Las enfermedades raras necesitan ser estudiadas |
Las enfermedades llamadas raras son así denominadas por su baja frecuencia en la población, no por su extrañeza. Por eso muchas personas prefieren referirse a ellas como enfermedades minoritarias, de baja prevalencia o poco frecuentes.
¿Y qué es ser poco frecuente? La Unión Europea establece que una enfermedad pertenece a este grupo cuando afecta a 1 de cada 2.000 personas o menos. Esto puede parecer muy poco, pero si tenemos en cuenta las casi 7.000 enfermedades identificadas hasta el momento, estas patologías afectan a muchas más personasde las que a priori nos podamos imaginar.
Se calcula que en España hay unos 3 millones de personas afectadas por este tipo de enfermedades. En Europa son unos 30 millones y en el mundo se calcula que entre un 6 y un 8% de la población está afectada directa o indirectamente por ellas.
¿Y qué tienen en común estas enfermedades más allá de su baja frecuencia?
Pues poco… Este es uno de los principales problemas a los que se enfrentan tanto pacientes como personal investigador: su gran diversidad. La mayoría son crónicas, debilitantes, progresivas y degenerativas. Pueden ser de origen diverso, pero un 80% de las enfermedades minoritarias son genéticas. Esto significa que pueden transmitirse de generación en generación.
En estos casos es importante conocer la historia familiar para poder establecer el patrón de transmisión y determinar el riesgo de familiares a desarrollarla y establecer el tipo de pruebas que deben hacerse. Muchas de estas enfermedades dan la cara antes de los dos años de edad, y un 30% de los afectados muere antes de alcanzar los 5 años. Son tan numerosas, diversas y escasas que algunas no tienen siquiera nombre aún.
Todo esto hace que uno de los grandes problemas sea el retraso que sufren los y las pacientes en recibir un diagnóstico, que es, de media, de unos 5 años tras haber desarrollado la enfermedad. Esto puede tener consecuencias graves, derivando en el empeoramiento de pacientes en muchos casos.
Además, en el caso de las enfermedades de origen genético, se suma a este problema la incertidumbre sobre el riesgo de tener más hijos afectados y la imposibilidad de realizar un consejo genético apropiado que oriente a las familias.
Tyrion Lannister. |
Son poco frecuentes, pero es fácil conocer algunas de las 7.000 condiciones denominadas minoritarias. El actor que encarna a Tyrion Lannister en Juego de Tronos, por ejemplo, tiene acondroplasia o enanismo. Esta condición genética poco frecuente está provocada por la mutación en el gen FGFR3, que produce problemas de desarrollo de los huesos largos.
Otra de las enfermedades minoritarias son la piel de mariposa, que provoca una piel extremadamente frágil, o la progeria, que causa un envejecimiento prematuro.
La falta de información, la dificultad de encontrar especialistas o la escasez de personas con el mismo problema, suponen un reto difícil para pacientes y familiares, que acaban sufriendo un aislamiento importante.
En este aspecto, las asociaciones de pacientes llevan años haciendo una labor impresionante y muy efectiva no solo de apoyo a las personas afectadas, sino también de visibilización, promoción de la investigación y como agentes de cambio, incluso político.
Por fortuna, el intercambio de información es en estos tiempos cada vez más fluido entre pacientes, personal sanitario, investigadores e investigadoras y la sociedad. Esto, junto a los avances de las técnicas de secuenciación masiva y el creciente interés de las agencias de financiación de la investigación, y unos grupos de investigación perseverantes y con muchas ganas, están contribuyendo a ampliar y difundir el conocimiento de muchas enfermedades catalogadas como minoritarias.
Las personas que se enfrentan a la investigación de este tipo de patologías también encuentran dificultades por su condición de minoritarias. El bajo número de pacientes hace que las conclusiones sean difíciles de generalizar, siendo muy difícil contribuir con información significativa que ayude a un mejor diagnóstico, tratamiento y prognosis de la enfermedad.
Además, los descubrimientos avanzan muy despacio porque hay pocos grupos de investigación dedicados a cada una de las enfermedades.
Por ello, es necesario trabajar en equipos multidisciplinares y en red, lo que da la oportunidad de avanzar con más facilidad… Con esa idea nace el CIBERER, una red de grupos especializados en investigación en enfermedades raras, distribuidos por todo el Estado y que aúnan esfuerzos para avanzar en el conocimiento de muchas de estas patologías.
Como biólogas celulares, se trabaja con el orgánulo más increíble de la célula: lamitocondria. Forman una red de túbulos dinámica, que se fusiona y fisionacontinuamente en respuesta a las condiciones metabólicas de la célula y otros factores, muchos de los cuales probablemente desconocemos aún.
Se trabaja con modelos celulares de una enfermedad poco frecuente muy concreta, originada por mutaciones en genes nucleares que codifican para proteínas que realizan su función en la mitocondria. Conocemos esta enfermedad como deficiencia en Coenzima Q (CoQ).
¿Quién no conoce esta molécula, la llamada Q10? Es una molécula que se añade a productos cosméticos en un intento de la industria por combatir los signos del envejecimiento. Pero mucho más allá de ser un antioxidante que podría retrasar la aparición de arrugas, el CoQ es una molécula esencial para la vida.
Las personas que nacen con la incapacidad de fabricar esta molécula, o que la fabrican en poca cantidad, desarrollan un síndrome muy grave en la mayoría de los casos, debilitante, degenerativo y muchas veces fatal.
Cuando falta CoQ, la cadena de transporte de electrones, el sistema gracias al cual nuestras células obtienen energía, falla. A la cadena le falta un eslabón y cuando algo así ocurre, el sistema deja de funcionar. Estas personas suelen tener afectación principal en los órganos que necesitan más energía: cerebro, músculo, hígado, riñones…
El CoQ es un lípido y para poder fabricarlo hacen falta unas 10 proteínas codificadas en el ADN nuclear. Gracias a las técnicas de secuenciación masiva, en los últimos años se están detectando más mutaciones en estos genes, aunque aún queda muchísimo trabajo por hacer.
Hasta ahora solo se ha publicado la identificación de unos 15 pacientes con mutaciones en COQ4, el gen con el que se trabaja en la investigación. La dificultad es especial porque sabemos que este gen hace falta para sintetizar CoQ, pero no sabemos cuál es su función exacta. Sin embargo, si el gen no funcionacorrectamente, se desarrolla una enfermedad tan grave que en la mayoría de los casos es mortal durante las primeras horas post-parto o en las siguientes semanas/meses tras el nacimiento.
Es fácil imaginar el desconcierto de unos padres a los que después de un tiempo sin saber qué les pasa a su hijo o hija, les dicen que tiene una mutación en este gen, y solo hay una familia en Turquía, otra en Austria y otra en Italia a los que le ha pasado algo parecido… Lo mejor que les podemos ofrecer, aparte de apoyo emocional, es seguir investigando para intentar conocer mejor qué ocurre y ojalá algún día poder aportar soluciones.
Una de las cosas más intrigantes que ocurre a los investigadores que de estas enfermedades es que no existe aún una buena correlación genotipo-fenotipo… Es decir, cuando encuentran una mutación, no se puede predecir qué le ocurrirá al paciente. Y al revés: cuando observan una serie de síntomas, no se puede predecir qué gen o genes están afectados. Esto es precisamente debido al bajo número de pacientes identificados y estudiados.
Investigar en este tipo de enfermedades tiene muchas dificultades, algunas exclusivas por ser precisamente poco frecuentes y recibir poca atención. Pero los grupos que dedicados a ellos luchan por poner la mirada en aquello que poca gente ve. Hacer visible lo invisible es fundamental para avanzar en el conocimiento.
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