Su documental Las Educadoras está siendo un éxito. ¿Por qué en el siglo XXI son tan importantes aún estos referentes?
-Son referentes actuales pero completamente invisibilizados. En el tema de la igualdad aún estamos en pañales, pero es verdad que hay un antes y un después de este 8 de marzo.
-¿Estamos en la cuarta ola del feminismo?
-Yo creo que sí, pero de un feminismo que ya no sólo van a abanderar mujeres. Ahora también quieren estar junto a ellas los hombres. Ahí es donde creo que hemos dado un paso fundamental.
-¿Se hizo historia el 8-M?
-Muchos alumnos míos secundaron la huelga y se sintieron orgullosísimos de participar en un hecho histórico que saldrá en los libros de texto que tendrán sus hijos dentro de 20 años. Ellas y ellos han marcado un hito en la historia.
-También dicen que esta generación de adolescentes ha dado pasos atrás...
-La adolescencia está viviendo una esquizofrenia igualitaria bestial. Por un lado tenemos un 50% de los jóvenes que han dado pasos vertiginosos hacia la igualdad y, sin embargo, hay otro tanto importante, entre el 25% y el 35%, que ha dado pasos hacia atrás. A estos hay que rescatarlos porque son los que están creando los falsos mitos que dañan la igualdad y fomentan la violencia de género.
-¿Por qué esa regresión?
-La educación sigue siendo la herramienta fundamental para la igualdad y ni en el hogar ni, a veces, en la propia escuela se educa en igualdad. Y esta adolescencia se nutre de los medios de comunicación, internet y las redes sociales. Y precisamente éstas no educan en igualdad, hacen lo contrario.
-¿Qué es lo que más le preocupa?
-La hipersexualización de la adolescencia, que está enraizando ideas que son nefastas. Están aprendiendo la sexualidad a través de la pornografía y eso conlleva comportamientos como el de la manada o que en 2017 hubiese 1.257 denuncias presentadas por violaciones entre adolescentes. La educación afectiva, emocional y sexual, con la inclusión de la diversidad, sigue siendo una asignatura pendiente en este país desde todos los puntos de vista.
-¿Dónde está el error?
-Como docente creo que la equivocación está en meter en un instituto a niñas y niños de 11 y 12 años para convivir con chicos de 18, 19 y 20 años. Quieren hipersexualizarse igual que los modelos que ve en el propio centro pero no tienen la edad ni la madurez para llevar a cabo ese cambio. Ya no hay una transición entre la infancia y la juventud, se creen adultos, mayores.
-¿Dónde falla el adulto?
-Escuela y familia tienen que ir a la par. Y todavía en nuestro país no lo hemos conseguido. Para mí es importantísimo trabajar con los padres, que también necesitan formación. De no tenerla pueden desmontar todo lo que se hace en el aula. Todavía cojeamos en la formación a los alumnos, a la familia hay que incluirla, sobre todo a los padres, que están completamente invisibles en el proceso educativo.
-¿Es una muestra de que aún queda mucho para la corresponsabilidad?
-A las mujeres del siglo XXI se nos ha tomado el pelo con el tema de la conciliación. Tenemos una igualdad legal pero no real y a eso se le llama el velo de la desigualdad. En ese abismo está el engaño a las mujeres, leyes que hablan de corresponsabilidad, de reparto, pero a la hora de la verdad no existe tal igualdad ni en las tareas domésticas ni en el cuidado de menores y mayores. El 96% de las excedencias para estos cuidados son de mujeres. Luego no tendrán la misma jubilación que un hombre por no haber cotizado lo mismo. En los países mediterráneos nos faltan años luz para acercarnos al proyecto de igualdad de los países nórdicos donde la baja de maternidad es de 12 meses -para el hombre obligatoriamente es la mitad- y la mujer cobra un sueldo por haber sido madre. Allí la maternidad no es un problema a la hora de trabajar.
-Pero aquí sigue siendo un escollo laboral...
-Según las últimas estadísticas, el ser madre le afecta a nivel profesional una barbaridad. Y no debería de ser un inconveniente si queremos cobrar las pensiones el día de mañana. Tendríamos que fomentar la natalidad, todo lo contrario a lo que hacemos en este país. Es fundamental aplicar a las economías la pedagogía feminista.
-¿Se culpa a la mujer por no estar a la altura?
-Sí, se sigue culpabilizando a la mujer de los obstáculos que se encuentra. Y no es así. La mayoría lo tenemos muy claro, estamos empoderadas pero tenemos un sistema económico patriarcal que impide que esos techos de cristal, que más bien son de cemento, puedan romperse. Pero la mujer es consciente y por eso salió a la calle. Desde entonces la política ha empezado a escucharnos y la palabra feminista ya no está demonizada. Ahora el feminismo tiene que estar atento a algo muy importante, y es que se quieran apropiar del movimiento para intenten convertirlo en una moda y eso sí que es un peligro.
-¿Por qué?
-Porque el feminismo no es una moda, es una ideología, una forma de vida, es lo que realmente ahora puede provocar una auténtica revolución social, cultural y económica. Es casi la única fuerza política y filosófica que lo puede hacer y ahora todos los grupos políticos se quieren apropiar de eso. Pero el primer lugar ahora es de las mujeres y el hombre tiene que saber ir a nuestro lado. Este momento es nuestro aunque los queremos a nuestro lado porque si no esta revolución no la vamos a poder hacer.
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