- La popularización del uso de esta aplicación de mensajería desvela el mal uso que algunos padres hacen de la misma
- Una campaña pide 'wasapear' en paz
¿Qué pasa en el Whatsapp? |
Las conversaciones se desarrollan en el trabajo, mientras se conduce, se atiende a otra llamada o se busca en la estantería del supermercado. Los dedos se deslizan a la velocidad de la luz. Se envía un mensaje. Quizá un "que se mejore". Un mensaje conciso, algo impersonal. A los pocos segundos, las primeras respuestas, más deseos de pronta recuperación para el pequeño. Quizá la conversación no pase de este nivel. O quizá se cuele en el grupo un chiste subido de tono, un comentario con doble sentido o que no tiene nada que ver con el cole, una foto. Quizá un asunto nimio, sencillo, convierta a los móviles en un campo de batalla virtual, en el que la ausencia de elementos que contextualicen la conversación es capaz de convertir una frase en un ataque, un comentario en una ofensa, un chiste en una insinuación velada. Los grupos de padres en aplicaciones de mensajería instantánea -o lo que es lo mismo, en Whatsapp- se han convertido en un arma de doble filo. "Es una herramienta que me parece utilísima, pero para la que no estamos educados", resume el vicedirector del IES Fray Luis de Granada, Francisco Durán. Él está en los dos lados, como docente y como padre. No forma parte del grupo de Whatsapp de sus hijos pequeños, en el que sí está la madre. Sí está en el de su hijo mayor. Nunca se le ocurriría formar parte del grupo de las familias de sus alumnos.
¿Tal hostil es formar parte del grupo de Whatsapp de las familias del cole? "Creemos que puede ser una herramienta muy valiosa", apunta el coordinador del Equipo Técnico para la Orientación Educativa y Profesional de la Delegación de Educación, Miguel Ángel Gómez. "Siempre que se tenga en cuenta el objetivo para el que se ha hecho", apostilla Gómez. El pasado curso se promovió desde este Equipo Técnico la iniciativa Familias que wasapean en paz, en el que se recordaban algunos consejos básicos para evitar el deterioro de las relaciones entre las familias y la comunidad educativa justamente por el mal uso de esta popular aplicación. "Escribe sólo aquello que dirías a la cara. Y ten en cuenta que la palabra escrita puede ser fácilmente malinterpretada y queda para siempre", es el primer consejo. Los mensajes de texto carecen de los "mecanismos" que sí adornan la comunicación verbal. Elementos como el tono ayudan a "interpretar el mensaje". Su desaparición en un medio escrito "es el mayor problema" que tiene Whatsapp, reconoce Gómez. Esto ayuda a que se "confundan" situaciones y mensajes y se dé pie a malentendidos. Mensajes, además, que perduran en el tiempo. "La transmisión es inmediata, como ocurre con la oralidad, pero las consecuencias son distintas".
Para Jorge Remacho, responsable de Formación de FAMPA Alhambra, la principal carencia es que "realmente vemos que no se utiliza para lo que se tiene que utilizar", por lo que "creemos importante" que quienes formen parte de estos grupos "se conciencien" sobre su uso. Whatsapp se ha convertido en el corrillo de padres de después de recoger a los niños pero abierto "24 horas al día", un lugar virtual en el que "opinar y cuestionar", cuando ese, recalca Remacho, no es el objetivo.
Otra de las recomendaciones que se da a los padres es wasapear con eficiencia. "Evita compartir contenidos inadecuados", reza el cartel que el pasado curso se distribuyó en los centros educativos. "Resuelve los problemas directamente con la persona afectada", se aconseja en la campaña. "Cuida la ortografía y las expresiones", se recuerda en el cartel informativo. Consejos que, de tan obvios, llaman la atención y, sin embargo, la Administración se ve obligada a recordar y con los que se quiere "favorecer la participación de las familias" en la comunidad educativa "en positivo", indica Miguel Ángel Gómez.
Fátima Montero es presidenta del AMPA del Colegio Luis Rosales de la capital. En el grupo de padres del que forma parte nunca ha habido conflictos, siempre se usa con el fin de intercambiar información sobre los chicos y la relación entre los miembros es muy respetuosa. "Es una raya en el agua". Montero sabe, por la experiencia compartida por otros padres, que grupos como el suyo son "una excepción". La clave, según esta madre, es que las escasísimas ocasiones en las que ha habido un malentendido - "sólo recuerdo una vez", señala- se ha aclarado entre los implicados de forma directa, "fuera del grupo".
"Cuando es el tutor el que crea el grupo, puede llegar a ser contraproducente", señala Charo Siguero, coordinadora del Defensor del Profesor de Andalucía de ANPE. En su oficina se han recogido quejas de docentes que han tenido problemas con las redes sociales, una situación que cada vez es más habitual, aunque Siguero reconoce que el crecimiento "no es alarmante". Todavía no se ha encontrado con situaciones en las que el ataque al docente se haya gestado en un grupo de Whatsapp. Sin embargo, Siguero tiene claro que "no recomiendo" que los profesores formen parte de los grupos de las familias de sus alumnos. Igual de efectivo para la comunicación puede ser el uso de medios tradicionales, como el correo electrónico o las reuniones. Las aplicaciones de mensajería, reconoce la coordinadora regional del Defensor del Profesor, "puede ser una herramienta útil", pero si se configuran como "una lista de distribución" en la que no haya posibilidad de respuesta. Es precisamente en el intercambio de opiniones donde puede originarse un conflicto, azuzado por los malentendidos que, además, "quedan por escrito". "Lo mejor es hablarlo", indica Siguero.
Para Miguel Ángel Gómez las vías alternativas permiten solventar algunos de los aspectos más espinosos del Whatsapp, pero "se pierde inmediatez". "Todo es complementario, lo importante es usarlo sin transgredir", asume. Sobre la presencia o no del docente el grupo, el coordinador del Equipo Técnico Provincial para la Orientación Educativa y Profesional señala que "si se utiliza para ayudar, el tutor debería estar. Si es para otras cosas, no tiene sentido". Gómez admite que existe recelo por parte de los docentes a entrar en un terreno de juego en el que las normas parecen evidentes pero en el que las formas, en ocasiones, conducen a la confrontación. "Cada centro decide". Para quienes ya estén en uno de estos grupos y detecten comportamientos inadecuados, Gómez aconseja "ser crítico, no permanecer callado cuando surge algo que va en contra del objetivo del grupo". "Si no es así, se le da el beneplácito" a ese comportamiento inadecuado.
"Se usa a veces de forma no adecuada", reconoce Francisco Durán, que señala que esta herramienta "permite que asuntos que son pequeños" en su inicio se "engorden" hasta adquirir las características de problema serio porque "a veces" se transmiten "dobles sentidos" que escapan del receptor. Para Gómez un elemento clave para explicar esto es el hecho de que estos grupos de Whatsapp son muy heterogéneos. Lo único que tienen en común quienes lo forman es que sus hijos están en la misma aula. "Si surge un conflicto entre dos, de repente se hace partícipe a 25 familias", indica. La tormenta perfecta llega cuando la conversación de un grupo de Whatsapp se alimenta con otras redes sociales, como Facebook. Se desbordan los límites virtuales y "se multiplica la información". "Algo que puede solucionarse" de forma sencilla acaba por adquirir una "trascendencia tal" que "hace partícipe" del problema a "toda la comunidad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario