El Asami Maki Tokyo Ballet presentó ayer en el Generalife, por primera vez en España, su versión de 'Constantia'
R. C. |
El
Asami Maki Tokyo Ballet regresó ayer al Auditorio del Generalife tras su
actuación del sábado con un programa mixto presidido por los eminentes
coreógrafos Marius Petipa (1818-1910), Georges Balanchine (1904-1983) y
William Dollar (1907- 986), autores, los dos primeros, de técnicas y
estilos imprescindibles en la historia de la danza. La compañía
japonesa ofreció un selecto viaje, en inverso sentido cronológico, desde
la Rusia imperial de Petipa, al neoclasicismo forjado en EE. UU. por
Balanchine desde los años cuarenta del siglo XX, al que se suma la
contribución de Dollar, uno de sus seguidores más importantes.
El concierto de ayer fue la primera vez que se pudo ver en España su Constantia, coreografía de este bailarín y coreógrafo norteamericano, integrante de las compañías lideradas por Balanchine en Nueva York -American Ballet (1936-37), Ballet Caravan (1936- 1938) y American Ballet Caravan (1941)- predecesoras de su definitiva formación, el New York City Ballet, iniciado en 1948. Educado también por los rusos Michel Fokine, Mikhail Mordkin y Pierre Vladimiroff, William Dollar pertenece a esa generación de bailarines nacidos en Estados Unidos a principios del siglo XX que recibieron de primera mano las enseñanzas de quienes habían trabajado con Serge Diaghilev o Anna Pavlova y se habían asentado en Norteamérica, extendiendo el arte de la danza académica por todos sus rincones.
Constantia se basa en la pieza Classic Ballet, creada a principios de los años cuarenta con Balanchine, recreada por Dollar en 1944 para la compañía Ballet International con nuevas variaciones. Tejida sobre el Concierto para piano núm. 2 en fa menor, de Fryderyck Chopin, su estructura sigue el modelo impulsado por su maestro, con una pareja protagonista acompañada de un coro de bailarines que se alternan o unen en escena, ofreciendo un dinamismo brillante. La partitura de Chopin, dividida en tres movimientos -Maestoso, Larghetto y Allegro vivace-, le permitió al coreógrafo crear solos de elevada demanda técnica y virtuosa. Entre sus históricos intérpretes figuran Constance Garfield y Francisco Moncion, en Ballet International, o Alicia Alonso e Igor Youskevitch, sus protagonistas en el American Ballet Theatre en los años cincuenta.
Ayer, ya en siglo XXI, fueron Manami Yoshioka, Kika Aoyama, Yukiko Ito, Miyako Kobashi, Yuri Hidaka, Emiko Moda o Mayumi Yonezawa los que demostraron la excelencia técnica que ha alcanzado la danza clásica en danza.
El concierto de ayer fue la primera vez que se pudo ver en España su Constantia, coreografía de este bailarín y coreógrafo norteamericano, integrante de las compañías lideradas por Balanchine en Nueva York -American Ballet (1936-37), Ballet Caravan (1936- 1938) y American Ballet Caravan (1941)- predecesoras de su definitiva formación, el New York City Ballet, iniciado en 1948. Educado también por los rusos Michel Fokine, Mikhail Mordkin y Pierre Vladimiroff, William Dollar pertenece a esa generación de bailarines nacidos en Estados Unidos a principios del siglo XX que recibieron de primera mano las enseñanzas de quienes habían trabajado con Serge Diaghilev o Anna Pavlova y se habían asentado en Norteamérica, extendiendo el arte de la danza académica por todos sus rincones.
Constantia se basa en la pieza Classic Ballet, creada a principios de los años cuarenta con Balanchine, recreada por Dollar en 1944 para la compañía Ballet International con nuevas variaciones. Tejida sobre el Concierto para piano núm. 2 en fa menor, de Fryderyck Chopin, su estructura sigue el modelo impulsado por su maestro, con una pareja protagonista acompañada de un coro de bailarines que se alternan o unen en escena, ofreciendo un dinamismo brillante. La partitura de Chopin, dividida en tres movimientos -Maestoso, Larghetto y Allegro vivace-, le permitió al coreógrafo crear solos de elevada demanda técnica y virtuosa. Entre sus históricos intérpretes figuran Constance Garfield y Francisco Moncion, en Ballet International, o Alicia Alonso e Igor Youskevitch, sus protagonistas en el American Ballet Theatre en los años cincuenta.
Ayer, ya en siglo XXI, fueron Manami Yoshioka, Kika Aoyama, Yukiko Ito, Miyako Kobashi, Yuri Hidaka, Emiko Moda o Mayumi Yonezawa los que demostraron la excelencia técnica que ha alcanzado la danza clásica en danza.
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