La provincia compromete su relevo generacional con apenas 8.200 nacimientos y 7.500 defunciones
Guadalupe S. Maldonado
granada
Granada
envejece sin remedio. El movimiento natural de la población se resume
en una fórmula que compromete el relevo generacional en una provincia
que se hace 'mayor': menos nacimientos, menos matrimonios y menos
defunciones. Los cambios demográficos impuestos por la incorporación de
la mujer al mundo del trabajo, así como la mejora de la salud y los
avances médicos que han permitido aumentar la esperanza de vida, se han
visto acelerados en los últimos años por la crisis económica. Las
dificultades para encontrar trabajo no ponen nada fácil a las familias
tomar la decisión de tener hijos, así que la consecuencia ha sido un
descenso de la natalidad sin precedentes.
Según la información publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2013 nacieron en Granada 8.276 niños. Se trata de la cifra más baja de toda la serie histórica, que se remonta al año 1975. Nunca en toda la democracia se había producido una renovación demográfica menor que la de 2013. Esta cifra se ha alcanzado después de que la provincia registrara un descenso de la natalidad del 8,8% respecto al año 2012, cuando nacieron en Granada 9.079 niños. No es un descenso cualquiera. De hecho, es el mayor registrado en los últimos 39 años.
Tener hijos no es una opción fácil. Ni económica. Así que son miles las mujeres que tienen que retrasar la maternidad hasta alcanzar una posición laboral y económica que se la permita. Ahora, las granadinas tienen su primer hijo a los 31,8 años, la edad media más alta de toda la serie histórica. Con la crisis económica, las mujeres han retrasado 1,4 años la decisión de tener hijos, ya que en 2008 la edad media para la maternidad no superaba los 30,4 años. Claro que nada que ver con la cifra que inaugura la serie histórica del INE: en 1975, la edad media de las madres era de 29,3 años.
La caída de la natalidad se une al descenso de las defunciones para asegurar el envejecimiento paulatino de la población granadina. En la provincia fallecieron el año pasado 7.481 personas, un 5,9% menos que el año pasado. Aunque en este caso el dato de defunciones no hace historia, sí que hay que remontarse hasta el año 2004 para encontrar un número de muertes menor que el registrado en 2013. Como consecuencia, la tasa de mortalidad se ha reducido hasta un 8,12 por cada mil habitantes.
Este descenso se deriva directamente del aumento de la esperanza de vida. Los avances médicos han elevado hasta los 81,23 años la edad media a la que mueren los granadinos, mucho más alta ahora que en 1991, cuando se situaba en 76,7 años. En poco más de dos décadas, la esperanza de vida se ha elevado 4,5 años.
La caída de los nacimientos y de las defunciones ha traído consigo un considerable envejecimiento de la población. La edad media de los granadinos es de 40,5 años, la más alta desde el año 1975, cuando no superaba los 31,2. En cuatro décadas, la población de Ganada ha 'envejecido' 9,3 años.
De hecho, la granadina es una de las provincias más viejas de toda Andalucía. Sólo Córdoba y Jaén, con edades medias de 41,42 y 41,4, superan en edad a Granada. En el resto de las provincias andaluzas, la edad de la población es algo menor: en Málaga es de 40,34 años; en Huelva, de 39,86; en Sevilla, de 39,41; en Cádiz, de 39,39; y en Almería, la provincia más joven, de 38,64.
Que Granada es una provincia 'vieja' lo refleja perfectamente el índice de envejecimiento. Este indicador, que expresa la relación entre la cantidad de personas adultas mayores y la cantidad de niños y jóvenes, señala que en Granada había en 2013 95,2 adultos de 65 años o más por cada 100 menores de 15 años. Este porcentaje ha ido aumentando progresivamente desde 1991, cuando el indicador era del 53,9%.
Si envejece la población, también crece la tasa de dependencia, que en 2013 alcanzó el 50,99 por cada mil habitantes, la cifra más alta desde el año 2005.
Pero la principal consecuencia de que los dos indicadores demográficos básicos registren números rojos es la falta de renovación generacional. La diferencia entre nacimientos y defunciones es la más baja de toda la serie histórica, lo que compromete el futuro demográfico de la provincia. En 2013 nacieron en la provincia 795 personas más de las que fallecieron, lo que arroja la diferencia más baja de los últimos 39 años.
Y esta situación se agrava todavía más ahora que el fenómeno inmigratorio ha cedido parte de su protagonismo a la emigración. Aunque el último dato disponible es de 2012, sigue siendo muy representativo. Por entonces la tasa bruta de inmigración procedente del extranjero era de 3,6 por cada mil habitantes, la cifra más baja desde que comenzó la crisis. De hecho, es 4,6 puntos porcentuales inferior a la del año 2008, cuando alcanzaba el 8,2 por cada mil habitantes.
