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Medio centenar de periodistas debaten en Santander (España) en el IV Congreso de Periodismo Cultural sobre el acoso, difamación y censura en las redes sociales. WMagazín pregunta cómo contrarrestar las malas prácticas.
Con las redes sociales "la invasión de los idiotas", como la describió Umberto Eco? Porque, según advirtió ya en 2011 el escritor y semiólogo, "hemos entrado en una nueva era virtual de la información donde todo es más vulnerable y frágil. Con internet ya no es posible ninguna censura".
Umberto Eco (1932-2016) apelaba a la templanza de los medios de comunicación, pero a veces es desde allí donde se azuza y se enciende la mecha, y se esconde la mano, en aras de la audiencia. ¿Qué pueden hacer, entonces, los medios de comunicación, y en concreto el periodismo cultural y literario, para amortiguar o contrarrestar esta pulsión pirómana cuyo fuego es agitado luego en las redes?
Ante esta exhibición de una parte oscura de la naturaleza humana, WMagazín preguntó a varios periodistas y expertos en el tema:
"Profundización y respeto ante situaciones complejas", recuerda Sergio Vila-Sanjuán, director del suplemento Culturas, del diario español La Vanguardia.
"Promover la lectura como elemento civilizatorio para plantear discrepancias sin agresiones", insiste, desde Perú, Clara Elvira Ospina, directora del telediario NoticiAmérica y conductora del programa Tiempo de leer.
"En el rigor está nuestra principal arma para fomentar el diálogo con las redes sociales y todo lo que en ella acontece de bueno y de malo", reclama Laura Revuelta, redactora jefa de ABC Cultural.
"Los medios deben apostar por una de sus funciones básicas, la difusión del conocimiento, la elevación del nivel cultural de la sociedad: plegarse a la conversación de las redes o a las exigencias de la audiencia conduce al empobrecimiento intelectual de la comunidad", advierte Joseba Elola, periodista del suplemento Ideas de El País.
"Informar de los linchamientos sin tomar partido por la masa", sugiere Juan Soto Ivars, narrador y autor del ensayo Arden las redes, y él mismo muy presente en ellas.
Son formas de combatir "el ímpetu perverso de las tecnologías" de "una década mutante", como la describe Basilio Baltasar, director de la Fundación Santillana Cultura. Lo dijo en la inauguración del IV Congreso de Periodismo Cultural, titulado El linchamiento digital. Acoso, difamación y censura en las redes sociales, organizado por la Fundación Santillana y el Ayuntamiento de Santander en el Centro Botín de esta ciudad. Allí, medio centenar de periodistas y expertos debaten, entre el 25 al 27 de abril, para trazar una radiografía de la situación en las redes sociales y el efecto negativo de algunas de sus prácticas.
"El linchamiento rara vez es concertado" y las redes reflejan "la percepción saturada de afectividad" donde "incumplimos el deber de civilidad" porque aflora el hecho de que "somos seres trivales, gregarios", aseguró Manuel Arias Maldonado, profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Málaga al abrir el congreso este miércoles. Las redes, según Baltasar, "son el canal para la epidemia del odio y libera la confrontacion".
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Sin filtros
"Hay un exceso de información que quizá impide saber. Ya no hay un filtro, no hay un criterio. Se da importancia a cosas que no tienen ninguna y al contrario. Luego la abundancia, que es un problema porque con el exceso de algo no hay tiempo para ocuparse de ello. A la gente no le interesa filtrar o saber si son ciertas o no algunas cosas. Es una tendencia". Estas palabras de Javier Marías no son de ahora, son de 2011, del diálogo premonitorio que mantuvo con Umberto Eco para el número 1.000 de Babelia, suplemento cultural de El País, de España. Luego, el propio Marías ha podido comprobar su análisis al verse envuelto en varios ataques en las redes y volver a reflexionar en algunos artículos sobre estas reacciones desmesuradas.
Personas de la cultura como Arturo Pérez-Reverte, Lorenzo Silva, María Frisa, Dani Rovira o Fernando Trueba han pasado por este linchamiento digital. "Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo"..., decía Eco. Los medios, añadía el intelectual italiano, "no pueden limitarse solamente a hablar del mundo, puesto que de ello ya habla la televisión. Tiene que opinar mucho más del mundo virtual. Un periódico que sepa analizar y criticar lo que aparece en internet hoy tendría una función, y a lo mejor incluso un chico o una chica jóvenes lo leerían para entender si lo que encuentra online es verdadero o falso".
Los medios, decía Eco, deben ahora, más que nunca, ejercer su función rigurosa de cribar la información y la moderación. Porque, como afirma Elola, "plegarse a la conversación de las redes o a las exigencias de la audiencia conduce al empobrecimiento intelectual de la comunidad".
"La red social es un espejo deformante", advierte Soto Ivars. Entonces da claves sobre la filosofía de ese mundo: "Nos premia mucho más cuando estamos enfadados y lo expresamos que cuando algo nos gusta, y el formato se ha demostrado incompatible con los debates reposados y racionales. Aparte, detrás de los linchamientos digitales y hablando de difusión, está el amarillismo de la prensa, sin el que estaríamos hablando de tormentas en un vaso de agua. La violencia de la red produce beneficios tanto a los usuarios que participan de ella, en forma de retuits, como a los medios que difunden esas historias, en forma de dinero".
