Hay que poner empeño para no interpretar el proyecto de fusión hospitalaria de Granada como un intento de privatización
Si hasta Miquel Iceta señala a Susana Díaz como próximo mando supremo del PSOE, no hay más remedio que concluir que no es que el río lleve agua: es que está a puntito del desborde. Uno no puede más que encogerse de hombros y musitar "ahí la llevan", pero igual el socialismo de catequesis doctrinal y pasto para bien pensantes no es la peor solución de las posibles dada la situación del partido. Eso sí, quien espere un liderazgo de perfil blando se equivoca: debajo de todos los discursos facilones en los que Díaz se ha autoproclamado única garante del bienestar social para Andalucía, late una dama de hierro a la que tampoco parece temblarle el pulso a la hora de adoptar medidas justo en la dirección contraria de la caridad de sus planteamientos. Estos últimos días se han convocado manifestaciones en Granada, Huelva y Málaga en defensa de la sanidad pública en Andalucía ante lo que los convocantes entienden como un desmantelamiento de la misma. Las concentraciones han sido especialmente multitudinarias y sonoras en Granada, donde hay que poner bastante empeño para no interpretar el proyecto de fusión hospitalaria como un envite para la privatización del sector. Lo peor es que la Junta ha podido explicar sus políticas al respecto y ha preferido no hacerlo en un lindo guiño al despotismo. Socialista, claro.
En estas manifestaciones no han faltado portavoces del PP andaluz que han participado bien a título particular o en relación a sus cargos; en todo caso, todos ellos deberían pensárselo dos veces y jugar menos al cinismo a tenor de lo que su partido ha llevado a cabo en materia de sanidad en otras comunidades como Madrid y Castilla-La Mancha bajo su mandato. Pero que el contrario resulte igual de perjudicial al público no exime a Susana Díaz de su responsabilidad: cada recurso suprimido, cada profesional despedido o no contratado y cada gerente de hospital desplazado de su cargo por plantarse ante la falta de medios se traduce en sufrimiento para muchas personas, pero ahora resulta que por culpa de Podemos decir estas cosas significa incurrir en el credo populista, lo que ya resulta sencillamente descacharrante. Padecer algo más grave que una gripe en Andalucía y depender de la sanidad pública es hoy día un problema; la impresión de que nadie ha planificado ni previsto la agonía del servicio mientras otros se llenaban los bolsillos es aún peor.
De modo que, oh veteranísimo PSOE, ahí tienes a tu inmediata capitana nacional alzada con el silencio de Ciudadanos y a la que convendría juzgar por sus políticas en Andalucía. ¿Y la salud? Bien, gracias.
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