Pedro Carbonero. Catedrático de Lengua Española y experto en habla andaluza
Sevillano del 51, este especialista considera que el parentesco sonoro del andaluz con el canario y el crisol americano tiene un origen claro: "Una parte importante de los primeros colonizadores en Canarias y América era andaluza".
FEDE DURÁN
-¿El andaluz es un castellano mal hablado?
-Eso es un tópico. Técnicamente, el hecho de hablar bien o mal es difícil de definir. El andaluz es una manera distinta de usar la lengua española. Si se nos pone como modelo el castellano norteño, todo lo que no se le parezca puede ser tachado de malo. Sabemos por ejemplo que en el español en general no se diferencia la pronunciación de la be y la uve. Siglos atrás, los hablantes de otras lenguas como el francés o el alemán achacaban a los peninsulares un mal hablar precisamente por eso, y sin embargo, esa ausencia de distinción está académicamente establecida. Es simplemente un problema de perspectiva. Podemos establecer un modelo meridional del castellano y decir que son los del norte los que hablan mal.
-¿Qué otros tópicos ha recopilado?
-Uno de ellos es el de la ortografía: el andaluz se come las letras. Tampoco es así. Se invierte el orden de la realidad cronogenética del lenguaje humano, que inicialmente es hablado. La escritura es un artificio posterior del hombre. ¿Y qué si no se pronuncia lo que se escribe? ¿Existe algún tipo de desprestigio en lenguas de tal dimensión como el francés o el inglés por el hecho de que en ellas haya gran diferencia entre lo que se habla y lo que se escribe? Para que una lengua sea viva, fuerte o válida no hace falta que exista ningún tipo de correspondencia. Escribir es por naturaleza estático. Se establecen unas normas desde arriba, se dice qué es lo correcto. El habla es dinámico, una evolución que no tiene freno, por eso la ortografía siempre está a remolque.
-Un posible mito positivo: el andaluz es la fábrica del castellano.
-Estoy de acuerdo hasta cierto punto. El andaluz constituye un modelo innovador, la evolución del lenguaje ha sido mayor, lo cual no quiere decir que no haya aportaciones del español del norte. Es la fonética la parte más innovadora. En muchos casos el andaluz es léxicamente incluso más arcaico. Ya en el conocido Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía, publicado hace unos 70 años, se evidenciaba que en distintos lugares aún se usan palabras que en otros pueblos de España han desaparecido. La evolución más evidente ha sido en la fonética, eso le hace ser un poco la avanzadilla del español del futuro.
-¿Se hablaba un castellano distinto en el sur ya en la época del Descubrimiento?
-Efectivamente. No se hablaba el andaluz de hoy sino una modalidad disidente que los investigadores recogieron. Los factores históricos son fundamentales. El reino de Sevilla fue conquistado por Fernando III el Santo en 1248. Los conquistadores traían fundamentalmente el castellano y algo de leonés. Justo en la época de su hijo, Alfonso X el Sabio, donde hubo un florecimiento literario, ya hay documentación donde aparecen ciertos matices o usos de la lengua castellana. Eso queda claramente reflejado al publicarse en 1492 la primera gramática castellana, escrita por un andaluz, Elio Antonio de Lebrija, por encargo expreso de los Reyes Católicos. En la corte toledana sentó muy mal la procedencia del autor. ¿Pero cómo puede ser él si allí hablan otra lengua?, decían. Juan de Valdés, uno de los mayores críticos, recopila la forma que los andaluces tenían de decir las cosas de otra manera. Ese listado es una maravilla para un historiador.
-¿Influyeron el árabe y el mozárabe?
-Más mitos de mi lista, igual que el caló. En el andaluz actual la presencia de arabismos diferentes de otras modalidades de la lengua española es pequeñísima. Nuestra forma de pronunciar tampoco tiene conexión con el árabe. Forma parte de un proceso general de evolución de muchas lenguas románicas donde las consonantes implosivas se debilitan. Los franceses escriben temps, pero no pronuncian ni la pe ni la ese. Por otra parte, la aspiración de la jota, que también se da en Canarias y casi toda Hispanoamérica, es una pronunciación mitigada de la jota del norte. Esa jota aspirada está en el alemán y el francés. Si hay algo de diferencial, está en los que pronuncian la jota del norte.
-¿Por qué desaparece el mozárabe?
-Era uno de los dialectos en que empezó a fragmentarse la Península Ibérica cuando se instala el latín vulgar, el de los legionarios, no el de Cicerón. El castellano era uno más y además muy modesto: una manera rara de hablar que tenían unos habitantes al norte de Burgos, en la pequeña comarca de la Bardulia, donde había muchos castillos y por eso comenzó a hablarse de Castilla. El mozárabe lo hablaban familiarmente los cristianos que vivían en territorio dominado por los árabes. Por eso es evidente que estaba salpicado de arabismos. Al ser un dialecto en territorio árabe, nunca tuvo prestigio ni dominio.
-Radio y televisión han visto siempre mal nuestro acento. Y Canal Sur practica una suerte de andaluz impostado.
-La lengua está mejor valorada cuanto mejor lo está el pueblo que la usa. Hubo una época de centralismo absoluto en que había que hablar el modelo purista y norteño para ser un buen profesional de los medios. O en la universidad: cuando hice mis oposiciones en Madrid ocultaba mi acento porque lo contrario podía costarme la plaza. La sociedad es cada vez más abierta y ha mitigado ese fenómeno, aunque haya un resto de prejuicio, porque el andaluz no es la lengua de la corte. La propia percepción de que en ciertos medios andaluces abran las puertas a que se hable ya es un indicio de que se quiere valorar lo que antes era tabú. Lo de la impostura es un problema de falta de oído, aunque a veces falten también habilidades: hablar andaluz no significa necesariamente hablar de manera natural.