Todos miran a las redes, a la masa ciberespacial desatada que muchas veces lo que hacen es soplar la mecha encendida por una fuente acreditada o respetada de un medio porque se sienten avalados o respaldados para continuar su dinámica.
El antídoto del periodismo cultural
"En la base del linchamiento digital se encuentra la esquematización y el simplismo, la voluntad de reducir personas y opiniones a sus caricaturas", explica Vila-Sanjuán. Y añade: "El oficio del periodismo cultural requiere las características contrarias: profundización, matización, voluntad de plasmar con respeto situaciones complejas y a veces contradictorias, intentando hacerlas comprensibles. La práctica correcta del periodismo cultural es el mejor antídoto contra las malas prácticas en la red".
Los medios, reflexiona Soto Ivars, "tienen que informar de los linchamientos sin tomar partido por la masa. Si se informa, de forma crítica, explicando bien qué ha pasado ahí, en lugar de azuzar a más gente contra la víctima del linchamiento. Muchas veces hay en la prensa sobreexcitación, prisa y amarillismo. Habitualmente, de hecho".
Es una situación muy compleja, como explicaba Arias Maldonado, porque tiene raíces psicobiológicas.
"Luchar contra el insulto podría ser tan ambicioso como luchar contra la naturaleza humana, pretender la felicidad general, la satisfacción perenne. Detrás del insulto hay frustración, envidia, infelicidad, y maldad", lamenta Clara Elvira Ospina desde Perú. Pero, aclara, "en realidad, todo eso está en nuestro instinto. Claro que se puede luchar para contener el instinto, de eso de trata la civilización y uno de los elementos más civilizadores es la lectura. Leer amuebla el cerebro, genera empatía, nos hace más sensibles al dolor humano y, de pronto, solo de pronto, logra que entendamos mejor a los demás y nos ahorremos los insultos. Discrepar es natural, ser civilizado es poder plantear las discrepancias sin agresiones".
Efectos del linchamiento digital
La psicóloga Pilar Vecina explica en protestantedigital.com algunos de los efectos de los que han sufrido este linchamiento:"La autoestima y el autoconcepto de la víctima quedan totalmente mermados y destrozados, ya que la víctima siente que su dignidad le ha sido arrebatada y la percepción que los otros tienen de ella es profundamente negativa".
También se genera un ruido insoportable que provoca que la atención se pierda en comentarios banales y se pierdan mensajes realmente importantes. Es lo que le pasó a Lorenzo Silva: "No sólo eran las injurias que debía soportar (denuncié a la compañía, por probar, una especialmente grave; se me contestó que en ella nada había contrario a sus condiciones de uso); a medida que mis mensajes alcanzaban más difusión empecé a sentirme desbordado por la respuesta. No tenía preocupación por contestar a los trolls, pero me agobiaba no llegar a atender a toda la buena y generosa gente que me mandaba alguna palabra de aliento", explicó Silva en el periódico El mundo, el pasado mes de enero cuando puso punto y final a su cuenta de Twitter.
Otro de los efectos del linchamiento digital es la autocensura que el propio atacado se impone para no ser de nuevo diana de comentarios y críticas destructivas. María Frisas, la autora de literatura infantil/juvenil tuvo que escribir el libro "75 consejos para sobrevivir a las redes sociales" (Alfaguara), un manual para que los adolescentes sepan manejarse ante el temible bullying digital, cada vez más extendido, después de que un multitudinario grupo de twitter, padres incluidos, la hostigara durante semanas a raíz de su anterior publicación "75 consejos para sobrevivir en el colegio", llegando incluso a solicitar recogida de firmas para retirar el libro de la venta.
"Me levantaba y tenía mil notificaciones con insultos, mensajes directos que me amenazaban físicamente a mí, y también a mi familia... Llegué a ver niveles de odio que ni podía imaginar", recuerda la autora que confiesa que tuvo que dejar Twitter y dar de baja su cuenta. Reconoce que con ese libro se autocensuró, en parte, para no volver a pasar por la misma tortura.
Sobre por qué la gente se comporta de esa manera, el autor de Arden las redestiene una teoría: "A veces es el desahogo nervioso, otras una manera de sentirse importante al cantar las cuarenta a un famoso, otras hay problemas psicológicos y de adaptación detrás del troll y también predomina la simple diversión. Es una figura donde se mezclan los pirados, los tímidos, los fracasados y los envidiosos. Merece un estudio psicológico. Estoy seguro de que saldrían muchas subespecies bien diferenciadas entre sí".
¿Qué hacer ante un linchamiento digital? "Si sufres un linchamiento digital lo único que debes hacer es no participar, de ninguna forma: ni disculpándote, cosa que agravará las humillaciones; ni dando explicaciones, cosa que complicará tu situación; ni lanzando comunicados que serán automáticamente utilizados en tu contra. En un linchamiento no hablan de ti, sino de una imagen que han creado, de la que no te puedes defender. Callar, esperar y rezar porque las consecuencias no sean demasiado graves".
Este artículo se publicó originalmente en la web de WMagazín, la revista literaria online dirigida por el periodista Winston Manrique Sabogal, un espacio para conversar con sosiego sobre literatura, donde él es cronista de encuentros, reportajes y entrevistas a ambos lados del Atlántico, y los lectores son los coautores, con sus lecturas y comentarios
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