-Empezó a escribir para curar su alma y ahora sana la de otros.
-La magia de este libro es que la gente empatiza mucho y supongo que es porque todos hemos experimentado lo mismo alguna vez. Los lectores conectan con el libro y lo hacen suyo.
-Primero se hizo famosa y luego sacó al mercado Primero de poeta.
-En realidad edité los poemas en un tomo muy pequeñito, algo muy íntimo. Yo no había escrito nunca, pero un día fui a un recital de Escandar Algeet y me encantó. A partir de ahí empecé a escribir y cuando tenía bastante material lo maqueté y lo puse bonito para la familia, sin ningún tipo de pretensión. Después colgué en internet el lema Vive, joder, vive y pasó de ser mi pequeño libro a ser el de todo el mundo. Entonces se hizo muy viral en redes sociales y fue cuando Aguilar decidió editar el libro. A partir de ahí ha sido toda una locura y yo encantada, eh.
-Del carpe diem al vive, joder, vive. ¿Necesitábamos que nos lo dijeran en español para recordar que hay que vivir el momento?
-Tenemos muy claro el concepto y la teoría, pero nunca lo llevamos a la práctica. Creo que lo que hacía falta era un tirón de orejas para que lo hiciéramos de verdad. Eso no quiere decir que el carpe diem sea vivir todos los días a lo loco y sin pensar en mañana, pero sí que lo que estés haciendo en este momento sea lo que de verdad quieres hacer. Para mí, ese es el secreto de la felicidad: el querer lo que tienes y no estar pensando en lo que vas a conseguir mañana. Al final, no disfrutas de este baile; estás pensando en la música que vas a poner después. La vida son cuatro días y a partir de los 30 vuelan, así que hay que aprovechar y hacer todo lo que nos apetezca.
-¿Funciona mejor el imperativo categórico que el consejo?
-Todo esto me lo escribí para mí, jamás pensé que fuera a leerlo alguien. Por eso fui muy dura, tenía que despertar y por eso son imperativos. Pero es que sólo funcionamos así.
-Con todas las libertades y avances que hay en el siglo XXI, ¿qué ha hecho que nos durmamos en los laureles?
-Creo que estamos donde quieren que estemos. Estamos tan saturados de cosas que no tienen importancia que nos estamos perdiendo muchos aspectos de la vida. Yo vivo pegada a las redes sociales por el libro, pero ellas tienen la culpa de que nos sentemos a ver un atardecer y nos lo perdamos por estar pendientes de sacar una buena foto. No nos paramos a pensar en qué es lo importante: ¿que yo vea este atardecer o que los demás sepan que lo estoy viendo? Es muy difícil salir de ahí porque todos estamos metidos en la misma película y estamos muy preocupados por lo que los demás piensen de nosotros. Cada vez que me encuentro a alguien sin redes sociales, directamente lo quiero, porque seguramente esa persona esté disfrutando mucho más que yo. La tecnología tiene su lado bueno, pero al final estamos perdiendo la esencia.
-La poesía, de género olvidado a fenómeno de masas.
-Influyen mucho las redes sociales, la sociedad y el lenguaje que utilizamos. Quizás, lo damos demasiado masticado, por eso a veces nos critican, pero es que la gente tiene que empatizar. El lector quiere sentir y si tú le ofreces una literatura que comprende y con la que se siente identificado funciona. También hay que reconocer que mucha gente está empezando a leer o escribir e incluso a ir a recitales, y esto me parece maravilloso. Con la poesía, además, consigues que la gente se pare a mirarse. No a ver si son más guapos o más feos, sino a ver qué tienen dentro.
-A pesar de que escriben tanto hombres como mujeres, parece un genero consumido mayoritariamente por mujeres.
-Las mujeres consumimos más en general, nos hacen vulnerables e inseguras para que estemos consumiendo todo el rato. Por otro lado, a nosotras no nos da miedo compartir una frase que tenga que ver con sentimientos. Nos han vendido que hablar de emociones es símbolo de debilidad y es justo lo contrario. Ser sensible es un superpoder y nosotras en ese sentido tenemos mucha ventaja. La mujeres compartimos más, pero no porque ellos sientan menos.
-¿Temor a ser juzgados o pánico a conocernos a nosotros mismos?
-Cada uno al final tiene su propia forma de expresarse, tampoco vas a dejar de ser tú mismo, en el caso de que seas una persona reservada. Las mujeres nos estamos haciendo poderosas porque no nos asusta expresarnos. No hay que tener miedo de hacer el ridículo ni a expresarse. No pasa nada si eso nos hace vulnerables, hay que aprovechar la montaña rusa de sentimientos en la que vivimos, al igual que hay que aprender a usar las emociones y no esquivarlas para sólo quedarnos con lo bueno.
-En Primero de poeta el lector le pone nombre a sus propios sentimientos. ¿Espera pasar de curso?
-(Risas) Me gusta mucho estar en primero, de momento no voy a forzar nada.
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