-¿La infancia es más larga que la vida?
-Creo que sí. Me lo pregunté yo mismo en un diálogo con Ana María Matute en la Biblioteca Nacional. Ella había publicado un cuento sobre el verdadero final de la Bella Durmiente y yo una obra de teatro.
-¿La historia de una familia explica la de un país?
-Quien escriba unas Memorias de familia tiene que utilizar como referentes a Balzac y, sobre todo, los diez volúmenes de Les Rougou-Macquart de Zola. Yo sólo soy un personaje más y el que la cuenta. El principal sería mi padre.
-¿El olvidado Rodríguez?
-Era un mestizo social, como yo mismo, que es la cosa más problemática que se puede ser en este mundo, atrapado entre la vertiente ilustrada y la obrera.
-Nace el año de Pearl Harbour y Leningrado...
-Lo decía mi padre, la puntería que tenía el niño de nacer en 1941, el peor año de la Historia, según Carlos Barral. Europa en llamas, los japoneses desafiando a Estados Unidos, primeros campos de concentración, España esperando que entren los aliados.
-Nace en 1941, entre el 1940 de Guerra y el de 1942 de Felipe...
-Felipe se resiste a sus Memorias. Entre unos y otros le escribimos unas Memorias apócrifas. En las mías cuento cuando el verano de 1974 alquilamos una casa de vacaciones en Santa Olalla de Cala, en Huelva. Carmen Romero y yo preparábamos oposiciones a instituto y Felipe conspiraba contra la dictadura. Los años pares tienen mala fama, pero en el 74 se preparó el relevo a la dictadura y en el 76 las elecciones. Parece que todo pasó el 75 y el 77. Los años impares... En el 73 me echan de la Universidad y del instituto.
-Y en el 79 estuvo a punto de ser alcalde de Sevilla...
-Yo estaba deseando volver a coger la grabadora y seguir cogiendo cuentos.
-En el libro aparecen...
-Hay cuentos tenebrosos que reflejan esa sociedad del miedo y del hambre.
-¿Había sitio para la risa?
-Para una risa catártica que a veces llegaba en casa con las aventuras de mi bisabuelo el virrey de Filipinas, en concreto oidor de la Audiencia de Manila. Su padre, mi tatarabuelo, fue alcaide mayor de Sevilla. Había una cuestión casi freudiana entre ellos. El alcaide mandó en la Hacienda pública de Sevilla casi medio siglo menos los años del trienio liberal. Muy liberal no era el hombre, defendía a los caciques y al duque de Medinaceli. Mi abuela, que era su nieta, con trece o catorce años acompaña a la familia real a la Feria. Llegó a vivir la revolución del 68 y las trapisondas de los Montpensier. Cuando llega Franco, le parece insignificante.
-Su abuela Lolita conoció el 68 del siglo XIX y usted el 68 del siglo XX...
-Al mayo francés le dedico mi novela Variaciones para un saxo. Santos Sanz Villanueva me incluye en la generación del 68 porque escribíamos en ese ambiente revolucionario. En el lavadero de mi piso de la calle Feria tenía el aparato de propaganda del PSOE.
-Clandestino con vecinos.
-Mi hermano Fernando apareció en el piso con José Bergamín para ver pasar la Macarena. Lo vi sentado con mi madre en el sofá recitando a dúo Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. La décima que nos decía cuando nos lavaba en el baño de cinc de Alcalá.
-Todo sobre su madre...
-Joaquina Almodóvar. Una anarquista natural. Mi padre era de Izquierda Republicana, el partido de Azaña. En Alcalá había muy pocos comunistas. Los panaderos, caleros y toneleros eran anarquistas.
-En 1984 está en un seminario de Literatura Fantástica con Borges, Calvino y Torrente Ballester...
-Borges oyendo flamenco y bebiendo en vaso de plástico como si fuera mortal.
-¿Macondo con Lolita?
-Está escrita como una novela. Sin rencor ni venganza contra nada ni nadie.
-Con recetas del hambre.
-El sopeao y el ajo meneao.
-Miguel Muñoz concentraba a la selección en los pinares de Oromana...
-Mi hermano Fernando era más futbolero que yo. Soy muy amigo de Quino, el futbolista hijo de Juan Sierra, que una vez me dio la entrada para un partido contra Rusia. Me hubiera gustado escribir su biografía. Tenía el título: La soledad del delantero centro.
-¿En 1983 lo quitaron del cartel político?
-Guerra quería un alcalde de su cuerda y yo estaba mucho más cerca de Felipe. Me ofrecieron de todo, por este orden, Congreso, Senado, el Colegio Español de Lisboa, una agregaduría en Londres, gobernador civil de Granada, delegado del Gobierno en Ceuta y Melilla, virrey de África como decía mi amigo Juan Álvarez Macías.
-¿No aceptó ninguna?
-Dije no a todo. Quería reeditar Cuentos al Amor de la Lumbre, de la que se han hecho 37 ediciones, y en primera línea de la política el escritor nunca escribe.
-¿Salvo Churchill?
-Él era un político que escribía. Sergio Ramírez tuvo que dejar la política.
-¿Qué ha aportado a la Academia de la Lengua?
-Evitar las barbaridades sobre flamenco en el Diccionario.
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