EFE |
El mismo día que se conocía la muerte del doctor Luis Montes, en Les Corts valencianas se aprobaba el proyecto de ley sobre los derechos y garantías de la dignidad de la persona en su atención al final de la vida. Un indeseado homenaje del destino a quien sufrió el acoso del Partido Popular por su defensa de una muerte digna.
Ataques que, en su persona, iban dirigidos hacia una sanidad pública en la que, como ha demostrado principalmente en la Comunitat Valenciana con sus gobiernos, el PP ni creía ni cree. Entonces se quedó solo en sus ataques a uno de los más relevantes abanderados de la muerte digna. También se ha quedado solo en su rechazo a un texto que, como principio rector, se orienta a preservar la dignidad de la persona desde que nace hasta que fallece.
Lo deseable es que el ciclo de la vida expire con las mismas atenciones de principio a fin
Lo deseable es que el ciclo de la vida expire con las mismas atenciones de principio a fin. Morir sin dolor, en la intimidad, con respeto a los propios valores y a la dignidad. En suma, eliminar todo el sufrimiento que esté en nuestras manos evitar. Tantas veces hemos oído que más que temer a la muerte se teme al dolor y al sufrimiento, que son estos deseos personales a los que una Administración debe dar carta de naturaleza. No se entiende la acción política sin atender a uno de sus principales cometidos. No es otro que canalizar a través de las normas lo que en la calle despierta interés y es motivo de preocupación. Morir dignamente lo es.
Así se ha hecho en la Comunitat de Valencia con un amplio proceso de participación. La autonomía en las decisiones del ser humano y la toma de conciencia de la muerte como el fin natural de un proceso biológico fundamenta el objetivo de morir en paz y con dignidad como un derecho de ciudadanía. En consecuencia, la integración de estos derechos de autonomía personal, dignidad humana e intimidad dentro del código ético de la asistencia sanitaria se convertía en un reto irrenunciable. Ni se regula la eutanasia ni el suicidio asistido. No es materia que dependa del ámbito autonómico.
Este proyecto, ampliamente refrendado, supone un importante avance tanto en los objetivos como en sus fines y en sus principios. Entre los objetivos cabe destacar, como se mencionaba, la regulación de los derechos de las personas para garantizar el respeto a su dignidad y autonomía. También el establecimiento de los deberes que ha de cumplir el personal de las instituciones o centros sociosanitarios, tanto públicos como privados, de la Comunitat Valenciana.
La dignidad en la muerte no es otra cosa que la lucha por la propiedad de la vida.
Entre los fines, además de los citados sobre dignidad y autonomía, está contribuir a la seguridad jurídica de los profesionales sanitarios que atienden a la persona en el proceso final de su vida. Los fines básicos de la norma aprobada atienden también al respeto a la intimidad, la confidencialidad de la información clínica, la igualdad y no discriminación, el derecho de toda persona a recibir cuidados paliativos integrales y el de contar con una atención individualizada y unos cuidados continuos.
Este proyecto abre un camino en la garantía de los valores éticos y la dignidad de la persona al final de su vida. Para ello, y así se ha hecho, era precisa una coordinación entre el ámbito social y el sanitario y la puesta en marcha de medidas concretas que plasmen el espíritu de este texto. Con ese fin se detalla la planificación del tramo final de la vida. El lugar en el que eliges morir, ya sea en centro hospitalario (con garantía de habitación individual) o en casa, al lado de quien, con acompañamiento médico, si se desea consuelo espiritual o psicológico y qué tipo de cuidados sanitarios se recibe en situaciones irreversibles. No hay verdad más irrebatible en la existencia humana que su final.
Sabido cómo acaba este 'capítulo de la vida', como definía José Luís Sampedro desde su sabiduría a la muerte, restaba articular los mecanismos precisos para que se haga de manera digna. Al fin y al cabo, la dignidad en la muerte no es otra cosa que la lucha por la propiedad de la vida.
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