El profesor investigador del CSIC en Granada, Carlos Sanz de Galdeano, descarta la alarma tras los terremotos del fin de semana, aunque avisa del riesgo en la Vega
PABLO RODRÍGUEZ | @PABRODGAR | GRANADA
Los antiguos griegos, visitantes de la Costa, creían que los terremotos eran motivados por los dioses. Batallas en las tripas del mundo que los primitivos señalaban como causa principal de los desastres. Fue Séneca el primero que aludió a motivaciones diferentes y abrió la puerta a explicaciones naturales para los seísmos. Hoy, dos mil años después, la Geología ha descubierto las respuestas a los grandes enigmas telúricos, aunque todavía tiene una última misión: predecir los terremotos.
Tal y como publica IDEAL en su edición impresa y en 'Kiosko y más', los dos seísmos sentidos en Granada durante el pasado fin de semana son apenas un bostezo del titán que duerme bajo la Vega. Sus magnitudes no superaron los 2,6 grados y se enmarcan en un periodo de actividad latente en Andalucía Oriental desde hace al menos un par de años. Es lo que se desprende de las palabras de Carlos Sanz de Galdeano, profesor investigador del CSIC en Granada. La energía se acumula en puntos concretos de la provincia y se libera en forma de terremoto. "Son fallas cortas, muy segmentadas y su potencial sísmico es menor", describe Sanz. No obstante, las características del terreno influyen en la percepción de los movimientos y la provincia se asienta sobre materiales muy jóvenes, que agrandan las ondas sísmicas. "Son terrenos de arena y arcilla, especialmente en la Vega, y hacen que los seísmos sean más peligrosos", explica.
Aunque los granadinos han vivido la experiencia con preocupación, Sanz de Galdeano descarta el alarmismo. "Existen cientos de fallas en la provincia y es normal que se produzcan terremotos de baja intensidad. La secuencia indica que hay inestabilidad tectónica y mientras siga, vamos a tenerlos", aclara el investigador.
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