-¿El aforismo vive un momento de auge como nunca en su historia?
-Sin duda vive un momento de efervescencia en el territorio editorial y en cuanto al reconocimiento del público. Pero esa efervescencia tiene lo que tienen todas: no se sabe hasta qué punto va a sostenerse y a sedimentar en el acervo cultural. Es un fenómeno a la altura de los tiempos porque los hábitos de vida y los de lectura han cambiado bastante. Un libro de aforismos no es que se lea muy rápido, es que se lee por donde se quiere.
-¿Twitter es una antología de aforismos sin criterio de selección?
-Es un cajón de sastre en el que cabe desde la tontería más gorda que uno se pueda imaginar hasta los aforismos. La calidad depende de quien teclee, el soporte no es relevante. Twitter da la oportunidad de formar parte de un caos en el que aparecen muchísimas cosas que no son aforismos y otras que lo son en toda regla, pero igual que puede ocurrir con un grafiti o con un tatuaje.
-¿Usted tiene alguno?
-¡No, no! Aunque me tatuaría todos los que aparecen en el libro, porque los he seleccionado después de darles muchas vueltas.
-La antología recoge los autores del XX al XXI. ¿No hay aforismos antes?
-Mucho antes ya había aforismos de tipo muy poético en España, que es la categoría que yo he seleccionado en esta antología. Y después también. He hecho un corte en 2014, por dejar un margen con los últimos años para tener distancia.
-¿Cómo se pueden clasificar?
-Se pueden categorizar de muchas maneras. La crítica coincide en distinguir aforismos de tipo filosófico, metafórico y moral. Lo que sucede es que al final muchos se mezclan, porque todos se basan en las metáforas para expresarse. Yo prefiero distinguir entre el aforismo poético y el conceptual.
-¿Los conceptuales tiene más espacio en el terreno de la publicidad o del eslogan?
-La publicidad coincide en muchas cosas con el lenguaje poético, pero la disidencia está en la definición de los aforismos. Un aforismo no consentiría nunca ser parte de una marca de lavadoras, son subversivos y van más allá. Un buen aforismo lo que hace no es apuntar la realidad sino pegarle un meneo.
-¿Qué criterios de selección ha seguido?
-Este libro reúne autores que, quizás, no se incluirían en una antología con un corte más conceptual. Hay, por ejemplo, antiaforismos, que son la variante más juguetona y lúdica. Eso condiciona la nómina de aforistas.
-Además de nombres clásicos, como Gómez de la Serna o Juan Ramón Jiménez, recoge otros menos vinculados al género, como Lorca o Miguel Hernández. ¿Se atrevería a escoger un solo autor de los que aparecen en la antología?
-Uno sólo, imposible. Una luz que brilla muy fuerte es Carlos Edmundo de Ory. Y otra que está brillando a su nivel es Juan Ramón Jiménez. Y entre mis predilectos se incluye Rafael Pérez Estrada. Y también destacaría a Antidio Cabal y Arturo Soria y Espinosa, que son casi desconocidos por el público.
-Esta pasión o afición u oficio por los aforismos también la ha marcado en su faceta como autora.
-Claro, la propuesta de la antología me vino al pelo porque soy una ferviente lectora y escritora de aforismos poéticos, a los que tengo especial inclinación desde niña y no pude hacer otra cosa que empezar a escribirlos. La base de este libro es el amor al género.
-El ensayo de Remedios Zafra ganador del premio Anagrama destacaba las formas de precariedad de los oficios creativos. Usted que es escritora. ¿Está de acuerdo?
-Estoy completamente de acuerdo con las tesis de Zafra: lo primero que tenemos que hacer es no llamarnos a engaño. Tenemos que saber hasta dónde queremos llegar y dónde empieza, no ya la explotación, sino la autoexplotación. Todo se gestiona con cierto sufrimiento porque tienes que compaginar bastantes actividades. El entusiasmo no puede ser una trampa jamás.
-Como creadora, ¿qué opina en la desigualdad en la concesión de premios literarios a hombres y mujeres?
-Si es así en el mundo de la narrativa y poesía, imagine lo que pasa con las aforistas... Hasta 1987 no publicó aforismos ninguna mujer en España. El mundo literario es un reflejo ampliado de lo que sucede en sociedad. La desigualdad no me sorprende, me entristece, pero no por eso dejo de luchar. Todo lo contrario. Lo que hay que tener cuidado es que no pasen como feministas cuestiones que sólo lo son en apariencia. Con decir "todos y todas" parece que lo resolvemos pero no, por debajo se mantienen las mismas posturas misóginas de toda la vida. Hace falta autorrevolucionarse y plantearse hasta qué punto uno sostiene esas posturas.
-En su artículo sobre el rifirrafe real mencionó que fue compañera de doña Letizia. ¿Dónde y cómo fue?
-Sí, estuvimos unos meses compartiendo mesa de redacción en Bloomberg. Supongo que ni me recordará, pero, como compañera de trabajo, el trato fue bueno. Es como usted y como yo. Y a la vista está.
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