Psicólogo clínico
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La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento, todo ello dirigido hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de percibir, que interfiere en nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción que tenemos de nuestra persona.
Y es importante por ser básicamente un referente claro de tu modo de proceder en la vida. Por ello, afecta a tu manera de ser y de estar en el mundo, es decir, contigo mismo y con los demás. Nada en tu forma de percibir tu entorno, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la poderosa autoestima.
Interviene en casi todo -por no decir " en todo"- lo que haces. Las personas con una alta autoestima rinden más y les resulta más fácil relacionarse socialmente. Tienden a tener mejores relaciones, son más felices y les cuesta menos enfrentarse a los errores, decepciones y fracasos, y es más probable que insistan en algo hasta que lo consigan. Es cierto que hay personas que "nacen" con una predisposición o carácter alegre, y otras no. Pero no por ello hay que desistir en adquirirla. Si no eres de los afortunados, cuesta algo de trabajo conseguirla y mantenerla, pero como todo lo bueno, el esfuerzo merece la pena: la autoestima será una fiel compañera para toda tu vida.
Todos tenemos una imagen mental de quiénes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos (y forjamos, con fuego candente) esa idea de nosotros mismos a lo largo de los años, empezando en la más tierna infancia. Esa percepción subjetiva se llamará "autoimagen": la imagen mental que una persona tiene de sí misma. Gran parte de nuestra autoimagen se basa en las interacciones que hacemos con los demás, nuestras experiencias vitales y el valor personal que le otorgamos a los acontecimientos. Y el resultado de ese retrato mental (autoimagen) contribuye a modelar nuestra autoestima.
En definitiva, tu autoestima dependerá de cómo te sientes valorado, querido y aceptado por los otros, y también de cómo te valoras, te quieres y te aceptas a ti mismo.
El baremo de una buena y sana autoestima se traduce en sentirse bien en la propia piel, apreciar la valía personal, estar orgulloso de las propias capacidades, habilidades y logros, y aceptar que hay altibajos en la vida y uno no siempre consigue lo que desea, a pesar de poseer toda una fortaleza interior y animosidad envidiables. Pero eso sí, si algo diferencia a los propietarios de una buena autoestima es las ganas de levantarse y continuar, de asimilar una derrota temporal. Por el contrario, las personas con baja autoestima sienten, ridícula y obsesivamente, que no gustarán a nadie, que nadie los aceptará jamás o que no son buenos en nada. Suelen ser exagerados en sus percepciones y poco realistas. Digamos que suelen ver "el vaso medio vacío", que en el equivalente a la autoimagen, sería "fijarse solamente en sus peores cualidades o en sus puntos débiles".
Todos tenemos problemas con nuestra autoestima en determinados momentos de la vida, especialmente en la adolescencia, cuando uno descubre quién es y cuál es su lugar en el mundo. Pero también ya de adultos pasamos por periodos críticos (separación de pareja, pérdida de trabajo, enfermedades, etc.) y épocas de cambios que obligan a replantearse qué estamos haciendo, adónde vamos y por qué. Es decir, incluso las personas con una saludable autoestima a veces se ven azotadas por crisis interiores. No hay que temerlas; es una buena oportunidad para afianzarnos como persona y crecer.
La buena noticia es que, como la imagen que tenemos de nosotros mismos va cambiando a lo largo del tiempo, la autoestima no es algo inamovible, ni fijo para toda la vida. Así que, si sientes que tu autoestima no es todo lo óptima que debería ser, puedes mejorarla. Siempre.
Si quieres ponerte a ello, aquí tienes 10 consejos para empezar:
Acepta tus pensamientos negativos sobre ti mismo y piensa positivamente. Si estás acostumbrado a centrar la atención en tus defectos, empieza a fijarte en los aspectos positivos. De esa manera, estos se superpondrán a los negativos, y ganarán la batalla. Asume que tienes pensamientos de minusvaloración, pero no centres tu atención en ellos. No les hagas caso. Déjalos correr. Cuando te des cuenta de que estás siendo demasiado crítico contigo, contrarresta diciéndote algo positivo sobre tu persona. Y cada día anota dos o tres cosas sobre ti que te hagan sentir bien.
Aunque en algún momento habrás llegado a pensar que ya es tarde, recuerda que siempre estarás a tiempo para construir una autoestima positiva y sana. En algunas personas, cuando la herida emocional de la baja autoestima es muy profunda o duradera, es posible que sea necesaria la ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o terapeuta. Recuerda que los expertos actuamos a modo de guía, ayudando a las personas a quererse a sí mismas para que se den cuenta de lo que las hace únicas y especiales. Todos lo somos, y tú no eres una excepción
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