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Hace unas semanas comentaba una de las reflexiones que me surgía al consumir una canción en Internet. Se refería al auge de la voz como contenido y como interfaz (leer aquí), dejando la segunda reflexión sobre los nuevos hábitos y modelos de consumo para otro momento.
Hoy en día, todos nos hemos habituado a que el consumo de prácticamente todos los contenidos sea inmediato. Es decir: yo, usuario empoderado, decido dónde y cuándo. Y, en el dónde, se incluye también la selección del tipo de acceso a Internet y del dispositivo elegido.
Sin duda el gran cambio producido estos últimos años en el consumo de contenidos ha sido la proliferación de plataformas de contenidos, agregadores que ofertan streaming de piezas, dando acceso a cantidades ingentes de contenido imposibles de consumir en una vida, y el auge de tarifas planas.
Muchos recordamos cómo hace años acceder a contenidos pasaba por la compra de una pieza en cassette o disco de vinilo, remplazados después por CD’s, Blu-ray, etc. Se trataba de una inversión (a precios elevados) por poseer algo; hoy en día, se compran muchos menos contenidos, ya que son accesibles por otras vías, gratuitos , por suscripción, o en alquiler.
¿Cuál es el efecto plataforma?
Generalmente, el efecto plataforma digital para el usuario, según sea acceso gratuito o de pago, suele ser la democratización del disfrute y la conveniencia del acceso al contenido.
Las plataformas ofrecen contenidos de diferente naturaleza bajo modelos distintos:
- Las plataformas de música, suelen dar acceso multi-dispositivo gratis, pero limitando las funcionalidades y formas de acceder a su discoteca. Por ejemplo en un televisor conectado con un acceso gratuito normalmente el usuario no puede elegir temas/cantantes, sino que puede disfrutar solo de listas predefinidas, que incluyen lo que busca o algo parecido. Cuando se trata de usuarios de pago, se puede disfrutar de todo el contenido como se quiera en todos los dispositivos, (añadimos a la ecuación pc, tableta, Smartphone y ahora Smart speakers). Se refuerza así el aspecto democratizador gracias a los usuarios gratuitos, y el de conveniencia en cualquier circunstancia para sus clientes (usuarios de pago).
- Las plataformas de contenidos audiovisuales suelen ser de pago. Existen las asociadas a operadores de telefonía y aquellas puras (onliners). En algunos casos se trata de modelos de negocio de pura agregación, aunque cada vez hay más soluciones que ofrecen productos de producción propia, que en muchas ocasiones están disponibles en exclusiva. Enfatizan sobre todo la conveniencia en todos los dispositivos y en el mayor número de ofertas disponibles en manos de los operadores, incrementando así su base de usuarios de pago. Este elemento es esencial en la estrategia de casi todas: en efecto, el uso de datos permite mejorar la experiencia de usuario, y así conseguir mayor tiempo de consumo medio, factor determinante para entender la gran ventaja con la que cuentan hoy con respecto a los actores tradicionales por antena o cable del mundo audiovisual.
- Finalmente, las plataformas de noticias ofrecen distintas opciones de acceso con distintos medios, o bien de pago o gratuitos. Es el entorno donde la estandarización está siendo más complicada, quizás porque conviven distintas versiones de los mismos medios (cabeceras y marcas) en formato pago o gratuito, y quizás porque ningún actor global ha dado todavía con la tecla. Sin duda las relaciones de los medios tradicionales con centrales de compras de medios, agencias de publicidad y marcas tiene mucho que ver en su evolución.
¿El aumento del consumo de contenidos por Internet es consecuencia de la tarifa plana?
Sí, parece lógico pensar que, tanto para la música como para los audiovisuales (en mayor medida para estos últimos), hay un impacto y existe una relación directa con el volumen de usuarios. Cuando el valor percibido es muy superior al pago recurrente y nos ofrece experiencias multi-dispositivos de calidad, el usuario medio se presta a realizar el pago.
Pensemos que, salvo en los canales gratuitos, el consumo a demanda había sido tradicionalmente de pago, basado en un modelo de adquisición ‘pieza a pieza’. Se ha dado un paso hacia una propuesta de precio fijo y precio plano por uso, con acceso a una fabulosa y extensa colección de contenidos que va más allá del “humanamente disfrutable”. Es evidente que en ese cambio de hábito juega un papel muy importante la relación existente entre el precio y el valor percibido de una plataforma y su extensa oferta de contenidos.
No es este el caso de las plataformas de noticias, quizás por la difícil estandarización global de la industria.
¿Las industrias de contenidos saldrán reforzadas? ¿O dañadas?
Parece que las industrias por lo general salen reforzadas: la democratización del uso y el aumento de la conveniencia aumentan el consumo, al menos para los tres casos comentados aquí: noticias, música y audiovisuales.
Dicho esto, esas industrias no necesariamente las conforman ni las lideran las empresas ni las marcas que hasta el momento del cambio o de la transformación lo hacían. El status quo tiende a cambiar, quizás no eliminando a los antiguos actores pero sí marginando su oferta y reduciendo su potencial mercado a públicos con menos poder adquisitivo o más envejecidos.
¿Cómo afecta esto a los profesionales del sector? Las condiciones de los trabajadores y la capacidad de desarrollar una carrera en el mundo que les ocupa, en los tres casos, es mejor que en el escenario de hace 10 años. Cierto es que no en todas las industrias la democratización ha alcanzado a los salarios y a la retribución de los profesionales. Aún así, hay más gente en estos momentos creando contenidos que nunca antes, cobrando menos que sus predecesores quizás. Pero la barrera de entrada en la industria es menor (también gracias a la tecnología), y estos contenidos nuevos también son más consumidos, ya que maximizan el uso de todos los modelos de distribución posibles y disponibles.
A modo de resumen decir que si Internet vino para quedarse, las plataformas de contenidos también. Claramente hoy las más fuertes son las de audiovisuales. Parece que la apuesta por este modelo ha sido muy fuerte por parte de empresas tecnológicas puras (Netflix), como por parte de conglomerados de base tecnológica que añaden un elemento diferencial a toda su oferta (Amazon), así como por parte de algunos antiguos actores de la industria, ¡pocos! que ‘se han tirado a la piscina’ con una propuesta de valor actualizada (HBO). Quizás también porque los actores del mundo audiovisual aprendieron de los errores cometidos y de los peligros a los que se enfrentaron del mundo noticias y del mundo música.
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