-Eso es un tópico. Técnicamente, el hecho de hablar bien o mal es difícil de definir. El andaluz es una manera distinta de usar la lengua española. Si se nos pone como modelo el castellano norteño, todo lo que no se le parezca puede ser tachado de malo. Sabemos por ejemplo que en el español en general no se diferencia la pronunciación de la be y la uve. Siglos atrás, los hablantes de otras lenguas como el francés o el alemán achacaban a los peninsulares un mal hablar precisamente por eso, y sin embargo, esa ausencia de distinción está académicamente establecida. Es simplemente un problema de perspectiva. Podemos establecer un modelo meridional del castellano y decir que son los del norte los que hablan mal.
-¿Qué otros tópicos ha recopilado?
-Uno de ellos es el de la ortografía: el andaluz se come las letras. Tampoco es así. Se invierte el orden de la realidad cronogenética del lenguaje humano, que inicialmente es hablado. La escritura es un artificio posterior del hombre. ¿Y qué si no se pronuncia lo que se escribe? ¿Existe algún tipo de desprestigio en lenguas de tal dimensión como el francés o el inglés por el hecho de que en ellas haya gran diferencia entre lo que se habla y lo que se escribe? Para que una lengua sea viva, fuerte o válida no hace falta que exista ningún tipo de correspondencia. Escribir es por naturaleza estático. Se establecen unas normas desde arriba, se dice qué es lo correcto. El habla es dinámico, una evolución que no tiene freno, por eso la ortografía siempre está a remolque.
-Un posible mito positivo: el andaluz es la fábrica del castellano.
-Estoy de acuerdo hasta cierto punto. El andaluz constituye un modelo innovador, la evolución del lenguaje ha sido mayor, lo cual no quiere decir que no haya aportaciones del español del norte. Es la fonética la parte más innovadora. En muchos casos el andaluz es léxicamente incluso más arcaico. Ya en el conocido Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía, publicado hace unos 70 años, se evidenciaba que en distintos lugares aún se usan palabras que en otros pueblos de España han desaparecido. La evolución más evidente ha sido en la fonética, eso le hace ser un poco la avanzadilla del español del futuro.
-¿Se hablaba un castellano distinto en el sur ya en la época del Descubrimiento?
-Efectivamente. No se hablaba el andaluz de hoy sino una modalidad disidente que los investigadores recogieron. Los factores históricos son fundamentales. El reino de Sevilla fue conquistado por Fernando III el Santo en 1248. Los conquistadores traían fundamentalmente el castellano y algo de leonés. Justo en la época de su hijo, Alfonso X el Sabio, donde hubo un florecimiento literario, ya hay documentación donde aparecen ciertos matices o usos de la lengua castellana. Eso queda claramente reflejado al publicarse en 1492 la primera gramática castellana, escrita por un andaluz, Elio Antonio de Lebrija, por encargo expreso de los Reyes Católicos. En la corte toledana sentó muy mal la procedencia del autor. ¿Pero cómo puede ser él si allí hablan otra lengua?, decían. Juan de Valdés, uno de los mayores críticos, recopila la forma que los andaluces tenían de decir las cosas de otra manera. Ese listado es una maravilla para un historiador.
-¿Influyeron el árabe y el mozárabe?
-Más mitos de mi lista, igual que el caló. En el andaluz actual la presencia de arabismos diferentes de otras modalidades de la lengua española es pequeñísima. Nuestra forma de pronunciar tampoco tiene conexión con el árabe. Forma parte de un proceso general de evolución de muchas lenguas románicas donde las consonantes implosivas se debilitan. Los franceses escriben temps, pero no pronuncian ni la pe ni la ese. Por otra parte, la aspiración de la jota, que también se da en Canarias y casi toda Hispanoamérica, es una pronunciación mitigada de la jota del norte. Esa jota aspirada está en el alemán y el francés. Si hay algo de diferencial, está en los que pronuncian la jota del norte.
-¿Por qué desaparece el mozárabe?
-Era uno de los dialectos en que empezó a fragmentarse la Península Ibérica cuando se instala el latín vulgar, el de los legionarios, no el de Cicerón. El castellano era uno más y además muy modesto: una manera rara de hablar que tenían unos habitantes al norte de Burgos, en la pequeña comarca de la Bardulia, donde había muchos castillos y por eso comenzó a hablarse de Castilla. El mozárabe lo hablaban familiarmente los cristianos que vivían en territorio dominado por los árabes. Por eso es evidente que estaba salpicado de arabismos. Al ser un dialecto en territorio árabe, nunca tuvo prestigio ni dominio.
-Radio y televisión han visto siempre mal nuestro acento. Y Canal Sur practica una suerte de andaluz impostado.
-La lengua está mejor valorada cuanto mejor lo está el pueblo que la usa. Hubo una época de centralismo absoluto en que había que hablar el modelo purista y norteño para ser un buen profesional de los medios. O en la universidad: cuando hice mis oposiciones en Madrid ocultaba mi acento porque lo contrario podía costarme la plaza. La sociedad es cada vez más abierta y ha mitigado ese fenómeno, aunque haya un resto de prejuicio, porque el andaluz no es la lengua de la corte. La propia percepción de que en ciertos medios andaluces abran las puertas a que se hable ya es un indicio de que se quiere valorar lo que antes era tabú. Lo de la impostura es un problema de falta de oído, aunque a veces falten también habilidades: hablar andaluz no significa necesariamente hablar de manera natural.
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