En cuanto a la tasa de emigración, ha sufrido la evolución contraria. En 2012 este indicador alcanzó el 3,4 por cada 1.000 habitantes, mientras que en 2008 la cifra era de 2,4. Así que no sólo llegan cada vez menos inmigrantes -responsables en buena medida del aumento de la natalidad que se produjo entre los años 2003 y 2008-, sino que Granada pierde constantemente población debido a la salida de jóvenes al extranjero para buscar un futuro laboral que la provincia, por el momento, no puede ofrecerles.
Según la información publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2013 nacieron en Granada 8.276 niños. Se trata de la cifra más baja de toda la serie histórica, que se remonta al año 1975. Nunca en toda la democracia se había producido una renovación demográfica menor que la de 2013. Esta cifra se ha alcanzado después de que la provincia registrara un descenso de la natalidad del 8,8% respecto al año 2012, cuando nacieron en Granada 9.079 niños. No es un descenso cualquiera. De hecho, es el mayor registrado en los últimos 39 años.
Tener hijos no es una opción fácil. Ni económica. Así que son miles las mujeres que tienen que retrasar la maternidad hasta alcanzar una posición laboral y económica que se la permita. Ahora, las granadinas tienen su primer hijo a los 31,8 años, la edad media más alta de toda la serie histórica. Con la crisis económica, las mujeres han retrasado 1,4 años la decisión de tener hijos, ya que en 2008 la edad media para la maternidad no superaba los 30,4 años. Claro que nada que ver con la cifra que inaugura la serie histórica del INE: en 1975, la edad media de las madres era de 29,3 años.
La caída de la natalidad se une al descenso de las defunciones para asegurar el envejecimiento paulatino de la población granadina. En la provincia fallecieron el año pasado 7.481 personas, un 5,9% menos que el año pasado. Aunque en este caso el dato de defunciones no hace historia, sí que hay que remontarse hasta el año 2004 para encontrar un número de muertes menor que el registrado en 2013. Como consecuencia, la tasa de mortalidad se ha reducido hasta un 8,12 por cada mil habitantes.
Este descenso se deriva directamente del aumento de la esperanza de vida. Los avances médicos han elevado hasta los 81,23 años la edad media a la que mueren los granadinos, mucho más alta ahora que en 1991, cuando se situaba en 76,7 años. En poco más de dos décadas, la esperanza de vida se ha elevado 4,5 años.
La caída de los nacimientos y de las defunciones ha traído consigo un considerable envejecimiento de la población. La edad media de los granadinos es de 40,5 años, la más alta desde el año 1975, cuando no superaba los 31,2. En cuatro décadas, la población de Ganada ha 'envejecido' 9,3 años.
De hecho, la granadina es una de las provincias más viejas de toda Andalucía. Sólo Córdoba y Jaén, con edades medias de 41,42 y 41,4, superan en edad a Granada. En el resto de las provincias andaluzas, la edad de la población es algo menor: en Málaga es de 40,34 años; en Huelva, de 39,86; en Sevilla, de 39,41; en Cádiz, de 39,39; y en Almería, la provincia más joven, de 38,64.
Que Granada es una provincia 'vieja' lo refleja perfectamente el índice de envejecimiento. Este indicador, que expresa la relación entre la cantidad de personas adultas mayores y la cantidad de niños y jóvenes, señala que en Granada había en 2013 95,2 adultos de 65 años o más por cada 100 menores de 15 años. Este porcentaje ha ido aumentando progresivamente desde 1991, cuando el indicador era del 53,9%.
Si envejece la población, también crece la tasa de dependencia, que en 2013 alcanzó el 50,99 por cada mil habitantes, la cifra más alta desde el año 2005.
Pero la principal consecuencia de que los dos indicadores demográficos básicos registren números rojos es la falta de renovación generacional. La diferencia entre nacimientos y defunciones es la más baja de toda la serie histórica, lo que compromete el futuro demográfico de la provincia. En 2013 nacieron en la provincia 795 personas más de las que fallecieron, lo que arroja la diferencia más baja de los últimos 39 años.
Y esta situación se agrava todavía más ahora que el fenómeno inmigratorio ha cedido parte de su protagonismo a la emigración. Aunque el último dato disponible es de 2012, sigue siendo muy representativo. Por entonces la tasa bruta de inmigración procedente del extranjero era de 3,6 por cada mil habitantes, la cifra más baja desde que comenzó la crisis. De hecho, es 4,6 puntos porcentuales inferior a la del año 2008, cuando alcanzaba el 8,2 por cada mil habitantes.
En cuanto a la tasa de emigración, ha sufrido la evolución contraria. En 2012 este indicador alcanzó el 3,4 por cada 1.000 habitantes, mientras que en 2008 la cifra era de 2,4. Así que no sólo llegan cada vez menos inmigrantes -responsables en buena medida del aumento de la natalidad que se produjo entre los años 2003 y 2008-, sino que Granada pierde constantemente población debido a la salida de jóvenes al extranjero para buscar un futuro laboral que la provincia, por el momento, no puede ofrecerles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario