La precariedad les está abocando a situaciones surrealistas, como acompañar a una maltratada a toda prisa para no perder el autobús de vuelta
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MERCEDES NAVARRETE | ALBUÑOL.
Desesperados. Dos de los agentes, ante el microbús que une Albuñol con sus pedanías :: JAVIER MARTÍN
La precariedad está abocando a estos agentes a verse envueltos en situaciones surrealistas, como tener que avisar al 112 de que no pueden acudir a fuegos o encontrarse corriendo por mitad de la calle si algún aviso de suceso en la parte alta del pueblo les pilla en la parte baja. El Ayuntamiento, que está asfixiado económicamente, ha dejado de pagar las nóminas de sus trabajadores y según fuentes municipales los policías locales sólo están autorizados a coger el coche «para emergencias».
Sin embargo, los agentes aseguran que la orden que tienen ellos es clara: no sacar de las cocheras ninguno de los dos coches ni la moto. Ni un euro para gasolina. Y en un municipio como Albuñol, dividido en distintos núcleos de población -La Rábita, Los Castillas y Los Carlos- los agentes se ven obligados a coger el autobús urbano para no dejar estos núcleos desatendidos. «¿Y si hay un detenido lo llevamos también en el autobús?», se preguntan.
Los policías de Albuñol están desesperados ya que a los problemas en el trabajo se le añaden los de casa que sufre cualquier trabajador que lleva meses sin cobrar. «Tenemos facturas, hipotecas... Somos profesionales, nos jugamos el tipo todos los días cuando nos ponemos el uniforme, es indigno que estemos trabajando sin cobrar».
Sin embargo, los agentes aseguran que la orden que tienen ellos es clara: no sacar de las cocheras ninguno de los dos coches ni la moto. Ni un euro para gasolina. Y en un municipio como Albuñol, dividido en distintos núcleos de población -La Rábita, Los Castillas y Los Carlos- los agentes se ven obligados a coger el autobús urbano para no dejar estos núcleos desatendidos. «¿Y si hay un detenido lo llevamos también en el autobús?», se preguntan.
Los policías de Albuñol están desesperados ya que a los problemas en el trabajo se le añaden los de casa que sufre cualquier trabajador que lleva meses sin cobrar. «Tenemos facturas, hipotecas... Somos profesionales, nos jugamos el tipo todos los días cuando nos ponemos el uniforme, es indigno que estemos trabajando sin cobrar».
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