Uno de los principales expertos del mundo en Nutrigenómica, José María Ordovás, participa mañana en el foro sobre Nutrición y Obesidad de la Finut e IDEAL
INÉS GALLASTEGUI | GRANADA
José María Ordovás vive a caballo entre España y EE UU. :: A. AGUILAR
José María Ordovás (Zaragoza, 1956) es director del Laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (Estados Unidos), profesor de Nutrición y Genética, director científico del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA) e investigador colaborador senior en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (Madrid). Mañana jueves participa en Granada en el foro Nutrición y Obesidad organizado por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut) e IDEAL (Auditorio de la Caja Rural, 20.00 h), una oportunidad única para escuchar a una de las mayores autoridades mundiales en alimentación saludable.
-A grandes rasgos, ¿en qué consistirá su intervención en el foro Nutrición y Obesidad en Granada?
-La idea de la participación es presentar el estado actual de la Nutrigenómica en lo referente a la prevención y terapia de la obesidad y de otras patologías asociadas con el envejecimiento. España está envejeciendo y en unas décadas la mayor parte de la población estará por encima de los 40. Si no actuamos pronto, tendremos una situación muy difícil social y económicamente. Las nuevas tecnologías deben conducirse a conseguir lo que llamamos las 4 'p' de la Medicina del futuro -predicción, prevención, personalización y participación-, a la que añado la 'p' del placer, que no podemos olvidar como parte de nuestra vida y nuestra salud.
-Hasta ahora, la fórmula contra la obesidad parecía simple: comer bien (y menos) y moverse más. Pero la Nutrigenómica apunta a que cada individuo es un mundo, que los nutrientes tienen efectos distintos en personas distintas, que hay personas con obesidad que enfermarán y otras que no...
-Así es. Hasta ahora la solución de la obesidad parecía ser tan sencilla como el mantener el equilibrio en los dos lados de la ecuación representados respectivamente por las calorías que consumimos y las que gastamos. De hecho, esta solución se mantiene generalmente válida, pero, a pesar del problema que tenemos de obesidad en la actualidad y el que parece que se aproxima, no debemos ofuscarnos en esto y hemos de considerar sobre todo la salud global, un envejecimiento saludable y por lo tanto optimizar nuestro metabolismo para cada etapa y situación de nuestras vidas. Ahora tenemos que pensar muy mucho no solo en la cantidad de 'combustible', sino en la calidad del mismo, es decir, que la dieta sea equilibrada no solo en calorías sino también en la distribución de nutrientes: tipos de grasas, vitaminas, antioxidantes, etcétera. Pero además hay otros factores, como el estrés, la cantidad de sueño, nuestros hábitos de comportamiento circadiano -es decir, qué hacemos en cada momento del día-, que son importantes. Todo eso bajo el paraguas de que cada uno de nosotros somos diferentes tanto desde el punto de vista genético como epigenético y que eso va a definir con más precisión nuestras necesidades. Por si fuera poco, ahora vamos conociendo la importancia, tanto para la obesidad como para la salud en general, de nuestra flora bacteriana, especialmente la intestinal. En un momento de la historia en el que alcanzamos mayor esperanza de vida, y con una población mas 'envejecida' de media, es muy importante cuidar del 'motor', porque lo tenemos que hacer durar más tiempo y tenemos que llevar a cabo un mantenimiento adecuado. Esto incluye la alimentación pero en general el estilo de vida. En el caso de la obesidad, a veces la vista engaña, ya que hay personas que pueden tener sobrepeso o incluso obesidad pero ser capaces todavía de mantener un metabolismo saludable, mientras que otras que son delgadas exteriormente pueden ser lo que llamamos metabólicamente obesas. En el futuro próximo seremos capaces de una mejor clasificación que simplemente la cinta métrica y la balanza.
Dieta personalizada
-¿Llegará un día en el que la dieta de adelgazamiento se hará a la carta, personalizada?
-Esto es lo que intentamos con nuestra investigación, que esto sea posible de una manera científicamente sólida y, en la práctica, que sea eficaz y segura para el individuo y de esta manera huir de las dietas milagro y de los timos que tanto se practican a la hora de perder peso. No estamos hablando de utilizar dietas fuera de lo razonable, sino de encontrar el punto para cada individuo en términos de su consumo de calorías y cómo deber repartir su 'portafolio' alimentario. Es decir, qué tipo de alimentos debe consumir más o menos dentro de su peculiaridad genética.
-Desde el punto de vista de la salud pública, ¿no es arriesgado decirle a la gente que su obesidad está genéticamente predeterminada?
-Esto no debe ser excusa para abandonar sino aliciente para que, al conocer mejor las bases del problema, recurramos a la fórmula más apropiada y personalizada para compensar esa predisposición genética. El porcentaje de la población que tiene predeterminación genética es ínfimo. El resto puede tener una mayor o menor predisposición a la obesidad que se puede compensar.
-Estados Unidos, donde más se investiga en Nutrición, es líder en obesidad en el mundo. ¿Por qué?
-Quizá por eso se investiga más, porque son los líderes en obesidad y deben poner los máximos recursos para remediar tal problema. En general, en Estados Unidos se investiga más en todo porque, aun dentro de las limitaciones actuales, se dedican recursos para la investigación como medio de mantener el liderazgo económico actual y asegurar el del futuro.
-Los resultados del proyecto Predimed, hace unas semanas, fueron recibidos en EE UU con reacciones contradictorias en los medios. Hubo quien cantó las alabanzas de la dieta mediterránea, mientras algunos articulistas subrayaban que se trata de una dieta aburrida, y que la vida sin hamburguesas triples y refrescos gigantes no tiene sentido... ¿Quizá el problema de fondo es que la alimentación es algo profundamente arraigado en la cultura de cada país?
-Realmente los hábitos de alimentación están profundamente arraigados en la cultura tradicional, pero hemos visto que se pueden cambiar para bien o para mal. Pero en este cambio tiene que actuar en concierto la administración pública, la ciencia y la economía, es decir, el sector privado. Si no es así, la cacofonía es muy dolorosa. Uno de los problemas que han tenido lugar en Estados Unidos, y que ha llegado a nosotros, es que el estilo de vida ha cambiado mucho. En un momento en que una buena parte de la población trabajaba en el campo o en las fábricas, con un gran esfuerzo físico, quizá lo que se come ahora no fuera tan perjudicial como lo es ahora, cuando la mayor parte del trabajo se ha convertido en sedentario, no solo el de oficina, sino aquellos que antes requerían esfuerzo físico, debido a la mecanización de la mayor parte de los sectores. En Estados Unidos, por poner un ejemplo, han mantenido una 'cultura alimentaria' -si así se le puede llamar- fuera de contexto en el día a día del siglo XXI.
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