiesta me echó una pastilla en la bebida y me dejó tirada con una intoxicación etílica y con sus amigos haciendo lo que querían conmigo".
De todos los casos que las jóvenes narraron solo uno está denunciado, lo que hace pensar a los especialistas que no se denuncia porque estas situaciones están muy normalizadas. "Ven normal que un chico no te deje salir de casa sin hacerle lo que él quiera", explica Carmen, quien cree que es esencial la educación en los niños y jóvenes. "La lectura en los Sanfermines no puede ser qué haría una chica a las cinco la mañana con cinco chicos, la lectura es que ningún hombre tiene por qué ponerle una mano encima a una chica si ella no quiere sean las dos o las cinco de la mañana". relata. Hay otro aspecto a tener en cuenta: la imagen que proyectan de la mujer ciertos programas de televisión en los que se presenta a las chicas "como si fueran un trozo de carne". Mujeres y hombres y viceversa, Gran Hermano o Fist Date.
"La primera medida que habrá que tomar tiene que ver con el sistema educativo. Es importante hacer campañas en las que no se culpabilice a la víctima y que vayan dirigidas a los que agreden. Hay que educar a los chicos para que no agredan y para que las chicas puedan andar con libertad", apunta la socióloga.
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